Tópicos y prejuicios sobre el jugador de videojuegos [part1

importante: léelo TODO si eres un gamer de verdad [megapost][parte1]

No es raro que se difundan todo tipo de tópicos sobre los aficionados a los videojuegos. Tratamos la obcecación recurrente de algunos medios y de muchos particulares en injuriar al sector y atribuirle las culpas del fracaso escolar, el consumo de drogas, el calentamiento global y otras catastróficas calamidades.

No es raro que se difundan, inevitablemente, todo tipo de tópicos sobre los aficionados a los videojuegos. Parece que exista un amplio consenso social sobre cómo somos y qué cosas solemos hacer la mayoría de videoadictos, como si existiera una manera de ser específica que describiera acuradamente a quienes compartimos tal pasión. Sin duda el lector estará familiarizado con el gran número de conceptos normalmente peyorativos que, según la opinión extendida entre el público lego, identifican al apasionado del ocio digital. Asimismo, desgraciadamente, existen también no pocos epítetos y calificativos despectivos que los propios videojugadores esgrimimos en ocasiones los unos contra los otros, a menudo para censurar con desapruebo a quienes no comparten nuestros mismos gustos, como si hubiera una única manera correcta de dedicarnos a nuestro entretenimiento favorito.



Sucede, probablemente, lo que con otros grupos humanos: propios y extraños achacan, con ánimo reduccionista, una serie de características definitorias a todos los integrantes de un grupo concreto de sujetos, lo que contribuye a conformar un determinado estereotipo a partir del cual clasificar, sin excepción, a cuantos individuos formen parte de dicho conglomerado. Probablemente, esta tendencia obedece a la necesidad de nuestra especie de catalogar, de clasificar tipos, no sólo de cosas y de animales, sino hasta de nuestros propios semejantes. Pero las generalizaciones, además de erróneas, pueden ser perversas, especialmente en el caso de la referencia a personas. Pretender establecer una serie de rasgos distintivos sirve únicamente para cimentar clichés infundados y encasillar injustamente a quien se nos ponga por delante, sin que el nulo conocimiento empírico de la realidad acerca de la cual nos manifestamos sea obstáculo ni impedimento alguno para proferir hirientes injurias con la misma facilidad con la que emitimos poco reflexionadas sentencias de lo más arbitrario .

El objetivo de este pequeño reportaje es el de exponer una serie de conceptos e ideas que, pese a ser aceptados comúnmente como peculiaridades tópicas de la pluralidad de los devotos de los videojuegos -ya sea por quien no tiene nada que ver con el medio o sea por quien lo conoce a fondo- no tienen por qué representarnos a ninguno, ni particular ni globalmente. Es también nuestra voluntad poner de manifiesto, bajo un prisma humorístico, en la medida de lo posible, la ridiculez y falta de base de la percepción usual del tahúr digital y someter a análisis las interpretaciones tendenciosas y las asociaciones parciales, temerarias y ofensivas, que a menudo son vertidas ciegamente y que nos retratan como seres asociales, sedentarios, absortos en nuestro mundo de píxeles y hasta como drogadictos y criminales en potencia.



Asimismo, advertimos que, si bien, como siempre que se alude a tópicos, como con cualquier realidad humana, en gran medida las afirmaciones que debatiremos a continuación son exageradas y falsas en términos absolutos, existen casos particulares extremos en los que la perversión y el abuso pueden llegar a comportar, precisamente, un panorama que no difiere en exceso del que retrata este conjunto de ideas caricaturescas. Conviene aclarar que pretendemos ocuparnos de un grupo humano diverso, por lo que presuponer cierta homogeneidad sería falaz. Probablemente existan casos patológicos a los que cabría aplicar aseveraciones semejantes a las que aquí trataremos, pero es importante puntualizar que no es nuestra intención ocuparnos de tal especificidad, sino debatir conceptos e ideas preconcebidas aplicadas de modo general a la totalidad de aficionados en su conjunto.

Antes de dar paso al debate quisiéramos dar a entender que no pretendemos servir un tratado exhaustivo, sino sentar las bases para establecer una saludable dialéctica entre aficionados y abrirla a quien desconozca los entresijos del mundillo y quizás comparta la percepción que esta serie de planteamientos preconcebidos define. Puede que sea inocente pretender que la mera manifestación y explicación de las diversas arbitrariedades y los múltiples sambenitos que denigran a los apasionados de los videojuegos y a su pasatiempo predilecto nos sirva para desmentir el arquetipo tan propagado del jugón por excelencia, pero nuestro candor nos empuja a intentarlo: sería bonito que en lo sucesivo los videojugadores conspicuos y el propio ámbito fueran tratados con una mayor equidad, lejos de la obcecación recurrente de algunos medios y de muchos particulares en injuriar al sector y atribuirle las culpas del fracaso escolar, el consumo de drogas, el calentamiento global y otras catastróficas calamidades de las que, ya nos perdonarán, es poco menos que irrazonable, improcedente y descarado culparnos colectivamente.


El jugón, proscrito

Los videojuegos, fuente de problemas sociales
A finales de año pasado trascendía la noticia de que el gobierno chino, a través de su canal de televisión público estatal CCTV, en un programa de corte documental titulado "Confesiones de un asesinato: Pornografía y violencia en los juegos en línea", asociaba a los videojuegos de forma directa problemas sociales graves como embarazos prematuros, drogadicción y asesinato. En el espacio televisivo en cuestión se mostraba el ejemplo de un joven encarcelado por homicidio del que se decía que había cometido el crimen influenciado por el contenido de sus videojuegos favoritos. En la segunda parte del programa se trataba el caso de una menor que mantuvo relaciones sexuales con desconocidos a quienes habría conocido por medio de un videojuego online. Al margen de lo que considere institucionalmente el gobierno del país asiático o el de cualquier otro país, esta vinculación entre videojuegos no es nueva ni nos es desconocida. En los medios de comunicación occidentales también podemos oír relativamente a menudo aseveraciones parecidas, casi siempre teñidas de un amarillismo sensacionalista. Es cierto que en los últimos años va a menos esta pecaminosa vinculación, pero es indudable que ha dañado tanto la imagen del propio medio como la de sus consumidores. Parece que esgrimir porcentajes de estudios pretendidamente científicos que ayudan a poner de manifiesto cuán perniciosa resulta la afición a los videojuegos es prueba suficiente para explicar la motivación oculta tras buen número de delitos y fechorías, pero dar entender que la temática de ciertos títulos empuja a determinados jugadores a perpetrar crímenes es poco menos que superficial y simplista, como llegar a la conclusión de que Don Quijote enloquecía por culpa de la lectura de literatura de caballerías. De hecho, responsabilizar a cualquier manifestación cultural de según qué lacras denota una capacidad analítica paupérrima. Pedro Piqueras debería tomar buena nota de ello.


Los videojuegos, causantes de problemas sociales

El videojugador es violento por naturaleza
Abundando en esta observación superficial fácilmente se le ocurrirá a cualquier lector avispado que la influencia nefasta de los tiros virtuales y los marcianitos desintegradores convierte al aficionado a los videojuegos en un peligro público potencial. Parece que es obvio para cualquier espectador bobalicón que quien incurre en semejante adicción se vuelve pronto violento a la fuerza. Tras la matanza en el instituto de Columbine en abril de 1999 en Estados Unidos se dio a conocer que Eric Harris y Dylan Klebold, los jóvenes responsables de la masacre, eran jugadores habituales de Counter Strike. Habrá quien opine en este caso que las pruebas hablan las pruebas por sí solas ¿Qué sucede, sin embargo, con el resto de aficionados a títulos de corte similar? Call of Duty Modern Warfare II ha alcanzado recientemente cifras de venta verdaderamente astronómicas, ¿debemos esperar, por tanto, la inminente emersión de hordas de jugadores armados irrumpiendo en colegios e institutos, dispuestos a sembrar el pánico a su paso?


El videojugador es violento por naturaleza

Los jugadores de World of Warcraft son trolls de las cavernas
Hay quien los ve como el epítome del jugador enclaustrado en su habitación, dedicado en cuerpo y alma únicamente a su videojuego favorito. Seres solitarios, solteros, sin vida social, problemas de autoestima... Ésa es la imagen del jugador de rol masivo online, específicamente la del jugador de World of Warcraft, hasta entre videojugadores existe cierto consenso a la hora de catalogarlos, lo que es lamentable. Porque, de nuevo, catalogar a un grupo de gente tan enorme (hace un año WOW tenia ya 5 millones de jugadores en todo el mundo) puede conllevar posibles errores de idéntica proporción. Hay quien, después de varios años jugando, ha creado un grupo de amigos con los que recorrer el vasto mundo de Azeroth. Entre estos "trolls de las cavernas" puede haber matrimonios jóvenes, un padre que juega con su hijo, universitarios, adolescentes, un farmacéutico cuarentón, un director administrativo. Aunque es cierto que la cantidad de jugadoras es menor (trataremos este aspecto en otro punto) las hermandades o cofradías (grandes grupos de jugadores que juegan para el beneficio común) cuentan entre sus filas con mas del 25% de mujeres, unas cuarenta jugadoras por cada ciento cincuenta jugadores. Y que quede claro que esta estimación se formula en base al sexo del jugador, y no al del avatar del jugador, que en ocasiones difiere del de su dueño. WoW, como cualquier otro juego con extensas posibilidades, de intuitivo manejo, con enormes terrenos para explorar, puede resultar bastante absorbente. Como con todo lo que en esta vida nos gusta demasiado, hay que tener entendimiento para saberlo racionar adecuadamente. No vamos a ese restaurante caro que tanto nos gusta todos los fines de semana, sino que acudimos a él puntualmente en aquellas ocasiones más especiales, cumpleaños, etc., o, sencillamente cuando nos lo podemos permitir. Es cierto que WoW exige de mucho tiempo de juego para avanzar, pero no hay un objetivo en ello, a parte de las búsquedas y misiones de las que nos tendremos que ir encargando. Los que llevan mucho tiempo jugando saben que su encanto radica en vivir aventuras con otra gente en un mundo fantástico, mejorando nuestras habilidades en el proceso, como sucede en cualquier otro juego de rol. Y también saben que hay un momento para dejarlo, ir a lavar los cacharros de la cocina o salir de cena con los amigos. Como sucede en cualquier circunstancia y en cualquier grupo social, hay entre los adictos a WoW personajes de lo mas singular. Están los egoístas que se quedan con todos los ítems, los niñatos, los broncas, aquellos a quien les gusta lucirse, los que están siempre intentando demostrar algo, y también hay gente estupenda, y habrá quien sea justo todo lo contrario. Incluso puede que haya, en realidad, algún que otro troll auténtico, de esos que comen gnomos.


Los aficionados a WoW son trolls

Los videojugadores no hacen deporte
Porque claro… ¿Cómo va a tener tiempo para hacer nada lejos de su pantalla alguien que vive pegado a un mando de control remoto? Hay quien piensa que por eso justamente fueron ideados EyeToy y Wii Balance Board: para los anquilosados jugones que han olvidado cómo moverse. Desde luego, los excesos son malos. Aquél que no sea capaz de levantarse del sillón más que para cambiar el disco de su videoconsola tiene un problema serio. Pero es un disparate asumir que quien disfruta de los videojuegos no hace otra cosa. Al margen de la actividad deportiva de muchos aficionados a los videojuegos anónimos, que disfrutan de su pasión de un modo sano, son muchos los deportistas de élite que manifiestan jugar con sus compañeros durante las concentraciones y desplazamientos con sus equipos respectivos. Sin duda, existen entrenadores de diferentes disciplinas deportivas que no ven este hábito con buen ojo, pero también hay quien recomienda a los deportistas que preparen sus competiciones intentando visualizar el momento en el que sus habilidades vayan a ser puestas a prueba. Los videojuegos de carreras ayudan a los pilotos a preparar sus torneos, el trazado de las pistas es muy similar al de los circuitos reales y memorizar cada curva les puede ser de ayuda. Pero, en general, quien juega a videojuegos desarrolla su capacidad de reacción y sus reflejos, lo que es de ayuda para un buen número de deportes. Aunque haya quien piense que la actividad física más intensa en la que pueda participar un jugón es un partido de fútbol... a los mandos de Pro Evolution Soccer o FIFA.


Si pratica deporte no es aficionado a los videojuegos

El videojugador es descuidado en su alimentación e higiene
Porque parece lógico que quien no se mueve de casa y no hace deporte se vea empujado a hacer pedidos de comida basura repartida a domicilio y tampoco experimente necesidad alguna de asearse. El videojugador, según tal afirmación, es un sucio cerdo con gran sobrepeso, que se nutre de patatas fritas, vive perpetuamente en pijama ante el televisor y hundido en el sofá, que desconoce el significado de palabras como jabón o lechuga. Sin duda, el sedentarismo, la obesidad infantil, las dietas poco variadas y la comida basura son cuestiones graves que conviene tener muy en cuenta y no tratar a la ligera, ya que quien las sufre tiene un problema serio con sigo mismo y con su entorno. Pero culpar a los videojuegos, una vez más, es cargar el muerto a lo que parece que se ha convertido en el niño de los azotes favorito por la sociedad. Sólo faltaba que nos tildasen de poco aseados. Jugones, miraos al espejo. ¡En qué ser repugnante nos ha convertido nuestro vicio!


El videojugador, persona cochina


Bueno caseros este es el final de la primera parte, espero y les haya gustado proximamente esperen la segunda parte

PD: espero no haver ofendido a nadie en la realizacion de espe post