Todas las encuestas dan por hecho que el tecnócrata Dmitri Medvédev alcanzará la jefatura de estado por voto popular y por designio de su mentor, Vladimir Putin, quien, a su vez, también fue elegido a dedo, en su día, por el entorno inmediato de su antecesor, Boris Yeltsin.

Son muchos los paralelismos entre la historia del ascenso al poder de Medvédev y del propio Vladimir Putin, pero cabe destacar el hecho de que Medvédev ha surgido del anonimato total de cara a la opinión pública de igual forma que lo hiciera el propio Putin en su día, allá en 1999.

El documental "La toma de poder de Vladimir Putin" ahonda, precisamente, en la imbricada trama de intrigas que hizo posible la meteórica escalada a la cima del Kremlin de un gris subcomandante de la KGB, que era un completo desconocido meses antes de su elección como presidente de la Federación Rusa.

"La toma de poder de Vladimir Putin" , una producción franco-británica, arranca con un descomunal caso de corrupción, que implicaba a la familia de Yeltsin y que le procuró a Putin el caldo de cultivo idóneo para su aparición en escena. Pero eso es sólo la punta del iceberg de una complicada estrategia de marketing presidencial que contó, además, con aditivos tales como el chantaje a altos niveles con videos comprometidos, la utilización de la televisión estatal como lanzadera, la creación relámpago de un partido político para la ocasión y la posible manipulación del conflicto checheno para favorecer los intereses del candidato de los Yeltsin.

El documental desvela algunas de las incógnitas sobre estos hechos y pone sobre el tapete los oscuros entramados que tuvieron lugar entre Yeltsin, quien por entonces estaba muy enfermo, y su delfín instantáneo, Putin. Para ello utiliza imágenes reveladoras de aquel periodo y testimonios de primera mano de personas que tomaron parte en el complot. Así es posible escuchar a Boris Berezovski, oligarca en el exilio, perseguido hoy en día por quienes ayudó a colocar en el poder, o a Serguei Dorenko, estrella televisiva, contando sin tapujos como puso su talento al servicio de la causa del clan yeltsiniano.

Al final, de forma totalmente sorpresiva, Yeltsin dimitió, por televisión, un 31 de diciembre y dejó paso a su por entonces primer ministro, Putin, a quien encomendó la presidencia provisional¿De allí a ganar las elecciones de marzo del 2000 fue coser y cantar. Y, por supuesto, lel primer gesto del flamante presidente de la Federación, fue acordar la inmunidad para Yeltsin y su familia. Tras su victoria, el alumno no tardó en sobrepasar a sus maestros y, cuatro años más tarde, ensalzado por unas cadenas de televisión a sus órdenes, fue triunfalmente reelegido en la primera vuelta por el 72% de los votantes. No obstante, la Constitución rusa prohíbe un tercer mandato presidencial y por ello, el todopoderoso Putin se ha sacado de la manga un sucesor. Ahora queda por ver si a pesar de estar apartado de la jefatura de estado, este ex espía de la KGB seguirá controlando los hilos del poder desde un segundo plano político.

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