Se basó en dichos de un ex guerrillero, para el que las “armas no están enterradas”. Y pidió custodia para su familia.

El ex dictador Jorge Rafel Videla habló ayer por segunda vez en el juicio que se le sigue en la provincia de Córdoba por delitos de lesa humanidad. Lo hizo para denunciar que se siente “inseguro” y pidió custodia para su familia. Los temores de Videla se fundan en la supuesta “reinstalación de grupos montoneros” en esa provincia.
El planteo se origina en una reunión que tuvo lugar el viernes último y de la que participaron los ex montoneros Roberto Cirilo Perdía y Guillermo Martínez. El último había dicho: “No hemos enterrado las armas aunque no es momento para ellas, lo cual no quiere decir que sean un elemento de poder. Vamos a defender la democracia”.
En tono llamativamente sumiso, leyendo, Videla consideró que se trataba de una “amenaza a la sociedad de reinstalar la violencia para alcanzar fines políticos que no fueron posibles mediante la democracia”, y se manifestó “intimidado”, “agraviado” y se definió como un “preso político”. Otro de los procesados tomó el micrófono y pidió que se identifique a los asistentes al acto del viernes 10.
Durante el cuarto intermedio, uno de los abogados querellantes, Miguel Hugo Vaca Narvaja, hijo de una de las víctimas, dijo que si es cierto que se habló de que tienen las armas desenterradas, deberían existir fiscales atentos a los hechos y actuar: “Esto es, abrir o no una acción penal”. Muy molesto, el abogado calificó al acto de los ex montoneros como “desubicado, poco oportuno; además de contribuir a abonar la teoría de los dos demonios, de la cual se toman ahora los imputados para hacer estas manifestaciones”.

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