Lo que el sismo se llevó
Hasta la catástrofe de este mes y más allá de los golpes cotidianos, el seleccionado de Haití estaba en plena reconstrucción, luego de ganar la Copa del Caribe en 2007 y de acceder a los cuartos de final de la Copa de Oro en 2009. El terremoto mató a 30 integrantes de la Federación local. Y generó solidaridad en el ambiente del fútbol.
Todas las caras que muestra Puerto Príncipe, la capital de Haití, son las de una tragedia. Hay personas que lloran personas; hay niños que miran y no entienden; hay mujeres a las que el mundo se les cayó encima; hay hombres que revuelven escombros para encontrar más dolor. También ahí, la sede de la Federación Haitiana de Fútbol resulta un testimonio de las consecuencias del terremoto que en este enero devastó al país caribeño: según informó la FIFA a través de un comunicado, al menos 30 integrantes de la FHF murieron en medio de la tragedia. Las autoridades del fútbol haitiano indicaron además que la sede central de la federación quedó destruida y que el presidente de la institución, Yves-Jean Bart, sobrevivió al terremoto.
Otra escena cuenta vinculada con el fútbol cuenta lo que la tragedia se llevó. El principal estadio de la capital, el Sylvio Cator, es ahora un campo para los refugiados. Donde el seleccionado local trataba de crecer para volver a vivir los días felices de los años 70 (fue el segundo equipo del Caribe en acceder a una Copa del Mundo, en Alemania 1974) ahora un montón de gente sin nada procura encontrar al menos un pequeño lugar donde cobijarse.
Hay más. El seleccionador nacional de Haití, el colombiano Jairo Ríos, se salvó a por la bendición del azar: iba a viajar desde los Estados Unidos un día después para empezar sus trabajos con la Federación. Y no sabe qué sucedió con sus futbolistas. "No sé nada, la mayoría de los jugadores estaban de vacaciones, en sus hogares, no sé si están vivos o muertos", señaló en diálogo con el diario hondureño Diez. Judelin Aveska, el único futbolista haitiano que juega en la Argentina (es defensor de Independiente Rivadavia de Mendoza) llamó a su familia y confirmó la mejor novedad posible: todos están a salvo del sismo.
El vicepresidente de la Unión de Fútbol del Caribe, el jamaiquino Horace Burrell, también le puso palabras al desastre. Contó que los miembros de la federación mantenían una reunión durante el terremoto. "No se puede describir con claridad lo que vi en Haití. A uno se le rompe el corazón", explicó Burrell en su informe al vicepresidente de la FIFA, el trinitario Jack Warner.
La tragedia sucedió en un país proclive a las tragedias. Retrata Eduardo Galeano, en su libro "Espejos": "Los esclavos negros de Haití propinaron tremenda paliza al ejército de Napoleón Bonaparte; y en 1804 la bandera de los libres se alzó sobre las ruinas. Pero Haití fue, desde el pique, un país arrasado. En los altares de las plantaciones francesas de azúcar se habían inmolado tierras y brazos, y las calamidades de la guerra habían exterminado a la tercera parte de la población. El nacimiento de la independencia y la muerte de la esclavitud, hazañas negras, fueron humillaciones imperdonables para los blancos dueños del mundo. Dieciocho generales de Napoleón habían sido enterrados en la isla rebelde. La nueva nación, parida en sangre, nació condenada al bloqueo y a la soledad: nadie le compraba, nadie le vendía, nadie la reconocía. Por haber sido infiel al amo colonial, Haití fue obligada a pagar a Francia una indemnización gigantesca."
La dramática situación también generó solidaridades en el ambiente del fútbol. Esta semana se disputó, en el estadio La Luz de Lisboa, un amistoso (impulsado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Fundación Benfica) que contó con la participación del francés Zinedine Zidane y del brasileño Kaká. Lo recaudado será destinado a apoyar las tareas de socorro en Haití. En tanto, Iker Casillas -arquero del Real Madrid y de la selección española y embajador de la ONG Plan España- realizó un llamado "al lado más humano para contribuir en la medida de lo que cada uno pueda a ayudar a Haití, uno de los países más pobres de América, ahora castigado con tanta dureza por las fuerzas de la naturaleza". Con él colaboran, entre otros, Emilio Butragueño -ex crack del Real Madrid- y el basquetbolista Rudy Fernández. En Italia, varios clubes se pusieron a recaudar fondos; y en el clásico de Milan algo similar hicieron los hinchas.
Hubo días menos traumáticos para el fútbol de este país desgarrado. Su Era de Oro sucedió en los años 70. En el Mundial de Alemania 1974 se convirtió en el segundo país del Caribe en clasificarse a una fase final (el primero había sido Cuba para Francia 1938). Y allí compartió el grupo con Polonia, Italia y la Argentina. El 23 de junio, en Munich, los haitianos cayeron 4-1 ante el equipo albiceleste. El único gol lo convirtió Emmanuel Sanon, quien también había marcado en el debut ante Italia (1-3). A Sanon, en Haití, todos lo conocieron como Manno y es considerado como el mejor deportista del siglo. Falleció el año pasado. La muerte propia le impidió ver la otra muerte de su país.
fuente http://www.clarin.com/diario/2010/01/28/um/m-02128557.htm
DESTACADO. El delantero Fabrice Noel es una de las figuras del seleccionado haitiano. Juega para el Puerto Rico Islanders, de la Liga de los Estados Unidos.
Todas las caras que muestra Puerto Príncipe, la capital de Haití, son las de una tragedia. Hay personas que lloran personas; hay niños que miran y no entienden; hay mujeres a las que el mundo se les cayó encima; hay hombres que revuelven escombros para encontrar más dolor. También ahí, la sede de la Federación Haitiana de Fútbol resulta un testimonio de las consecuencias del terremoto que en este enero devastó al país caribeño: según informó la FIFA a través de un comunicado, al menos 30 integrantes de la FHF murieron en medio de la tragedia. Las autoridades del fútbol haitiano indicaron además que la sede central de la federación quedó destruida y que el presidente de la institución, Yves-Jean Bart, sobrevivió al terremoto.
Otra escena cuenta vinculada con el fútbol cuenta lo que la tragedia se llevó. El principal estadio de la capital, el Sylvio Cator, es ahora un campo para los refugiados. Donde el seleccionado local trataba de crecer para volver a vivir los días felices de los años 70 (fue el segundo equipo del Caribe en acceder a una Copa del Mundo, en Alemania 1974) ahora un montón de gente sin nada procura encontrar al menos un pequeño lugar donde cobijarse.
Hay más. El seleccionador nacional de Haití, el colombiano Jairo Ríos, se salvó a por la bendición del azar: iba a viajar desde los Estados Unidos un día después para empezar sus trabajos con la Federación. Y no sabe qué sucedió con sus futbolistas. "No sé nada, la mayoría de los jugadores estaban de vacaciones, en sus hogares, no sé si están vivos o muertos", señaló en diálogo con el diario hondureño Diez. Judelin Aveska, el único futbolista haitiano que juega en la Argentina (es defensor de Independiente Rivadavia de Mendoza) llamó a su familia y confirmó la mejor novedad posible: todos están a salvo del sismo.
El vicepresidente de la Unión de Fútbol del Caribe, el jamaiquino Horace Burrell, también le puso palabras al desastre. Contó que los miembros de la federación mantenían una reunión durante el terremoto. "No se puede describir con claridad lo que vi en Haití. A uno se le rompe el corazón", explicó Burrell en su informe al vicepresidente de la FIFA, el trinitario Jack Warner.
La tragedia sucedió en un país proclive a las tragedias. Retrata Eduardo Galeano, en su libro "Espejos": "Los esclavos negros de Haití propinaron tremenda paliza al ejército de Napoleón Bonaparte; y en 1804 la bandera de los libres se alzó sobre las ruinas. Pero Haití fue, desde el pique, un país arrasado. En los altares de las plantaciones francesas de azúcar se habían inmolado tierras y brazos, y las calamidades de la guerra habían exterminado a la tercera parte de la población. El nacimiento de la independencia y la muerte de la esclavitud, hazañas negras, fueron humillaciones imperdonables para los blancos dueños del mundo. Dieciocho generales de Napoleón habían sido enterrados en la isla rebelde. La nueva nación, parida en sangre, nació condenada al bloqueo y a la soledad: nadie le compraba, nadie le vendía, nadie la reconocía. Por haber sido infiel al amo colonial, Haití fue obligada a pagar a Francia una indemnización gigantesca."
La dramática situación también generó solidaridades en el ambiente del fútbol. Esta semana se disputó, en el estadio La Luz de Lisboa, un amistoso (impulsado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Fundación Benfica) que contó con la participación del francés Zinedine Zidane y del brasileño Kaká. Lo recaudado será destinado a apoyar las tareas de socorro en Haití. En tanto, Iker Casillas -arquero del Real Madrid y de la selección española y embajador de la ONG Plan España- realizó un llamado "al lado más humano para contribuir en la medida de lo que cada uno pueda a ayudar a Haití, uno de los países más pobres de América, ahora castigado con tanta dureza por las fuerzas de la naturaleza". Con él colaboran, entre otros, Emilio Butragueño -ex crack del Real Madrid- y el basquetbolista Rudy Fernández. En Italia, varios clubes se pusieron a recaudar fondos; y en el clásico de Milan algo similar hicieron los hinchas.
Hubo días menos traumáticos para el fútbol de este país desgarrado. Su Era de Oro sucedió en los años 70. En el Mundial de Alemania 1974 se convirtió en el segundo país del Caribe en clasificarse a una fase final (el primero había sido Cuba para Francia 1938). Y allí compartió el grupo con Polonia, Italia y la Argentina. El 23 de junio, en Munich, los haitianos cayeron 4-1 ante el equipo albiceleste. El único gol lo convirtió Emmanuel Sanon, quien también había marcado en el debut ante Italia (1-3). A Sanon, en Haití, todos lo conocieron como Manno y es considerado como el mejor deportista del siglo. Falleció el año pasado. La muerte propia le impidió ver la otra muerte de su país.
fuente http://www.clarin.com/diario/2010/01/28/um/m-02128557.htm
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