A otro perro con ese hueso

Claro retrato de la poli Argentina

A otro perro con ese hueso

El intachable licenciado bajó con firmeza por las escalinatas de la intendecia.Se dirigió con el rostro exánime hasta el  vehículo  gris y abrió la puerta del conductor.Un exquisito aroma a perfume francés lo rodeó.Puso en marcha el motor y con sumo cuidado atavesó  el estacionamiento.Dobló en una esquina y entrecerró los ojos para ver la figura octogonal del cartel PARE.Pero el fino señor no tenía tiempo para obedecer leyes civiles y la pasó por alto.

Junto a la vereda , el policía encendió la sirena de su patrulla que aulló con estrépito.

El intendente frenó en seco y retrocedió hacia la autoridad.El hombre iba ataviado con un uniforme azul marino.-No lo ví,disculpe oficial-dijo con voz queda el reluciente hombre.

El policía lo miró fijamente a los ojos con el ceño fruncido,movió los labios de un lado a otro con gesto de duda.-¿Sabe usted cuántas veces se equivocan con ese mismo cartel  en todo el día?- dijo con recelo, luego bajó la cabeza y miró con detenimiento sus botas como si buscase alguna mancha que aún no había descubierto.-Mire estoy casi sobre la hora de una reunión,asi que dígame lo que le tengo que pagar y sus deseos serán órdenes- contestó con impaciencia el del traje negro.-¡Mas de cuarenta seguro!- continuó como si no lo hubiese escuchado –y siempre son  los mismos atolondrados que las ignoran creyendo que uno es inútil,llevándose el mundo por delante- inspiró por la nariz con vehemencia .

El intendente arqueó las cejas ofendido.-Mire,mis disculpas ,verdaderamente estoy con quinientas cosas en mi cabezota,ahora déjese de prepotencias y regaños y déjeme ir-replicó.Ahora el policía parecía  exageradamente salido de sus casillas.-¡Pero que se cree!,¡que por ser un politiquito inmundo me va a venir a contestar como se de la gana!- se quedó sin aire y su tez adquirió un rubor fogoso.Luego prosiguió con rezongos entrecortados.
El politiquito hurgó en el bolsillo delantero de su saco y sacó una reluciente billetera de cuero de caimán.La abrió y quedaron al descubierto un fajo de billetes.

-¡Yo soy suboficial!,¿acaso se cree que me puede tomar de estúpido?...-.Observó lo que poseía el intendente entre las manos y guardó silencio,un silencio picaresco,después miró en ambas direcciones con discreción,asegurándose de que miradas ajenas no fueran expectadoras  de semejante desfachatez .

El hombre vestido de punta en blanco asomó cinco billetes entre sus dedos y los dirigió al honrado suboficial con gesto de pleitesía.Él los tomó con lentitud y rápidamente los condujo al bolsillo holgado de su uniforme.
Miró con indiferencia al politiquito y extendió su brazo hacia la concurrida calle.-Gracias suboficial- dijo en tono altanero y presionó el pedal de arranque.


By Rodriixii