Mafia rusa subastan chicas argentinas por u$s 3 mil
Los ex soviéticos manejan prostíbulos en Buenos Aires y organizan "fiestas VIP" en Punta del Este. Cómo opera la red que "desaparece" mujeres.
El lucrativo negocio de la trata de mujeres y niñas para la explotación sexual tiene -desde hace dos años-, un nuevo protagonista en la Argentina. Se trata de la Mafia Rusa, cuyos tentáculos ya se anudan firmemente en la Ciudad de Buenos Aires, según indican las denuncias de varias ONG que investigan el tema.
La mafia rusa -nombre genérico que abarca las redes criminales integradas por rusos, ucranianos, uzbecos y de otras nacionalidades de la ex Unión Soviética, desembarcó en Argentina en 2003 con los sospechosos y millonarios pases de jugadores del Corinthians de Brasil y de Boca Juniors, según denunció en su oportunidad el ex dirigente xeneize, Roberto Digón.
Pero desde hace dos años y coincidiendo con la llegada de Mauricio Macri al gobierno de la Ciudad, la Mafia Rusa incursionó en otro mercado tan lucrativo como el futbol: el manejo de prostíbulos y el tráfico de mujeres hacia el exterior, abasteciendo principalmente a los mercados europeos y norteamericanos.
Un sello de estos grupos se relaciona a la oscura práctica de subastas de víctimas, que son compradas por proxenetas internacionales por alrededor de 3.000 dólares, según reveló Fabiana Tuñez, titular de la Asociación La Casa del Encuentro. Tuñez advierte que "el negocio de la prostitución y la trata de mujeres y niñas camina junto al mercado internacional de los estupefacientes o las armas", agregando que "en el caso de los proxenetas rusos, el arribo e instalación en la ciudad comenzó a mediados de 2008".
"En principio, hay mucho tráfico de mujeres del este europeo para la demanda local, pero luego el 'negocio' se fue ampliando y comenzó el reclutamiento de víctimas en el país, argentinas y de otras naciones latinoamericanas, para explotarlas sexualmente en otros lugares del mundo", dijo Tuñez.
Sin embargo, el mercado de la esclavitud de mujeres para la explotación sexual no sólo tiene en la mira a chicas argentinas. Una reciente crónica publicada en el diario La Nación revela que el playboy JP Bailey, el inversor canadiense del fondo de fondos suizo Gottex, brindó hace unos dias una faraónica fiesta en su chacra Villa Sofía de Punta del Este. Según la nota del diario de los Mitre, el magnate gastó más de 200 mil dólares, con 70 hombres de seguridad, DJs traídos desde Ibiza, Londres y Madrid, canilla libre de vinos y "modelos traídas de Europa del Este para 250 invitados Vip", un eufemismo detrás del cual el diario disfraza el rufianesco rubro 59, local o internacional.
Como si formaran parte del mercado de los derivados en los que se especializó el magnate JP Bailey,
los tratantes de blancas importan prostitutas ucranianas y de otras nacionalidades de los países del Este y "mandan al exterior a víctimas de nacionalidad argentina, paraguaya, pero también chicas bolivianas, peruanas, colombianas y dominicanas", según explicó Fabiana Tuñez.
Clara, una joven oriunda de República Dominicana que se prostituye en en el barrio de Constitución confirmó esta realidad de manera contundente. "Una de las chicas que vino a la Argentina conmigo está desaparecida desde hace seis meses. Se la tragó la tierra. Nosotras averiguamos, pero con cautela. Era una chica hermosa. Se dice que cayó en la mafia rusa, pero no sabemos mucho más", relató a Diario Popular.
Sin contar a las extranjeras, "son 620 las mujeres argentinas que permanecen desaparecidas y son buscadas por sus familias -dindicó Fabiana Tuñez-. Esa es nuestra lamentable realidad. Estas mafias internacionales se instalan por la globalización, pero intervienen complicidades locales en los ámbitos político, judicial y policial". En diciembre pasado, el portal Noticias Urbanas publicó una excelente investigación de Lucas Schaerer que revela las complicidades policiales y judiciales argentinas con el proxenetismo vinculado a la mafia rusa que va ganando posicionesen los 800 prostíbulos instalados en la Ciudad de Buenos Aires.
Oleksandr Vovk, un ucraniano proxeneta de menores y procesado por narco, es el protagonista de una causa que podría llevar a legalizar el rufianismo. La Sala I de la Cámara Criminal y Correccional Federal, integrada por los jueces Eduardo Freiler, Eduardo Farah y Jorge Ballesteros, se amparó en el artículo 19 de la Constitución -que dice que una actividad que no afecta a terceros no es delito- para declarar inconstitucional el artículo 17 de la Ley de Profilaxis. Abriendo de esta manera la puerta para la legalización de las casas o locales de prostitución regenteadas por terceros.
Gracias a ese fallo -que no contó con el voto de Ballesteros, que se excusó por haber sido juez de primera instancia en la causa-, el rufián Alex Vovk quedó en libertad a cambio de una fianza de 50 mil pesos. Ahora, las mujeres que lo denunciaron por haberles retenido los documentos y haberlas obligado a consumir y vender cocaína, saben que él esta libre y las está buscando para ajustar cuentas.
En el prostíbulo que funcionaba en Suipacha 670, 2º piso "I" y simulaba ser un departamento particular estaban las pruebas de que el ucraniano gerenciaba una casa de explotación sexual. Planillas con los "pases" diarios de las mujeres, folletería, volantes y preservativos. Ese material de prueba se sumó a las comprometedoras declaraciones de las víctimas, entre ellas de la menor que lo había denunciado ante la Justicia, y hasta al arrepentimiento de una prostituta convertida en mano derecha de Vovk.
El ucraniano fue procesado por proxenetismo, tráfico de drogas y por facilitar la explotación sexual de,. Estuvo preso en el penal de Ezeiza, como sus cómplices que regenteaban un prostíbulo en Córdoba 2945 1º "A"- y otro en en Humboldt 1545 PB. Pero su habilidosa defensa consiguió su excarcelación en seis meses.
El caso Vovk da sustento a las denuncias formuladas por los profesionales de La Casa del Encuentro que han revelado que se arman veladas donde las mujeres o niñas son subastadas al mejor postor. El precio depende del destino que tenga la chica. Pero el valor de mercado de una mujer ronda los 3.000 dólares. A partir de la subasta, estas mujeres pasan a ser propiedad del comprador, y ya son responsabilidad del grupo o del proxeneta que la adquiere.
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