¿Se te olvidan las cosas?
¿Se te olvidan las cosas?....
Cuando llegas a un lugar concreto (una habitación, por ejemplo), ¿te das cuenta que no sabes qué has ido a hacer allí? ¿Olvidas las cosas frecuentemente?
Si así es, no creas que se trata de algo poco común. Son muchas las personas que acuden a la consulta refiriendo "pérdidas puntuales de memoria". En realidad, no les preocupa olvidar alguna cosa poco relevante, porque la mayoría de las veces se trata de cuestiones banales.
Coger un cubierto, mirar un libro… Raramente olvidamos cerrar el gas, sacar al chiquillo de la bañera, hacer la comida a mediodía… Ciertamente angustia otra cosa: La posibilidad de padecer un proceso de deterioro cognitivo, una demencia.
Todos conocemos personas, más o menos cercanas, que padecen una enfermedad de este tipo como el Alzheimer. Y sorprende ver cómo, poco a poco, dejan de ser ellos. Como si el ser que conocimos abandonase el cuerpo y dejase que lo habitase alguien sin alma, sin capacidad de alegrarse y sonreír, que no nos reconoce. Es duro vivir al lado de una persona que padece esta dolencia cuando lo amamos tanto.
Pero el artículo de hoy no trata sobre la demencia como tal. En realidad, intenta poner un punto de cordura sobre la cuestión de si el hecho de olvidar cosas ocasionalmente puede significar que estamos inmersos en un proceso de deterioro cognitivo, o demencia.
A los pacientes que vienen a consulta por las citadas "pérdidas de memoria", jóvenes la mayoría de ellos para padecer una enfermedad como el Alzheimer, siempre les pongo el mismo ejemplo:
"Si yo le preguntase de qué color es la camisa que lleva bajo la bata mi compañera de la planta baja, ¿sabría responderme?"
Y es que, en el proceso de memorización de algún hecho, lo primero que ha de darse es la fijación del dato a recordar. Es decir, que si no hemos prestado atención a aquello que hemos de recordar, el proceso queda abortado. Y la mayoría de personas que refieren no acordarse de las cosas en realidad están centradas en otras cuestiones: están nerviosas por algún aspecto familiar o laboral, o están pensando en algún examen pendiente, por ejemplo. El resultado, no saben qué han de memorizar. No se fijan. Y por tanto, no lo consiguen.
Aún recuerdo a nuestro neurólogo de referencia quien, durante un curso en el que hablábamos de los deterioros cognitivos, pidió ayuda a una paciente derivada a su servicio por sospecha de demencia. Para demostrarnos que no estábamos ante un proceso de tal índole, le preguntó cosas como: ¿Sabe usted qué pasó en 2001 en Nueva York? ¿Sabe usted cómo se llaman los Reyes de nuestro país? Evidentemente, la mujer contestó correctamente ambas cuestiones, quedando claro que no padecía una demencia. Al reinterrogarla, supimos que estaba pendiente de algunos problemas con su hijo, que la tenían muy nerviosa. Falta de concentración, como decíamos.
De todas formas, existe un test, que es el que utilizamos en los centros de salud más frecuentemente ante la sospecha de esta enfermedad. Se trata del test de Pfeiffer. Son 10 preguntas, a simple vista muy sencillas de responder, pero no tanto para aquella persona con rasgos de deterioro cognitivo. Existen otros tests, como el de Lobo, o su versión americana original (el minimental), que también utilizamos en los centros de primaria; pero son tests que requieren de algo más de tiempo para contestarlos.
Así si quieren comprobar que, realmente, no tienen ninguna pérdida de memoria, los invito a realizar, al menos, el test de Pfeiffer. No les llevará más de dos minutos, y se quedarán tranquilos.
Por el Dr. Francisco Marín (Atención primaria)
Cuando llegas a un lugar concreto (una habitación, por ejemplo), ¿te das cuenta que no sabes qué has ido a hacer allí? ¿Olvidas las cosas frecuentemente?
Si así es, no creas que se trata de algo poco común. Son muchas las personas que acuden a la consulta refiriendo "pérdidas puntuales de memoria". En realidad, no les preocupa olvidar alguna cosa poco relevante, porque la mayoría de las veces se trata de cuestiones banales.
Coger un cubierto, mirar un libro… Raramente olvidamos cerrar el gas, sacar al chiquillo de la bañera, hacer la comida a mediodía… Ciertamente angustia otra cosa: La posibilidad de padecer un proceso de deterioro cognitivo, una demencia.
Todos conocemos personas, más o menos cercanas, que padecen una enfermedad de este tipo como el Alzheimer. Y sorprende ver cómo, poco a poco, dejan de ser ellos. Como si el ser que conocimos abandonase el cuerpo y dejase que lo habitase alguien sin alma, sin capacidad de alegrarse y sonreír, que no nos reconoce. Es duro vivir al lado de una persona que padece esta dolencia cuando lo amamos tanto.
Pero el artículo de hoy no trata sobre la demencia como tal. En realidad, intenta poner un punto de cordura sobre la cuestión de si el hecho de olvidar cosas ocasionalmente puede significar que estamos inmersos en un proceso de deterioro cognitivo, o demencia.
A los pacientes que vienen a consulta por las citadas "pérdidas de memoria", jóvenes la mayoría de ellos para padecer una enfermedad como el Alzheimer, siempre les pongo el mismo ejemplo:
"Si yo le preguntase de qué color es la camisa que lleva bajo la bata mi compañera de la planta baja, ¿sabría responderme?"
Y es que, en el proceso de memorización de algún hecho, lo primero que ha de darse es la fijación del dato a recordar. Es decir, que si no hemos prestado atención a aquello que hemos de recordar, el proceso queda abortado. Y la mayoría de personas que refieren no acordarse de las cosas en realidad están centradas en otras cuestiones: están nerviosas por algún aspecto familiar o laboral, o están pensando en algún examen pendiente, por ejemplo. El resultado, no saben qué han de memorizar. No se fijan. Y por tanto, no lo consiguen.
Aún recuerdo a nuestro neurólogo de referencia quien, durante un curso en el que hablábamos de los deterioros cognitivos, pidió ayuda a una paciente derivada a su servicio por sospecha de demencia. Para demostrarnos que no estábamos ante un proceso de tal índole, le preguntó cosas como: ¿Sabe usted qué pasó en 2001 en Nueva York? ¿Sabe usted cómo se llaman los Reyes de nuestro país? Evidentemente, la mujer contestó correctamente ambas cuestiones, quedando claro que no padecía una demencia. Al reinterrogarla, supimos que estaba pendiente de algunos problemas con su hijo, que la tenían muy nerviosa. Falta de concentración, como decíamos.
De todas formas, existe un test, que es el que utilizamos en los centros de salud más frecuentemente ante la sospecha de esta enfermedad. Se trata del test de Pfeiffer. Son 10 preguntas, a simple vista muy sencillas de responder, pero no tanto para aquella persona con rasgos de deterioro cognitivo. Existen otros tests, como el de Lobo, o su versión americana original (el minimental), que también utilizamos en los centros de primaria; pero son tests que requieren de algo más de tiempo para contestarlos.
Así si quieren comprobar que, realmente, no tienen ninguna pérdida de memoria, los invito a realizar, al menos, el test de Pfeiffer. No les llevará más de dos minutos, y se quedarán tranquilos.
Por el Dr. Francisco Marín (Atención primaria)
1 Comentarios