el ex guitarrista de Los Piojos lanza duras criticas
Tavo Kapunski: "Hacía rato que ya no éramos una banda"
Sin casette ni presiones, el guitarrista hace un repaso de sus últimos años en Los Piojos y le pone el pecho a su presente en Las Pelotas y Revelados.
Por: Nicolás Igarzábal. Especial para el Suplemento Sí!
Ciudad Jardín alguna vez se llamó Clearview. Emilio Vieyra filmó Extraña invasión (1965), una película sci-fi clase (muuuuy) B, usando el barrio como escenografía natural, simulando ser un pueblito del sur de los Estados Unidos. Fantasía y/o realidad, esta zona de tradición alemana, tiene calles circulares bautizadas con nombres de plantas (Margaritas, Gladiolos, Claveles) y aviadores (de Saint-Exupéry a Jorge Newbery).
"Es muy complicado entrar y salir sin perderse, sos siempre un visitante acá", avisa Tavo Kupinski, vecino desde los 19 años (hoy 36) y baqueano por un rato. "Parece una ciudad de otro país", se enorgullece mientras camina por la calle De Los Aromos hasta De Los Geranios. Todavía se pueden rastrear algunos vestigios de Los Piojos, su banda insignia, como la famosa esquina Libertad (¡Che, che!) o nuevos mocosos merodeando las calles. El guitarrista agrega el dato de una escasez que le recuerda a la de aquel verano del '92, donde buscaban hierba hasta debajo de los sillones. Desde Chactuchac hasta Civilización, estas tierras del oeste bonaerense estuvieron en el imaginario piojoso durante veinte años. Buenos días, Palomar, último track de la discografía, queda como testamento barrial.
Tavo saca los trapitos al sol y arranca dando su versión sobre el fin del grupo, hace un año, cuando se hizo oficial el anuncio a través de un comunicado y posterior show despedida en River. Habla de una "traición" por parte de sus ex compañeros: "Yo no fui parte de la decisión de que el grupo terminara. Desde que se fue Piti (Fernández) hasta que nos separamos, pasó un año en el cual hubo tres personas que se reunieron a espaldas mías, sin huevos y sin códigos, hasta que un día llegué y me dijeron que se separaban Los Piojos". Apunta siempre los cañones contra Andrés Ciro Martínez, Micky Rodríguez y Pocho Rocca (manager). "Lo del 'parate indefinido' es una mentira, fue una carta escrita sólo por Andrés. Todo un verso, demagogia total. Después me llamó Pocho para que la leyera, y le dije que era mejor no decir nada, parar el tiempo que queramos, sin hacer todo un invento. Habíamos tenido dos parates antes, pero sin ánimos de separación".
-¿La salida de Piti fue lo que más te dolió?
-Lo de Piti fue como un boxes de Fórmula 1: vinieron los mecánicos expertos, lo cambiaron y seguimos andando. Fue una situación horrible, donde se estaba yendo el padrino de mi hija y yo estaba "educando" al otro guitarrista. Era el único que podía pasarle los temas a Juanchi (Bisio), eso era un problema para el resto. Musicalmente, siempre fui el que llevó la batuta, el apuntador del grupo. Ahí se ve el trabajo de cada uno: los arreglos de los temas los tengo tatuados, los tengo metidos adentro del cuerpo. Nunca me los voy a olvidar. Es una cuestión de cariño y de entrega absoluta.
-Después de que se fue Piti, había rumores de que seguías vos.
-Sí, pero no me iba a ir así nomás, me tenían que sacar con los pies para adelante. Los Piojos son míos. No soy "el ex guitarrista de Los Piojos": soy Los Piojos. Es mi banda, porque legalmente el nombre está registrado por cinco personas y una soy yo. No voy a regalar nada porque no me banque a uno. Así como Andrés nos veía como sus guitarristas, yo también puedo decir que él era el cantante de mi banda.
-¿Cerrás las puertas para cualquier regreso?
-No hay posibilidad de volver de mi parte. La única chance sería que venga un tipo y me diera un palo verde. Yo voy y toco, nada más. Hoy en día, para compartir un escenario con Andrés, y que Pocho esté en la movida, me tendrían que dar mi parte. Iría a disfrutar con mis amigos: no podemos volver sin Piti.
-¿Y una vuelta sin vos?
-Ellos la deben estar imaginando. En el mundo empresarial existe de todo. Pero no soy boludo, yo sé lo que es mío. Si van a volver sin mí alguna vez, va a tener que pasar mucho más tiempo.
-¿Cómo viviste la despedida?
-Con bronca. El River anterior, que fue el Quilmes Rock, le dediqué Sudestada a Piti y cuando volvimos a la sala, me lo recriminaron todos. Entonces, en el último recital, primero que no me presentaron, pero dije que la cantaba igual, y después remarqué "Para Piti", mirándolo a Micky a la cara. Me salió de adentro, ¿te pensás que me vinieron a decir algo después? Nada, porque yo te salto con una patada voladora en la cabeza. No tengo términos medios, no hay calles para mí: es una vereda o la otra.
Tavo hace carne la metáfora en una esquina de su barrio, sentado sobre el cordón: más literal, imposible. Pasan camiones con un smog insoportable. "¿Tenés fuego?", pregunta y uno llega a confundir la literalidad con lo abrasivas de sus declaraciones. "Desde fines de 2004, el grupo se convirtió en una empresa que facturaba espectáculos grandes. Hace rato que no éramos una banda: mucho antes de que dejáramos de tocar". Pero aclara: "No somos cinco islas, no somos cinco personas distanciadas y en desacuerdo. O sea: en una gira estábamos todos en una habitación, menos Andrés. Siempre fue así, marcando la diferencia. El problema no es de Los Piojos. Hay dos personas que tomaron otro camino. El resto la chuparemos y la remaremos toda la vida por no ser la cara visible del grupo".
-¿Creés que Andrés como solista va a tener más éxito que los proyectos de ustedes?
-¿La verdad? Si le va bien por su lado, me voy a sentir bien porque fue gracias a mí también. Si no hubiera existido Los Piojos, Andrés no sería nadie. Yo, con tocar la música que quiero, con que me gusten los temas, estoy hecho. Si me va bien, mejor. Pero si no, siempre voy a tocar la guitarra, no me veo haciendo otra cosa.
-¿Cómo te sentís tocando en Las Pelotas ahora?
-No puedo creer estar ahí, siempre fui muy fana de ellos. Los iba a ver desde antes de que grabáramos Chactuchac. Germán (Daffunchio) es un ángel y los pibes son increíbles. Recibí un reconocimiento que jamás hubiera esperado. Ahí me di cuenta: "¿Por qué nunca me pasó esto con mis compañeros?". Nunca me reconocieron nada: Andrés me ponía a prueba todo el tiempo. Ahora me voy de gira con Las Pelotas y la paso cien veces mejor, no tengo presiones. Los Piojos es mi pasado y tuvo cosas hermosas, pero hoy, si me preguntás, me quedo con Las Pelotas.
http://www.si.clarin.com/2010/04/30/home/02189393.html
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Sin casette ni presiones, el guitarrista hace un repaso de sus últimos años en Los Piojos y le pone el pecho a su presente en Las Pelotas y Revelados.
Por: Nicolás Igarzábal. Especial para el Suplemento Sí!
Ciudad Jardín alguna vez se llamó Clearview. Emilio Vieyra filmó Extraña invasión (1965), una película sci-fi clase (muuuuy) B, usando el barrio como escenografía natural, simulando ser un pueblito del sur de los Estados Unidos. Fantasía y/o realidad, esta zona de tradición alemana, tiene calles circulares bautizadas con nombres de plantas (Margaritas, Gladiolos, Claveles) y aviadores (de Saint-Exupéry a Jorge Newbery).
"Es muy complicado entrar y salir sin perderse, sos siempre un visitante acá", avisa Tavo Kupinski, vecino desde los 19 años (hoy 36) y baqueano por un rato. "Parece una ciudad de otro país", se enorgullece mientras camina por la calle De Los Aromos hasta De Los Geranios. Todavía se pueden rastrear algunos vestigios de Los Piojos, su banda insignia, como la famosa esquina Libertad (¡Che, che!) o nuevos mocosos merodeando las calles. El guitarrista agrega el dato de una escasez que le recuerda a la de aquel verano del '92, donde buscaban hierba hasta debajo de los sillones. Desde Chactuchac hasta Civilización, estas tierras del oeste bonaerense estuvieron en el imaginario piojoso durante veinte años. Buenos días, Palomar, último track de la discografía, queda como testamento barrial.
Tavo saca los trapitos al sol y arranca dando su versión sobre el fin del grupo, hace un año, cuando se hizo oficial el anuncio a través de un comunicado y posterior show despedida en River. Habla de una "traición" por parte de sus ex compañeros: "Yo no fui parte de la decisión de que el grupo terminara. Desde que se fue Piti (Fernández) hasta que nos separamos, pasó un año en el cual hubo tres personas que se reunieron a espaldas mías, sin huevos y sin códigos, hasta que un día llegué y me dijeron que se separaban Los Piojos". Apunta siempre los cañones contra Andrés Ciro Martínez, Micky Rodríguez y Pocho Rocca (manager). "Lo del 'parate indefinido' es una mentira, fue una carta escrita sólo por Andrés. Todo un verso, demagogia total. Después me llamó Pocho para que la leyera, y le dije que era mejor no decir nada, parar el tiempo que queramos, sin hacer todo un invento. Habíamos tenido dos parates antes, pero sin ánimos de separación".
-¿La salida de Piti fue lo que más te dolió?
-Lo de Piti fue como un boxes de Fórmula 1: vinieron los mecánicos expertos, lo cambiaron y seguimos andando. Fue una situación horrible, donde se estaba yendo el padrino de mi hija y yo estaba "educando" al otro guitarrista. Era el único que podía pasarle los temas a Juanchi (Bisio), eso era un problema para el resto. Musicalmente, siempre fui el que llevó la batuta, el apuntador del grupo. Ahí se ve el trabajo de cada uno: los arreglos de los temas los tengo tatuados, los tengo metidos adentro del cuerpo. Nunca me los voy a olvidar. Es una cuestión de cariño y de entrega absoluta.
-Después de que se fue Piti, había rumores de que seguías vos.
-Sí, pero no me iba a ir así nomás, me tenían que sacar con los pies para adelante. Los Piojos son míos. No soy "el ex guitarrista de Los Piojos": soy Los Piojos. Es mi banda, porque legalmente el nombre está registrado por cinco personas y una soy yo. No voy a regalar nada porque no me banque a uno. Así como Andrés nos veía como sus guitarristas, yo también puedo decir que él era el cantante de mi banda.
-¿Cerrás las puertas para cualquier regreso?
-No hay posibilidad de volver de mi parte. La única chance sería que venga un tipo y me diera un palo verde. Yo voy y toco, nada más. Hoy en día, para compartir un escenario con Andrés, y que Pocho esté en la movida, me tendrían que dar mi parte. Iría a disfrutar con mis amigos: no podemos volver sin Piti.
-¿Y una vuelta sin vos?
-Ellos la deben estar imaginando. En el mundo empresarial existe de todo. Pero no soy boludo, yo sé lo que es mío. Si van a volver sin mí alguna vez, va a tener que pasar mucho más tiempo.
-¿Cómo viviste la despedida?
-Con bronca. El River anterior, que fue el Quilmes Rock, le dediqué Sudestada a Piti y cuando volvimos a la sala, me lo recriminaron todos. Entonces, en el último recital, primero que no me presentaron, pero dije que la cantaba igual, y después remarqué "Para Piti", mirándolo a Micky a la cara. Me salió de adentro, ¿te pensás que me vinieron a decir algo después? Nada, porque yo te salto con una patada voladora en la cabeza. No tengo términos medios, no hay calles para mí: es una vereda o la otra.
Tavo hace carne la metáfora en una esquina de su barrio, sentado sobre el cordón: más literal, imposible. Pasan camiones con un smog insoportable. "¿Tenés fuego?", pregunta y uno llega a confundir la literalidad con lo abrasivas de sus declaraciones. "Desde fines de 2004, el grupo se convirtió en una empresa que facturaba espectáculos grandes. Hace rato que no éramos una banda: mucho antes de que dejáramos de tocar". Pero aclara: "No somos cinco islas, no somos cinco personas distanciadas y en desacuerdo. O sea: en una gira estábamos todos en una habitación, menos Andrés. Siempre fue así, marcando la diferencia. El problema no es de Los Piojos. Hay dos personas que tomaron otro camino. El resto la chuparemos y la remaremos toda la vida por no ser la cara visible del grupo".
-¿Creés que Andrés como solista va a tener más éxito que los proyectos de ustedes?
-¿La verdad? Si le va bien por su lado, me voy a sentir bien porque fue gracias a mí también. Si no hubiera existido Los Piojos, Andrés no sería nadie. Yo, con tocar la música que quiero, con que me gusten los temas, estoy hecho. Si me va bien, mejor. Pero si no, siempre voy a tocar la guitarra, no me veo haciendo otra cosa.
-¿Cómo te sentís tocando en Las Pelotas ahora?
-No puedo creer estar ahí, siempre fui muy fana de ellos. Los iba a ver desde antes de que grabáramos Chactuchac. Germán (Daffunchio) es un ángel y los pibes son increíbles. Recibí un reconocimiento que jamás hubiera esperado. Ahí me di cuenta: "¿Por qué nunca me pasó esto con mis compañeros?". Nunca me reconocieron nada: Andrés me ponía a prueba todo el tiempo. Ahora me voy de gira con Las Pelotas y la paso cien veces mejor, no tengo presiones. Los Piojos es mi pasado y tuvo cosas hermosas, pero hoy, si me preguntás, me quedo con Las Pelotas.
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