Homenaje a 55 años de la Revolucion Libertadora
Historia
"Los hombres se dignifican postrándose ante la ley para no tener que arrodillarse ante los tiranos"
Manifiesto de los Constituyentes del '53
La presente declaración de principios del Gobierno Provisional, fue dada a conocer el 7 de diciembre de 1955. A través de dicho documento se ofrecen a la consideració pública los principios básicos a que ajustará su labor el Gobierno de la Revolución Libertadora, con el propósito de encarar la justa solución de los problemas que afectan al país y encauzar, por la vía democrática, las instituciones fundamentales de la Nación.
FINALIDADES DE LA REVOLUCIÓN
1. La finalidad primaria y esencial de la Revolución ha sido derrocar al régimen de la dictadura. Hemos triunfado en la lucha armada. Debemos ahora suprimir todos los vestigios de totalitarismo para restablecer el imperio de la moral, de la justicia, del derecho, de la libertad y de la democracia. Cumplido con ese objetivo y alcanzadas aquellas condiciones que permitan a la ciudadanía expresar su auténtica voluntad, ella decidirá sobre sus destinos. Y quedará reservado a los gobiernos constitucionales que sucedan a este Gobierno Provisional, la solución de los grandes problemas argentinos que no hagan a la esencia misma de los objetivos revolucionarios.
2. Este gobierno es un gobierno provisional y sus hombres carecen de toda pretensión de continuismo. En consecuencia, reiteramos el compromiso formal de que ninguno de sus miembros aceptará cargos electivos a los que pudiere ser propuesto como candidato en los próximos comicios. El gobierno revolucionario mantendrá también estricta neutralidad e independencia frente a las distintas tendencias y partidos políticos democráticos.
3. El desquiciamiento total de la Nación producido por el régimen depuesto, exige un mínimo de realizaciones inmediatas para el cumplimiento efectivo de los postulados de la revolución, así como la adopción de medidas previas a la consulta electoral para que ésta sea verdaderamente libre y auténtico su resultado. Estamos dispuestos a adoptar todas las medidas necesarias, por trascendentes que ellas sean, para alcanzar aquellos objetivos.
Concentración espontánea en la Plaza de Mayo el 23 de septiembre de 1955, día en el que Lonardi juró como presidente provisional
Peron
Llegó al poder apoyado por una logia militar (el GOU) de la cual él era el mentor. Fué el inspirador de la revolución de 1943 pero como en ese momento era apenas Coronel no podía tomar directamente el poder usó como Presidente de facto a un antiguo Gral. Rawson a quien reemplazó al día siguiente por otro general ad hoc, el General Ramirez para terminar entregando el poder a un tercero, el General Farrell.
Apoyado por el GOU, Perón se hizo Vice Presidente de la Nación, Ministro de Guerra y Secretario del Trabajo y Previsión. Su Ministerio le sirvió para reforzar la red de oficiales que lo apoyaban y la Secretaría de Trabajo para adular a los gremialistas y atraerlos al servicio de su proyecto político.
Luego de algunos escarceos de la oposición, completamente inútiles, erróneos y frustrados consiguió hacerse elegir Presidente de la Nación en 1945 por una coalición de algunos sectores de la Unión Cívica Radical, algunos conservadores y el partido Laborista del pobre Cipriano Reyes. Por supuesto traicionó a todos sus aliados y acompañado por un conjunto de hombres de su misma laya asumió al gobierno para llevar a la práctica todo su resentimiento contra la Argentina tradicional.
Derogó la Constitución y adoptó un estatuto pseudo-constitucional en 1949 mediante el cual pudo hacerse reelegir en 1951 por otro período de 6 años.
Por razones que no están demasiado claras su habitual astucia le falló en 1955 porque atacó directa y violentamente a la Iglesia Católica. Todos los timoratos y sofistas del catolicismo que lo apoyaban hasta ese momento, perdieron toda excusa para seguir haciéndolo y desde entonces se formó contra Perón un movimiento irresistible que acabó derrocándolo.
En el interín y después de la fallida revolución de 1956, Perón mandó incendiar varias de las más tradicionales Iglesias de Buenos Aires: San Francisco, Santo Domingo, San Ignacio, San Nicolás y alguna otra que tal vez me olvide.
Sin embargo, la fracción no peronista de la "dirigencia" corrupta e inepta canceló deliberadamente todas las razones religiosas, filosóficas y constitucionales por las cuales Perón había sido derrocado y conspiró contra Lonardi, el General victorioso de la revolución de Septiembre de 1955, y se adueñó del poder para volver a las viejas practicas que habían dado excusa a Perón para encumbrarse.
Por supuesto hicieron todo mal, ofendieron a mucha gente y trataron de imponer ideas falsas combatiendo al catolicismo que había sido el alma del derrocamiento de Perón.
Eso le dio al demagogo una oportunidad inigualada para mantener una vigencia inmerecida dentro del panorama político. Y por supuesto él se prestó con mucho gusto para secundar los planes de la subversión marxista en la Argentina con la cual simpatizaba y siempre simpatizó a causa del profundo resentimiento que era la base de su posición política.
Junto con el resentimiento había una enorme dosis de deshonestidad entre los componentes del peronismo. Perón tuvo un exilio dorado. Eso hubiera sido imposible si fuera verdad que no tenía otros ingresos que su pequeño sueldo como Presidente. Obviamente obtuvo durante su gobierno otros recursos no revelados que engrosaron su patrimonio.
El resentimiento y la deshonestidad han sido los dos motores del peronismo y las dos notas características de los dirigentes designados por Perón o que lo han sucedido a lo largo de estos nefastos 50 años en que el peronismo dominó el escenario político y lo continúa haciendo.
Esos vicios propios del peronismo pueden inspirar un marxismo militante, como el de los montoneros y Kirchner, o puede facilitar un oportunismo lucrativo como el de Menem y sus semejantes. El peronismo da para todo. Como dije en el nro. 509 del 11/9/2003: "El peronismo no es un partido: es un negocio".
Considero indispensable destruir el mito de Perón, desmentir su pretendido "anticomunismo" y su ficticio patriotismo para que de ahora en adelante quienes sean peronistas deban reconocer que lo son para ganar plata indebidamente apoyados en la función pública o porque, movidos por un resentimiento básico, consideran que este movimiento provee suficientes instrumentos para la subversión social.
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