Seamos animales

ESTOS VIDEOS SON IMPERDIBLES, QUIZA MUCHOS YA LOS VIERON, SON REALMENTE UNA MORALEJA





 INCREIBLE GESTO DE ESTE GATITO QUE LE PRACTICO REANOMACION A UN GATO MORIBUNDO.. INCREIBLE.. NI YO SE HACER MASAJES CARDIACOS



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link: http://www.youtube.com/watch?v=nUAXqu1m-GE





 Y DESPUES DICEN QUE LOS GATOS TE QUIEREN POR INTERES.. MIRA...




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link: http://www.youtube.com/watch?v=H6rFeNGS_AE





 Y ESTE PERRITO.. DESPUES DICEN Q SE ODIAN..



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 IMPERDIBLE!! ARRIESGA SU PROPIA VIDA EL PERRO



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link: http://www.youtube.com/watch?v=63fy69mL2T0





SEAMOS MAS ANIMALES!!!!









UNA LINDA HISTORIA...




El día amaneció muy triste, parecía que de un momento a otro empezaría a llover.

PirataPulgoso, haciendo honor a su nombre, se rascó tras las orejas con su pata derecha y luego trató de comerse algunas pulgas que estaban desayunando sobre su lomo.

Se puso a pensar si podría conseguir algunos restos de comida en el basurero de la gasolinera, donde a veces encontraba algo, y se dirigió con pereza hacia allá.

No tuvo suerte, se habían adelantado otros perros y dejaron la basura regada, el empleado estaba furioso y no le permitiría acercarse.

Caminó a otro sector de la ciudad, porque del barrio en que había estado las últimas semanas le echaban con gritos y patadas.

Entró a una calle muy bonita y limpia, pero que no ofrecía muchas esperanzas a un hambriento: no había fundas de basura en la calle.

— ¡Mala suerte! – se dijo y se rascó tras las orejas.

— ¡Oye hambriento! ¿De dónde saliste? En mi calle no hay perros callejeros. — Se oyó una voz desde lo alto.

Pulgoso creyó que estaba volviéndose loco por el hambre y que había empezado a oír voces. Se levantó y empezó a alejarse, resignado.

Una nueva voz, que esta vez salía de la tierra, se escuchó:

— ¡Hace tiempo que no veía un perro tan flaco y triste!

Pulgoso creyó que en verdad había llegado su hora, estaba oyendo voces desde el cielo y desde la tierra.

— ¡Oye flaco, no seas orgulloso y malcriado! –Se escuchó desde arriba.

—¡Contesta cuando te hablan! – Esta vez la voz salía del suelo.

Pulgoso, todavía dudando si las voces estaban en su mente o eran de verdad, preguntó:

—¿Quién se burla de un hambriento?

— Nadie se burla, solamente tenemos curiosidad. — Y se vio aparecer unos largos bigotes grises y unos enormes dientes detrás de una cerca y unos largos bigotes blancos y unas grandes orejas en la rama de un árbol.

A Pulgoso se le erizaron los pelos del pescuezo. Hace mucho tiempo no tenía un gato y un ratón tan cerca… ¡y no salían corriendo!; parecían incluso ser amigos.

— El barrio está muy bonito y ustedes parecen gordos y contentos, pero no encuentro nada qué comer, ¿no producen basura en esta zona? – dijo Pulgoso.

— Basura se produce, pero aquí no la arrojamos a la calle. — Contestó el gato.

— Y… ¿Dónde comen? No me van a decir que al dientón le dan balanceados en un plato y al gato mimado se le olvidó rebuscar en la basura.

— No me digas dientón, me llamo Dientes y el gato es Humo. Aquí no hace falta buscar comida en la calle porque al gato se la dan en un plato muy bonito y le llenan de golosinas y él me brinda una parte y yo me las ingenio para conseguir el resto.

—¡Qué bonito! Un gato que tiene un ratón por mascota.

— Yo no soy mascota de nadie. Aquí todos somos amigos, no mascotas. Y, si estás tan hambriento, deja  de charlar, entra por detrás de la planta de margaritas, hay un gran espacio. –Aconsejó Dientes.

Humo había entrado por la ventana de la cocina y salió arrastrando un hueso con unos restos de carne.

Pulgoso no había tenido un buen bocado en semanas y, sin más, se recostó sobre la hierba y se dedicó a roer el hueso que estaba muy fresco y sabroso.

Cuando estuvo satisfecho y tomó agua suficiente, Pulgoso continuó la conversación con sus nuevos amigos:

—¿No habrá una vacante en esta casa para un perro como yo que quiere retirarse de la vida aventurera y empezar a engordar como ustedes? –preguntó Pulgoso.

— Ni lo pienses. Nuestro humano odia a los perros porque son sucios y bulliciosos; a él le gustan los gatitos limpios y cariñosos que le dejan dormir los sábados hasta tarde. – Respondió Humo.

— Oye Humo. ¿No será que en la casa de Juanito quieren un perro? Él pasa solo toda la tarde. – Intervino Dientes.

— Pero cómo le explicamos nuestro problema; los humanos son tontos y no entienden nuestro idioma. – Acotó Humo.

— Si me lo ponen cerca yo lo convenzo y lo adopto como mi humano. Apuntó Pulgoso.

— Juanito llega más tarde, deja sus libros en la casa y sale a almorzar en una casa de la esquina. Yo voy a espiarlo y les aviso para que puedas salir a encontrarlo –se ofreció Dientes– el resto depende de ti.

No había pasado mucho tiempo y llegó Juanito apurado. Dientes corrió a llamar a sus amigos y Pulgoso se plantó junto a la puerta con la mejor de sus sonrisas.

Cuando Juanito salió se pegó un gran susto al encontrarse un perro desconocido, sucio y con una mueca que hacía ver unos enormes dientes. Él no entendía que Pulgoso estaba sonriendo; pero se le iluminó el rostro cuando el perro, moviendo la cola, se acostó sobre la espalda y sacando la lengua hizo ruidos pidiendo que el niño le rascara la barriga.

Juanito no se confió, se dio la vuelta y, regresando a ver se alejó apurado hasta la casa donde almorzaba.

—¡Qué pasó!– preguntó Pulgoso.

— Pones una cara horrible, le muestras los dientes y estás muy cochino. ¿Cómo quieres que el niño se acerque? – dijo el gato.

— No te preocupes, no se demora en volver. Esperemos un poco más. Juanito no tiene amigos, seguro que quiere tener un perro, así sea uno tan feo como tú. ­–Comentó Dientes.

No tuvieron que esperar mucho, Juanito salió y caminando despacio, con una bolsa de papel en la mano, se acercó a su casa.

Pulgoso lo miró con ternura y movió la cola, quizá imaginando lo que el niño traía en la bolsa.

El niño se acercó cauteloso:

—¡Perrito, ven! ¡Ven, perrito! ¡Toma perrito! – llamó a Pulgoso y le ofreció un buen pedazo de carne.

El perro, muy despacio y sin dejar de mover la cola, pero con desconfianza, empezó a acercarse lentamente, mientras, sin poder evitarlo, sentía que la saliva le chorreaba de su hocico.

Pulgoso engulló la carne y luego, moviendo la cola, se acercó a lamerle la mano.

Fue amor a primer lengüetazo. Juanito, con los ojos luminosos por la alegría se puso a jugar con pulgoso  que no sabía cómo agradecer al niño. Hace años nadie había sido cariñoso con él.

— Estás muy lindo, pero muy cochino y hueles mal. Para poder convencer a mi papá de que me deje quedarme contigo, tengo que bañarte y acomodarte dónde dormir. Ya veremos si lo convenzo. Y, que nombre te pongo… — hablaba Juanito, en voz alta, eufórico.

Los amigos de Pulgoso miraban ocultos cómo se desarrollaba la historia y el perro ladraba diciéndole al niño su nombre. Pero como los humanos no podemos comprender su lenguaje, el niño no se enteró del nombre del perro y continuó pensando en uno.

— Ya sé. Ese ojo negro parece un parche de pirata. Te llamarás Pirata.

Tal como Juanito se propuso, bañó al perro, cosa que a éste no le gustó mucho, y con el baño se fueron las pulgas, el nombre y la mala suerte.

Cuando el papá de Juanito llegó por la noche y encontró a su hijo con un perro desconocido, se pegó un tremendo susto. Su primera reacción fue sacar al perro de la casa; sin embargo, viendo la alegría del niño y las gracias y caricias que le hacía el perro, aceptó que Pirata se quedara, con la condición de que al día siguiente el veterinario lo vacunara y desparasitara y el niño se hiciera cargo de su cuidado, alimentación y limpieza.

Sin pensar un momento, Juanito aceptó las condiciones de su padre y aunque a veces no limpiaba muy puntualmente el patio, siempre cuidó, alimentó y mantuvo feliz a su amigo adoptado.

Las horas en que el niño iba a la escuela, Pirata se dedicaba a jugar y conversar con Humo y Dientes, a quienes debía su nueva vida, pero cuando el niño llegaba a casa no lo dejaba solo ni un minuto.

Así, un niño dejó de estar solo y un perro de estar triste.





GRACIAS POR LEER EL POSCW!