¿Por qué las patentes erosionan el progreso?
Contra el monopolio de las ideas
Decenas de ejemplos muestran que la competencia y la imitación son la base del avance científico
MIGUEL ÁNGEL CRIADO - MADRID - 18/04/2009 22:00
Michele Boldrin, coautor del libro 'Against intellectual monopoly'. G. SANZ
Mientras reparaba una Newcomen (máquina de vapor usada en lasminas), James Watt tuvo la idea de aprovechar la expansión del airecalentado por el vapor de agua para convertir la energía térmica enmecánica. Ocurrió en 1765 y, rápidamente, Watt patentó su idea. Loslibros de historia cuentan que aquí nace la Revolución Industrial. Perolos economistas Michele Boldrin y David K. Levine dicen que lo que hizoWatt, en realidad, fue retrasarla. Según ellos, el del escocés es sóloel primer caso de una larga serie que muestra cómo las patentes noayudan a la innovación, sino que la frenan.
Watt, tras una serie de mejoras, inició el proceso para patentar suidea. Con la ayuda de Matthew Boulton, un rico financiero con buenasconexiones en el Parlamento de Londres, consiguió la patente en 1769.Desde entonces y hasta que expiraran los derechos sobre ella, todo elque necesitara una máquina de vapor debía pagarles una cantidad. Wattdedicó los siguientes años a perseguir judicialmente a los queintentaron copiar su máquina. También demandó a inventores que, ya antes que él, trabajaban en sus propios diseños. ParaBoldrin y Levine, profesores de Economía de la Universidad deWashington, la industrialización no arranca con fuerza hasta que lapatente expira, en 1810.
"La historia de James Watt es un caso de daños por culpa delsistema de patentes, pero esta no es una historia inusual", se puedeleer en la introducción del libro de Boldrin y Levine Againstintellectual monopoly (Contra el monopolio intelectual, editado porCambridge University Press y que también se puede descargar gratis de la página de los autores).La obra recoge decenas de ejemplos de los últimos 200 años y de todoslos sectores que muestran cómo las patentes han perjudicado el avancecientífico y tecnológico de la sociedad moderna. Y no sólo eso, tambiénconcluyen que la competencia, el intercambio de ideas y su copia sonlos verdaderos motores de la innovación.
Miedo a la imitación
¿Cómo funcionan los innovadores, por qué innovan? Boldrin responde:"A pesar de que la absoluta mayoría de los economistas defiende que esimposible innovar si te pueden imitar o copiar, todas las industriasinnovadoras han nacido en un entorno de mucha competencia". La creenciaque sustenta la necesidad de las patentes y los derechos de autor esque, si no se les da una protección, el creador no va a innovar. "Perodebería ser algo obvio que es la competencia, y no el monopolio deideas, lo que sustenta la creación", añade el economista.
De hecho, durante los 25 años que Boulton y Watt mantuvieron elmonopolio sobre la máquina de vapor, el rendimiento del ingenio (medidoen su eficiencia del carbón usado) se mantuvo constante. Entre 1810 y1835, con las aportaciones de otros inventores como Richard Trevithick(que no patentó su bomba de inyección de vapor a alta presión), elrendimiento de las máquinas se multiplicó por cinco. El aumento depotencia generada alimentó la mejora en la extracción de minerales, laindustrialización del sector textil y los transportes a vapor como elferrocarril y la navegación moderna.
Los autores del libro retan a cualquiera a que les dé un solo ejemplo de nueva industria que haya nacido gracias a las patentes.Ni el automóvil, ni la aeronáutica, ni la química, ni los textilesdeben su triunfo al monopolio y sí al intercambio de ideas, cuando no ala copia. Boldrin y Levine recurren continuamente a la historia porqueen la actualidad es difícil encontrar, aparte de la ciencia básica, unsector de la investigación que no esté sujeto al sistema de patentes.Nacidas en los países anglosajones, primero en el Reino Unido y despuésen EEUU, esta forma de monopolio sobre las ideas tardó más enextenderse por Europa, tanto en el tiempo como por los diferentessectores.
Ese retraso continental ayuda a defender las tesis de los doseconomistas. La investigación química a escala industrial tuvo, en suorigen, dos aplicaciones principales: lograr tintes para los textiles ynuevas medicinas. En 1862, el mercado del tintado lo controlabanbritánicos y franceses (con el 50% y el 40% de la producciónrespectivamente). Sin embargo, en 1913, antes de comenzar la GranGuerra, Alemania controlaba el 80% del negocio, seguida de lejos porSuiza. ¿Qué había pasado?
La explicación de Against intellectual monopoly es que en estospaíses no se podían patentar los hallazgos químicos (en realidad, y enel caso de los tintes, Alemania permitió las patentes de procesos perono del producto final). El caso francés es revelador. Tras unasentencia judicial, la compañía La Fuchsine ejerció su patente sobre uncolorante concreto (el fucsia). Temerosas de una oleada dedemandas, las otras firmas galas emigraron a Suiza, tierra libre depatentes, seguidas de otras químicas. Para 1913, Francia no tenía producción propia de productos químicos.
Expolio de la química alemana
Mientras tanto, la libre competencia provocó el florecer de laindustria química alemana. Aunque desde 1887 se podía patentar elproceso concreto para conseguir un producto, una vez en el mercado lacompetencia podía conseguir uno similar si lo hacía por otroprocedimiento. Se dio la paradoja de que las compañías alemanas comoBayer, Basf o IG Farben tenían una doble ventaja sobre las británicas oestadounidenses. Por un lado, la competencia interna animaba lainnovación. Por el otro, patentaban en los países donde la ley lopermitía, impidiendo así la rivalidad de firmas extranjeras.
La I Guerra Mundial lo cambió todo. Como parte de las compensaciones de guerra, Alemaniatuvo que renunciar a muchas patentes registradas en EEUU y Reino Unido,cuando no se robó directamente los secretos industriales. Segúncuenta el libro, el gobierno británico entregó la propiedad intelectualde una planta de la germana Hoechst en suelo inglés a la estadounidenseDu Pont. EEUU fue más allá, dándole acceso a todas las patentesquímicas alemanas. Hoy, Du Pont es la segunda empresa del mundo en estesector.
Boldrin y Levine reconocen que "la industria farmacéutica es el animal más complicado de viviseccionar".El coste estimado de un nuevo medicamento es de unos 1.000 millones deeuros (valor del año 2000). Tal cantidad justificaría la protección deuna patente. Sin embargo, los economistas se preguntan: ¿haysustanciales evidencias de que sin patentes no habría medicinas o, almenos, habría menos y peores? Ellos creen que no.
Para defender su argumento vuelven a comparar países. Si en EEUU sepatentan tanto los métodos para conseguir una medicina como el productoen sí, en la mayor parte de Europa se podían proteger los procesos y,sólo desde hace tres décadas, las medicinas (en España, desde 1986).Según esto, Reino Unido y EEUU deberían haber monopolizado laproducción de medicamentos hasta 1980. Sin embargo, farmacéuticas deAlemania, Suiza, Francia e Italia están, junto a las anglosajonas,entre las 50 primeras de la industria mundial.
Entonces, ¿por qué se necesitan las patentes? Alejandro Klecker,director general de Clarke, Modet & Cº (la firma española másimportante en el campo de la propiedad industrial e intelectual) estásólo en parte de acuerdo con Boldrin y Levine. "Es posible que al principio no sean necesarias las patentes", dice. Pero después son imprescindibles. "Nopatentar es hacer una renuncia expresa a tu propiedad sobre unainvención", aclara. "Pero es cierto que las patentes y la innovación notienen porqué ir de la mano", añade.
De hecho, una encuesta de la universidad Carnegie Mellon adirectores de investigación de más de mil compañías revela que sólo untercio cree que las patentes son efectivas. Preguntados entonces porlas razones de patentar, junto al argumento anticopia, señalaron elbloqueo a otros competidores, usarlas en negociaciones, mejorar lareputación de la firma o evitar demandas.
La industria del software es un ejemplo de los usos espurios.Nacida y desarrollada en ausencia de patentes, las cosas han cambiadohoy. En EEUU los programas y procesos son patentables desde 1996. Pero,como dice el profesor Jesús G. Barahona, la innovación informática esincremental: "Un programa cualquiera puede tocar a mil patentes almenos". Esto provoca que sea casi imposible crear nuevos programas sininfringir alguna. El efecto diabólico de este fenómeno recuerda a laGuerra Fría entre las superpotencias. Igual que aquellas protagonizaronuna alocada carrera armamentística nuclear, las grandes firmas (Intel oMicrosoft patentan más de mil patentes al año) compran y registran cualquier idea.Las llaman patentes defensivas y, como en la disuasión nuclear, sumisión es evitar la amenaza de una demanda haciendo creíble lacapacidad de contraatacar.
Freno a la innovación
1769. La máquina de vapor de Watt
James Watt, aprovechando el trabajo de otros, patentó su sistemacon la ayuda financiera y los contactos políticos de Matthew Boulton.Con la patente en la mano, pasó varios años demandando a todos los que,como él, investigaban con el vapor de agua.
1793. Plantaciones de algodón
Como Watt, Ely Whitney patentó su desmotadora de algodón,demandando a los que copiaban su idea. Pero el sistema judicial deEEUU, y más en el sur del país, no era muy eficaz. En unos mesessurgieron copias más eficientes y baratas.
1876. Sin patente por diez dólares
Graham Bell patentó su teléfono horas antes que Elisha Gray. Lahistoria es aún más injusta. En realidad, el italiano Antonio Meuccihabía solicitado la patente años antes. Arruinado, no pagó el coste dela renovación, diez dólares. La fama y la fortuna fueron para Bell.
1895. El 1,25% de cada coche vendido
El de George Selden es el primer ejemplo de ‘patente submarina’. En1879 solicitó una sobre su ‘motor rodante’, una vaga idea de un coche.En 1895, cuando la industria automovilística florecía, la reflotó paraexigir un porcentaje sobre las ventas.
1897. La gloria, sólo para Marconi
Isaac Newton dijo: “Si he visto más lejos es porque estoy sentadosobre los hombros de gigantes”, en honor a los que le precedieron.Marconi ignoró los trabajos anteriores de Lodge, Tesla o Popov,quedándose con la gloria de ‘ser’ el inventor de la radio.
1903. La máquina voladora
Los hermanos Wright (en la imagen) son considerados los primeros enrealizar un vuelo completo en avión. Aunque su aportación a la aviaciónse limitó a mejoras en el sistema de control de vuelo, su patente de‘una máquina voladora’ les permitió frenar la innovación aeronáuticaestadounidense a golpe de juicio durante años. El rechazo a susdemandas en Francia en 1907 permitió el desarrollo de la europea.
1919. La aspirina pierde la guerra
Bayer obtuvo el ácido acetilsalicílico en 1899. La ley alemana leimpedía patentar la aspirina, no así las de EEUU, Reino Unido oFrancia. Tras la Primera Guerra Mundial, la firma fue obligada arenunciar a la patente en todo el mundo y a la marca en varios países.
1996. La industria del software
Cuando la Oficina de Patentes de EEUU permitió la plena‘patentabilidad’ del software en 1996, esta industria llevaba décadasde crecimiento explosivo. Hoy, empresas de informática como IBM,Microsoft e Intel registran miles de patentes al año.
1997. Arroz basmati patentado
La empresa RiceTec patentó una variedad modificada de arroz comoBasmati en EEUU. El Gobierno indio inició un juicio alegando que estopodría poner a los agricultores de la región india de Basmati en manosde la compañía de semillas. Lo ganó.
Casi medio millón de solicitudes al año ante la Oficina de patentes
1. Registro en EEUU
En 1965, la Oficina de Patentes de EEUU registró 94.629 patentesprocedentes de todo el mundo (72.000 de EEUU). Durante los siguientes20 años, dos décadas de gran prosperidad, la cifra se mantuvo en las100.000. Pero las patentes se han desbocado en los últimos años. Si en1995 se superaban las 215.000 registradas, 2007 acabó con 456.154 (el60% de EEUU).
2. La discreta España
El director general de Clarke, Modet & Cº, Alejandro Klecker,recuerda que, a pesar de sus defectos, el sistema de patentes es unindicador de la investigación en un país. De ser así, España, aunque hamejorado, está lejos de ser puntero en ese ámbito. En 2008 seregistraron 3.783 patentes nacionales. Hay empresas como IBM queregistran más patentes por sí mismas que toda España. La compañíaestadounidense obtuvo la concesión de 4.186 patentes en EEUU.
Fuente: http://www.publico.es/ciencias/219851/monopolio/ideas
Agrego otro ejemplo. Kary Mullis desarrollo el PCR, por el cual ledieron el premio Noble de Química en 1993. El laboratorio en el quetrabajaba le pagó 10.000 U$D por ese desarrollo, y lo revendió en 300mill de U$D
Decenas de ejemplos muestran que la competencia y la imitación son la base del avance científico
MIGUEL ÁNGEL CRIADO - MADRID - 18/04/2009 22:00
Michele Boldrin, coautor del libro 'Against intellectual monopoly'. G. SANZ
Mientras reparaba una Newcomen (máquina de vapor usada en lasminas), James Watt tuvo la idea de aprovechar la expansión del airecalentado por el vapor de agua para convertir la energía térmica enmecánica. Ocurrió en 1765 y, rápidamente, Watt patentó su idea. Loslibros de historia cuentan que aquí nace la Revolución Industrial. Perolos economistas Michele Boldrin y David K. Levine dicen que lo que hizoWatt, en realidad, fue retrasarla. Según ellos, el del escocés es sóloel primer caso de una larga serie que muestra cómo las patentes noayudan a la innovación, sino que la frenan.
Watt, tras una serie de mejoras, inició el proceso para patentar suidea. Con la ayuda de Matthew Boulton, un rico financiero con buenasconexiones en el Parlamento de Londres, consiguió la patente en 1769.Desde entonces y hasta que expiraran los derechos sobre ella, todo elque necesitara una máquina de vapor debía pagarles una cantidad. Wattdedicó los siguientes años a perseguir judicialmente a los queintentaron copiar su máquina. También demandó a inventores que, ya antes que él, trabajaban en sus propios diseños. ParaBoldrin y Levine, profesores de Economía de la Universidad deWashington, la industrialización no arranca con fuerza hasta que lapatente expira, en 1810.
"La historia de James Watt es un caso de daños por culpa delsistema de patentes, pero esta no es una historia inusual", se puedeleer en la introducción del libro de Boldrin y Levine Againstintellectual monopoly (Contra el monopolio intelectual, editado porCambridge University Press y que también se puede descargar gratis de la página de los autores).La obra recoge decenas de ejemplos de los últimos 200 años y de todoslos sectores que muestran cómo las patentes han perjudicado el avancecientífico y tecnológico de la sociedad moderna. Y no sólo eso, tambiénconcluyen que la competencia, el intercambio de ideas y su copia sonlos verdaderos motores de la innovación.
Miedo a la imitación
¿Cómo funcionan los innovadores, por qué innovan? Boldrin responde:"A pesar de que la absoluta mayoría de los economistas defiende que esimposible innovar si te pueden imitar o copiar, todas las industriasinnovadoras han nacido en un entorno de mucha competencia". La creenciaque sustenta la necesidad de las patentes y los derechos de autor esque, si no se les da una protección, el creador no va a innovar. "Perodebería ser algo obvio que es la competencia, y no el monopolio deideas, lo que sustenta la creación", añade el economista.
De hecho, durante los 25 años que Boulton y Watt mantuvieron elmonopolio sobre la máquina de vapor, el rendimiento del ingenio (medidoen su eficiencia del carbón usado) se mantuvo constante. Entre 1810 y1835, con las aportaciones de otros inventores como Richard Trevithick(que no patentó su bomba de inyección de vapor a alta presión), elrendimiento de las máquinas se multiplicó por cinco. El aumento depotencia generada alimentó la mejora en la extracción de minerales, laindustrialización del sector textil y los transportes a vapor como elferrocarril y la navegación moderna.
Los autores del libro retan a cualquiera a que les dé un solo ejemplo de nueva industria que haya nacido gracias a las patentes.Ni el automóvil, ni la aeronáutica, ni la química, ni los textilesdeben su triunfo al monopolio y sí al intercambio de ideas, cuando no ala copia. Boldrin y Levine recurren continuamente a la historia porqueen la actualidad es difícil encontrar, aparte de la ciencia básica, unsector de la investigación que no esté sujeto al sistema de patentes.Nacidas en los países anglosajones, primero en el Reino Unido y despuésen EEUU, esta forma de monopolio sobre las ideas tardó más enextenderse por Europa, tanto en el tiempo como por los diferentessectores.
Ese retraso continental ayuda a defender las tesis de los doseconomistas. La investigación química a escala industrial tuvo, en suorigen, dos aplicaciones principales: lograr tintes para los textiles ynuevas medicinas. En 1862, el mercado del tintado lo controlabanbritánicos y franceses (con el 50% y el 40% de la producciónrespectivamente). Sin embargo, en 1913, antes de comenzar la GranGuerra, Alemania controlaba el 80% del negocio, seguida de lejos porSuiza. ¿Qué había pasado?
La explicación de Against intellectual monopoly es que en estospaíses no se podían patentar los hallazgos químicos (en realidad, y enel caso de los tintes, Alemania permitió las patentes de procesos perono del producto final). El caso francés es revelador. Tras unasentencia judicial, la compañía La Fuchsine ejerció su patente sobre uncolorante concreto (el fucsia). Temerosas de una oleada dedemandas, las otras firmas galas emigraron a Suiza, tierra libre depatentes, seguidas de otras químicas. Para 1913, Francia no tenía producción propia de productos químicos.
Expolio de la química alemana
Mientras tanto, la libre competencia provocó el florecer de laindustria química alemana. Aunque desde 1887 se podía patentar elproceso concreto para conseguir un producto, una vez en el mercado lacompetencia podía conseguir uno similar si lo hacía por otroprocedimiento. Se dio la paradoja de que las compañías alemanas comoBayer, Basf o IG Farben tenían una doble ventaja sobre las británicas oestadounidenses. Por un lado, la competencia interna animaba lainnovación. Por el otro, patentaban en los países donde la ley lopermitía, impidiendo así la rivalidad de firmas extranjeras.
La I Guerra Mundial lo cambió todo. Como parte de las compensaciones de guerra, Alemaniatuvo que renunciar a muchas patentes registradas en EEUU y Reino Unido,cuando no se robó directamente los secretos industriales. Segúncuenta el libro, el gobierno británico entregó la propiedad intelectualde una planta de la germana Hoechst en suelo inglés a la estadounidenseDu Pont. EEUU fue más allá, dándole acceso a todas las patentesquímicas alemanas. Hoy, Du Pont es la segunda empresa del mundo en estesector.
Boldrin y Levine reconocen que "la industria farmacéutica es el animal más complicado de viviseccionar".El coste estimado de un nuevo medicamento es de unos 1.000 millones deeuros (valor del año 2000). Tal cantidad justificaría la protección deuna patente. Sin embargo, los economistas se preguntan: ¿haysustanciales evidencias de que sin patentes no habría medicinas o, almenos, habría menos y peores? Ellos creen que no.
Para defender su argumento vuelven a comparar países. Si en EEUU sepatentan tanto los métodos para conseguir una medicina como el productoen sí, en la mayor parte de Europa se podían proteger los procesos y,sólo desde hace tres décadas, las medicinas (en España, desde 1986).Según esto, Reino Unido y EEUU deberían haber monopolizado laproducción de medicamentos hasta 1980. Sin embargo, farmacéuticas deAlemania, Suiza, Francia e Italia están, junto a las anglosajonas,entre las 50 primeras de la industria mundial.
Entonces, ¿por qué se necesitan las patentes? Alejandro Klecker,director general de Clarke, Modet & Cº (la firma española másimportante en el campo de la propiedad industrial e intelectual) estásólo en parte de acuerdo con Boldrin y Levine. "Es posible que al principio no sean necesarias las patentes", dice. Pero después son imprescindibles. "Nopatentar es hacer una renuncia expresa a tu propiedad sobre unainvención", aclara. "Pero es cierto que las patentes y la innovación notienen porqué ir de la mano", añade.
De hecho, una encuesta de la universidad Carnegie Mellon adirectores de investigación de más de mil compañías revela que sólo untercio cree que las patentes son efectivas. Preguntados entonces porlas razones de patentar, junto al argumento anticopia, señalaron elbloqueo a otros competidores, usarlas en negociaciones, mejorar lareputación de la firma o evitar demandas.
La industria del software es un ejemplo de los usos espurios.Nacida y desarrollada en ausencia de patentes, las cosas han cambiadohoy. En EEUU los programas y procesos son patentables desde 1996. Pero,como dice el profesor Jesús G. Barahona, la innovación informática esincremental: "Un programa cualquiera puede tocar a mil patentes almenos". Esto provoca que sea casi imposible crear nuevos programas sininfringir alguna. El efecto diabólico de este fenómeno recuerda a laGuerra Fría entre las superpotencias. Igual que aquellas protagonizaronuna alocada carrera armamentística nuclear, las grandes firmas (Intel oMicrosoft patentan más de mil patentes al año) compran y registran cualquier idea.Las llaman patentes defensivas y, como en la disuasión nuclear, sumisión es evitar la amenaza de una demanda haciendo creíble lacapacidad de contraatacar.
Freno a la innovación
1769. La máquina de vapor de Watt
James Watt, aprovechando el trabajo de otros, patentó su sistemacon la ayuda financiera y los contactos políticos de Matthew Boulton.Con la patente en la mano, pasó varios años demandando a todos los que,como él, investigaban con el vapor de agua.
1793. Plantaciones de algodón
Como Watt, Ely Whitney patentó su desmotadora de algodón,demandando a los que copiaban su idea. Pero el sistema judicial deEEUU, y más en el sur del país, no era muy eficaz. En unos mesessurgieron copias más eficientes y baratas.
1876. Sin patente por diez dólares
Graham Bell patentó su teléfono horas antes que Elisha Gray. Lahistoria es aún más injusta. En realidad, el italiano Antonio Meuccihabía solicitado la patente años antes. Arruinado, no pagó el coste dela renovación, diez dólares. La fama y la fortuna fueron para Bell.
1895. El 1,25% de cada coche vendido
El de George Selden es el primer ejemplo de ‘patente submarina’. En1879 solicitó una sobre su ‘motor rodante’, una vaga idea de un coche.En 1895, cuando la industria automovilística florecía, la reflotó paraexigir un porcentaje sobre las ventas.
1897. La gloria, sólo para Marconi
Isaac Newton dijo: “Si he visto más lejos es porque estoy sentadosobre los hombros de gigantes”, en honor a los que le precedieron.Marconi ignoró los trabajos anteriores de Lodge, Tesla o Popov,quedándose con la gloria de ‘ser’ el inventor de la radio.
1903. La máquina voladora
Los hermanos Wright (en la imagen) son considerados los primeros enrealizar un vuelo completo en avión. Aunque su aportación a la aviaciónse limitó a mejoras en el sistema de control de vuelo, su patente de‘una máquina voladora’ les permitió frenar la innovación aeronáuticaestadounidense a golpe de juicio durante años. El rechazo a susdemandas en Francia en 1907 permitió el desarrollo de la europea.
1919. La aspirina pierde la guerra
Bayer obtuvo el ácido acetilsalicílico en 1899. La ley alemana leimpedía patentar la aspirina, no así las de EEUU, Reino Unido oFrancia. Tras la Primera Guerra Mundial, la firma fue obligada arenunciar a la patente en todo el mundo y a la marca en varios países.
1996. La industria del software
Cuando la Oficina de Patentes de EEUU permitió la plena‘patentabilidad’ del software en 1996, esta industria llevaba décadasde crecimiento explosivo. Hoy, empresas de informática como IBM,Microsoft e Intel registran miles de patentes al año.
1997. Arroz basmati patentado
La empresa RiceTec patentó una variedad modificada de arroz comoBasmati en EEUU. El Gobierno indio inició un juicio alegando que estopodría poner a los agricultores de la región india de Basmati en manosde la compañía de semillas. Lo ganó.
Casi medio millón de solicitudes al año ante la Oficina de patentes
1. Registro en EEUU
En 1965, la Oficina de Patentes de EEUU registró 94.629 patentesprocedentes de todo el mundo (72.000 de EEUU). Durante los siguientes20 años, dos décadas de gran prosperidad, la cifra se mantuvo en las100.000. Pero las patentes se han desbocado en los últimos años. Si en1995 se superaban las 215.000 registradas, 2007 acabó con 456.154 (el60% de EEUU).
2. La discreta España
El director general de Clarke, Modet & Cº, Alejandro Klecker,recuerda que, a pesar de sus defectos, el sistema de patentes es unindicador de la investigación en un país. De ser así, España, aunque hamejorado, está lejos de ser puntero en ese ámbito. En 2008 seregistraron 3.783 patentes nacionales. Hay empresas como IBM queregistran más patentes por sí mismas que toda España. La compañíaestadounidense obtuvo la concesión de 4.186 patentes en EEUU.
Fuente: http://www.publico.es/ciencias/219851/monopolio/ideas
Agrego otro ejemplo. Kary Mullis desarrollo el PCR, por el cual ledieron el premio Noble de Química en 1993. El laboratorio en el quetrabajaba le pagó 10.000 U$D por ese desarrollo, y lo revendió en 300mill de U$D
0 Comentarios