El "Enano" fue crucial en la victoria de River frente a Vélez y de esta manera los fantasmas parecen ir esfumándose. Ayer su equipo mostró otra cara y la esperanza está en sus pies

Diego Buonanotte nunca imaginó que aquel 13 de diciembre se convertiría en un antes y un después en su vida. Y seguramente aquella noche habrá estado presente en su memoria este viernes, cuando un gol suyo en su segundo partido tras su regreso le iba a devolver la sonrisa a River.

Fue una noche especial. A los 36, Cristian Villagra llegó al fondo sobre la izquierda, envió un centro que controló con gran jerarquía Bounanotte, a pesar de la marca del uruguayo Pablo Lima, y resolvió en forma esquinada.

Luego llegaría el festejo, un desahogo a tanto dolor. Salió disparado, con una sonrisa enorme en su rostro, y a cada paso sus compañeros mostraban la misma alegría. También besó el tatuaje de sus tres amigos, con quienes seguramente se abrazó en un encuentro imaginario, en un festejo interminable.
 
"Lo voy a festejar con mi familia y se lo dedico a mis amigos que ya no están. Especialmente lo quiero compartir con la familia de ellos", enfatizó Buonanotte tras el triunfo del ascendente River de Ángel Cappa, por la antepenúltima fecha del torneo Clausura. "Este es uno de los goles que más grité por lo de mis amigos y por lo difícil que fue este partido", subrayó el joven crak riverplatense.
 
El camino no fue fácil. El recuerdo de sus tres amigos que perdieron la vida luego del accidente que protagonizó con su auto tras una salida debe haber sido difícil de superar. Pero con alma y corazón alejó los fantasmas y con la fuerza de un guerrero volvió, de a poco, pero a pasos agigantados.

Diego Buonanotte dejó atrás la peor pesadilla de su vida y hoy está de vuelta, donde más lo hace feliz, en River y con una pelota de por medio. El fútbol lo extranaba, claro está, y le tenía preparada esta noche especial frente al Vélez muletto, que de suplente no tiene nada.

Se recuperó entre las sombras y las grietas que marcarán por siempre su alma. Pero encalló su tristeza y se propuso salir adelante, por su familia, por sus amigos que ya no están, por los padres de estos que siempre lo apoyaron, por River.

Horacio Cavaliere y Luis Seveso, los médicos del “Millonario”, le pronosticaron de cinco a siete meses de recuperación y tres meses sin realizar trabajos futbolísticos. Pero nada lo detuvo y salió adelante con un espíritu inquebrantable.

Así, el 8 de febrero se sumó al plantel para iniciar las tareas de kinesiología y fortalecimiento. A mediados de marzo tomó los primeros contactos con la pelota y ya nada se interpuso para acabar con un letargo interminable.

La llegada de Ángel Cappa Buonanotte fue otro mimo para Diego, que a los 22 años tuvo que recibirse de adulto a los golpes. Pero salió adelante. Y entre su familia y sus compañeros le brindaron el apoyo y el afecto necesario para que el “Enano”, nuevamente, muestre una sonrisa en la cara. Esa sonrisa pícara, la misma que la saca a la pelota con cada enganche, con cada gambeta.
 
"Creo que fue uno de los mejores partidos (del conjunto) desde
que estoy en River. Ojalá que podamos tener una buena temporada con este cuerpo técnico que tiene mucho para darnos", se entusiasmó Buonanotte, que está de regreso. El barrio de Núñez y el fútbol, agradecidos.

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