Se multiplican incendios, asesinatos y suicidios en EEUU

Se multiplican los desalojos, incendios premeditados, asesinatos y suicidios
Comienzan a medir la catástrofe financiera en EE.UU. no sólo en dólares y centavos, sino en sangre


Nick Turse
Tom Dispatch



Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


Introducción del editor de TomDispatch


En los años de la Gran Depresión de la década de los 30, escritoresdesempleados necesitaban trabajo, igual que los trabajadoresmetalúrgicos, y la Administración de Progreso del Trabajo del NuevoTrato, que volvió a dar trabajo a toda clase de estadounidenses, hizolo mismo por los escritores – 6.500 de ellos en el Proyecto Federal deEscritores (FWP) a aproximadamente 20 dólares por semana. Entre otrascosas, los escritores del FWP produjeron una serie de guías clásicaspara ciudades y Estados estadounidenses, que todavía es un deleite leeren la actualidad. (Richard Wright y John Cheever estuvieron entre losque, por ejemplo, escribieron la “WPA Guide to New York City”.) Lostrabajadores de FWP también reunieron más de 10.000 historias orales enprimera persona de estadounidenses de a pie – pero extraordinarios;relativamente pocas de ellas fueron publicadas.

Hace unos 30 años, la escritora Ann Banks juntó 80 de esashistorias en un libro memoria profundamente emocionante llamado“First-Person America” [EE.UU. en primera persona]. Al leerlo, una cosaque probablemente impresiona en sus relatos de nuestra últimaimpresionante catástrofe económica fue cuantos de los participantes nohacían distinción entre los años veinte y los treinta; o sea entre “losbulliciosos años veinte” de la “Era del Jazz” y la era de la GranDepresión. Para muchos de ellos, fueron todos tiempos duros. Como Banksescribió en su introducción: “Para la mayoría de la gente en estelibro, la Depresión no fue el evento singular que parece ser enretrospectiva. Fue una adversidad más en vidas mortificadas por lainmigración, la guerra mundial, y el trabajo en industrias de bajossalarios antes de la regulación de salarios y horas de trabajo. Aunquehablaban de la vida en tiempos difíciles, los entrevistados por losEscritores Federales se refirieron pocas veces a la Depresión en sí.”

Me acordé de esto recientemente cuando leí en el Washington Postsobre una categoría de crimen que no sabía que existía: gentedesesperada en una crisis monetaria, a menudo atrasada con los pagos depréstamos a concesionarios automovilísticos, que incendian sus coches yluego tratan de cobrar el seguro (afirmando usualmente que les fueronrobados). La policía de Washington calcula que cientos de casossemejantes ocurrieron en su región sólo en los últimos dos años. Aunquetales intentos de fraude podrían estar aumentando actualmente, es unfenómeno que difícilmente comenzó con el colapso de Bear Stearns, o conla caída del mercado bursátil, o con la crisis crediticia global quesobrevino posteriormente. Me quedé preguntándome cuanta gente nodistinguirá mucho esta vez entre el reventón de los años noventa, losaños de Bush en los que el presidente, como reacción a los ataques del11-S, pidió a los estadounidenses que fueran a Disney World y compraranhasta caerse, y el desastre que ahora es casi seguro que llegue y nospersiga a todos.

Como actualmente hay más gente atrasada en el pago de sus préstamospara coches que nunca ante antes, no cabe duda de que podemosprepararnos para una aumento en la cantidad de incendios de coches enlos próximos años, tal como ya vemos un aumento en toda clase de actosextremos, incluyendo suicidios, ya que cada vez más estadounidensessufren ejecuciones hipotecarias y enfrentan la realidad del desalojo.Como señala Nick Turse, autor de “The Complex: How the Military InvadesOur Everyday Lives,” si uno busca cuidadosamente en los informes denoticias locales en todo el país, ya puede ver hacia donde vamos, y noes nada lindo. Ni un poco. Tom

Aumentan las víctimas en la calle mayor

El resultado humano de la crisis financiera en EE.UU.


Nick Turse,

El 4 de octubre de 2008, en el sector Porter Ranch de Los Ángeles,Karthik Rajaram, asediado por problemas financieros, mató a tiros de sumujer, a su suegra, y a sus tres hijos antes de volver el arma contrasí mismo. En una de dos notas de suicida, Rajaram escribió que estaba“en quiebra” por haber incurrido masivas pérdidas en la catástrofeeconómica. “Creo que estaba desempleado, sus incursiones en el mercadobursátil habían empeorado de modo desastroso,” dijo el Jefe Adjunto dela Policía de Los Ángeles, Michel R. Moore.

La secuela de la actual debacle de las hipotecas subprime y de laeconomía que la siguió ha sumido vidas en el caos en todo el país. Enlos últimos días, Associated Press, ABC News, y otros, han comenzado aencarar la creciente cantidad de víctimas, especialmente suicidios,atribuidas a la crisis financiera. (Nótese que hace meses, BarbaraEhrenreich presentó el tema en Nation.)

El suicidio es, sin embargo, sólo un tipo de acto extremo para elcual la catástrofe financiera parece haber sido el catalizador. Desdecomienzos del año, historias de resistencia a desalojos, autodefensaarmada, canicidios, incendios premeditados, heridas autoinfligidas,asesinatos, así como suicidios, especialmente como reacción a la crisisde las ejecuciones hipotecarias, se han multiplicado en las noticiaslocales, aunque la mayoría de los informes han pasado desapercibidos aescala nacional – como ha sucedido con todas las pautas relacionadascon estos eventos.

Aunque es imposible saber qué factores, incluyendo losprofundamente personales, contribuyen a semejantes actos extremos,violentos u otros, muchos parecen estar innegablemente vinculados conla crisis actual. ¡No es de extrañar! Las tasas de estrés, depresión ysuicidio aumentan invariablemente en tiempos de confusión económica.Como Kathleen Hall, fundadora y directora ejecutiva del StressInstitute en Atlanta, dijo a Stephanie Armour de USA Todayanteriormente durante este año: “Los suicidios tienen mucho que ver conla economía.”

Ahora, cuando las predicciones de una recesión larga y profunda sonlugar común, no es demasiado temprano para comenzar a buscar esaspautas en las tragedias humanas que ya brotan en medio de las ruinas delas finanzas. Hay que esperar tendencias inquietantes en los años porvenir, especialmente cuando cientos de miles de veteranos de lasguerras de Iraq y Afganistán vuelven a casa a escenarios de desempleoy, en algunos casos, carencia de vivienda. Consideremos esto, por lotanto, como un intento de buscar tempranos signos anecdóticos de lassecuelas de tiempos difíciles, los resultados, en este caso, de unestudio de informes de la prensa local de toda la nación, algunospequeños, pero potencialmente indicadores de mayores tragediasestadounidenses, y todos sugieren un modelo que probablemente se hagamás pronunciado.

Desalojos extremos

En febrero, cuando un agente del alguacil fue a entregar unanotificación de desalojo a un propietario de casa en Greeley, Colorado,vio que el hombre se había cortado las venas y yacía en un baño desangre. Llevado de prisa a un hospital cercano, el hombre sobreviviómientras la oficina del alguacil trataba de restar importancia arazones económicas por el incidente, diciendo, según el Denver Post,que “no asociaba el intento de suicidio con el desalojo, porque elhombre había sabido una semana antes que lo iban a echar.”

En marzo, el residente de Ocala, Florida, Roland Gore mató a su perro y a su mujer, incendió su casa embargada, y luego se mató.

En abril, Robert McGuinness, agente privado de notificacionesprocesales, llegó al umbral de la puerta de Frank W. Conrad en MarionCounty, Florida. Según un artículo en el periódico local Star Banner,Conrad, de 82 años primero se mostró “cordial.” Cuando McGuinnesspresentó la notificación de ejecución, sin embargo, Conrad seenfureció, y abandonó la pieza. Volvió con una pistola de calibre .38 yanunció: “Tiene dos segundos para salir de mi propiedad o va alhospital.” Los agentes del alguacil de Marion County lo arrestaronposteriormente.

El 3 de junio, agentes de la FEMA (Agencia federal para manejo deemergencias) partieron a informar al residente de Nueva Orleans, EricMinshew, que sería desalojado de su remolque “Katrina.” Después de seramenazados por Minshew, los empleados de FEMA llamaron a la policía.Cuando llegaron los policías, Minshew supuestamente también los amenazóy “se encerró en su casa parcialmente destruida, vecina a su remolque.”Un equipo de SWAT (Equipo de armas y tácticas especiales) fue llamado yatacó al hombre con gas lacrimógeno. Entrevistado por elTimes-Picayune, una residente del lugar, Tiffany Flores, declaró:“Algunos miembros del SWAT dijeron a mi esposo que nunca habían visto anadie resistir tanto gas lacrimógeno.” El enfrentamiento duró horasantes de que “un equipo de ataque de agentes tácticos” invadió la casa.Aunque Minshew abrió fuego, terminaron por acorralarlo en el pisosuperior. Cuando – afirmaron – se negó a abandonar su arma, lo tumbarona tiros.

Ese mismo día, en Multnomah County, Oregon, agentes del alguacilentregaron una notificación de desalojo a un inquilino desesperado.Según el agente Travis Gullberg, Oficial de Información Pública delAlguacil de Multnomah County, el desalojado sacó rápidamente unapistola de su bolsillo y le puntó a la cabeza antes de ser desarmadopor los agentes.

Tiempos difíciles

Recientemente, según Los Ángeles Times, Rich Paul, vicepresidentede ValueOptions Inc., que trata remisiones de salud mental, dijo quedurante el último año, llamados relacionados con estrés, resultantes deejecuciones hipotecarias o dificultades financieras han aumentado en un200% en California. De la misma manera, el doctor Mason Turner, jefe depsiquiatría en el Centro Médico en San Francisco de Kaiser Permanente,informó de “un aumento cuádruple en las admisiones psiquiátricas en suhospital durante agosto, y que cerca de un 60% de los pacientes dicenque el estrés financiero contribuyó a sus problemas.”

Por cierto, muchas víctimas de las crisis económicas relacionadasnunca reciben tratamiento. En julio, el agente del alguacil deSacramento County, Mark Habecker dijo al Sacramento Bee que dos vecesdurante este año “propietarios de casas a punto de ser desalojados hancometido suicidio cuando se aproximaba para realizar el cierre.” Enotro caso, dijo que “otro policía de Sacramento encontró una nota en lacasa que le decía donde encontrar el cuerpo del dueño de la casaembargada.” El Bee informó que tales casos “no reciben publicidadcuando suceden,” lo que provoca la pregunta de precisamente cuantossuicidios similares no han sido mencionados en toda la nación.

En julio, cuando la policía entregó una notificación de desalojo enla casa de George y Bonnie Mangum en Middleburg, Florida, la pareja separapetó en su interior. Finalmente, convencieron a George Mangum deque se rindiera y fue arrestado. “Hizo lo único que sabía hacer,proteger a su familia, todo lo que hizo fue sentarse al otro lado de lapuerta y decir: ‘Tengo un rifle, tengo un rifle’ y por eso va a lacárcel porque amenazó a la policía,” dijo Bonnie. La hija de la pareja,Robin, agregó: “Ésta es mi casa, es la casa de todos nosotros y nopienso que sea justo. Mi padre fue un Boina Verde, está enfermo, ¿cómolo vais a echar?”

Dallas Dwayne Carter, residente de Pinellas Park, Florida era unpadre soltero discapacitado de 44 años, que había perdido su trabajo,se había endeudado, y enfrentaba el desalojo. “Siempre hablaba de quenecesitaba ayuda – en lo financiero y para los niños,” dijo el vecinoKevin Luster al St. Petersburg Times. El 19 de julio, Carteraparentemente llamó a la policía para decir que estaba armado yperturbado. Cuando llegaron los agentes, Carter disparó su pistola y surifle dentro del apartamento, antes de salir y apuntar con sus armas alos agentes presentes. La policía dice que le ordenaron que lassoltara. Cuando no lo hizo, lo mataron con una descarga de 10 balas.

El 23 de julio, unos 90 minutos antes de que su casa embargada enTaunton, Massachusetts debía ser subastada, Carlene Balderrama envióuna carta por fax a su compañía hipotecaria, informándola que “hoy,para cuando ejecuten la casa estaré muerta.” Siguió diciendo: “Esperoque os mostréis más compasivos con mi esposo e hijo de lo que fuisteisconmigo.” Después de eso, tomó un rifle de gran potencia y, según elBoston Globe, se mató. En una entrevista con Associated Press, elesposo de Balderrama, John, dijo: “No tenía la menor idea.” Su mujermanejaba las finanzas y había estado interceptando cartas de lacompañía hipotecaria durante meses. “Escribió en su nota suicida quefue agobiador para ella,” dijo. En la carta, ella escribió: “Tomad eldinero del seguro [de vida] y pagad la casa.”

El día después del suicidio de Balderrama, a 80 kilómetros dedistancia, en Worcester, Massachusetts, un hombre de 64 años, que yahabía sido desalojado, se atrincheró dentro de su antigua casa.Llamaron a la policía y lo encontró supuestamente preparado paraencender cuatro tanques de propano. “Su intención era quemar la casacon él adentro,” declaró el sargento Christopher J. George al Telegram& Gazette. A medida que el hombre se volvía “aún más desesperado”con la llegada a la calle de un camión de mudanzas, la policía invadióla casa y lo encontró “apoyando un cuchillo de 30 cm. de largo contrasu propio pecho” mientras un trozo de papel ardía cerca del propano. Elhombre fue desarmado y el fuego extinguido.

Ese mismo día, en Visalia, California, un agente del alguacil deTulare County trató de entregar una notificación de desalojo a MelvinNicks, de 50 años. Nicks reaccionó apuñalando al agente con un cuchilloy parapetándose en la casa durante varias horas. Se rindió más tarde.

Sin salida

Los residentes de Bay City, Michigan, David y Sharron Hetzel, ambosde 56 años, “perdieron su casa por ejecución hipotecaria y suspensiónde pagos. Pero no completaron los procedimientos necesarios paradeclararse en bancarrota.” El 1 de agosto, según los informespoliciales, David Hetzel envió una carta de disculpas a los miembros desu familia. Más tarde, esa noche, según la policía local, atacó a sumujer durmiente, golpeándola en la cabeza con un palo de golf yapuñalándola repetidamente con un cuchillo de cocina. Después dehacerlo, comenzó a prender fuegos en toda la casa antes de meterse a lacama junto a su mujer y de suicidarse con “una sola herida fatal en sutorso.”

El 12 de agosto, agentes del alguacil llegaron a la casa enSaddlebrook, Nueva Jersey, de Beatrice Brennan, de 88 años, otravíctima de la crisis hipotecaria, que había refinanciado su casa y sehabía atrasado en los pagos. Negándose a contemplar inactivo mientraslanzaban a su madre a la calle, su hijo John, de 60 años, tomó unapistola de calibre .22 para oponerse a los representantes de la ley.Eso llevó a los empleados de la empresa de mudanzas, que estabanesperando que venciera un plazo hasta las 10 de la mañana impuesto porel tribunal, a escapar rápidamente hacia su furgón. Brennan pudoretrasar brevemente el desalojo antes de ser arrestado por un equipodel SWAT y que su madre perdiera su casa. “Este asunto me rompe elcorazón,” dijo al periódico local, The Record, un antiguo vecino,Vincent Carabello, “¿Cómo pudo haber pasado algo semejante?”

Sylvia Sieferman, residente de Roseville, Minnesota, estaba muyestresada y atormentada por dificultades financieras. La preocupabansus dos hijas de 11 años. El 21 de agosto, según informes policiales,Sieferman “acuchilló repetidamente a las niñas y a sí misma.” “Llegó allímite,” dijo su amiga Carrie Micko al Star Tribune. “Ya no podíaseguir luchando... sentía que sus hijas estaban sufriendo porque ellano era capaz de cubrir sus necesidades.” Como agregó Micko: “Después deuna serie de contratiempos financieros, ya no pudo vislumbrar unasalida. Estaba bajo extrema angustia financiera, emocional y espiritualy no quería decepcionarlas.”

Mediante cualquier medio necesario

El Boston Globe informó que, el 5 de septiembre: “fueron arrestadoscuatro manifestantes que trataban de impedir el desalojo de una mujerde Roxbury de su casa... después de encadenarse a los peldaños de suporche trasero.” Mientras 40 manifestantes protestaban en la calle,funcionarios del Bank of America ordenaron a Paula Taylor que salierade su casa. “Es nuestro octavo bloqueo y es la primera vez que hahabido arrestos,” dijo Soledad Lawrence, organizadora de City Life, unaorganización sin fines de lucro que trata de detener la gran cantidadde ejecuciones hipotecarias y de desalojos en vecindarios de Boston.“Pueden volverse más agresivos y nosotros seremos más agresivos.”agregó.

El 25 de septiembre, mientras los políticos en Washington tratabande discutir un masivo paquete de rescate para las institucionesfinancieras, agentes de policía de Boston enfrentaron a unos 40activistas de City Life frente a la casa de Ana Esquivel, empleada deuna escuela privada, y de su esposo Raúl, obrero de la construcción,ambos de cincuenta y tantos años. El Globe informó que cuatromanifestantes fueron arrestados cuando los policías iban a empellonestratando de pasar para permitir que un cerrajero entrara a la casa afin de excluir a los Esquivel de su casa. “Hemos sido destruidos por elbanco,” dijo sollozando Ana Esquivel. “El banco es demasiado grandepara nosotros.” Aunque el bloqueo fracasó en el caso Esquivel, StevenMeacham, organizador de City Life, dijo a un periodista del Globe que“las protestas han ayudado a impedir unos nueve desalojos. En losbloqueos exitosos, los propietarios de casas obtuvieron tiempoadicional de los dueños de sus hipotecas para negociar alternativas alas ejecuciones hipotecarias.”

Dos días antes, agentes del alguacil de Los Ángeles County llegarona la casa en Monrovia de Joanne Carter, de 53 años, y de su esposo de67 años, John, para entregar una notificación de desalojo. JoanneCarter se negó a aceptarla. Según el “portavoz de Monrovia,” DickSinger, como informa el Pasadena Star-News: “dijo a los agentes quetenía armas de fuego en la casa y les mostró una escopeta.” El díasiguiente, agentes de la policía de Monrovia aparecieron en la casadespués de ser informados de que la mujer “puede haber amenazado a unaagencia de compensación de trabajadores.” El teniente de la policíaMichael Lee dijo que Carter les dijo que si “trataban de entrar,defendería su casa mediante cualquier medio necesario.” Entonces, ellay su esposo se parapetaron en el interior, después de lo cual fuedisparada una escopeta. Llamaron a policías de otros departamentoslocales. Después de un enfrentamiento de horas de duración, los Carterse rindieron y fueron arrestados.

Ese mismo día, en el norte de California, Cliff Kendall,funcionario jefe de construcción de Petaluma, se mató usando un rifle.Una semana antes, Kendall había sido informado de que sería despedido.“Temía que perderíamos nuestra casa, y probablemente la perderemos,porque no puedo permitirme el lujo de mantenerla,” dijo su mujerPatricia, discapacitada por una lesión en la espalda, al PressDemocrat. “Estaba extremadamente alterado y agraviado por el despido.”

El 3 de octubre, el día antes del masivo asesinato/suicidio deKarthik Rajaram en Los Ángeles, Addie Polk, de 90 años, fue llevada aextremos por la crisis financiera. Con agentes del alguacil ante supuerta, Polk evidentemente tomó la única acción que pensó que lequedaba para evitar el desalojo de su casa embargada. Trató de matarse.Su vecino, Robert Dillon, al escuchar fuertes ruidos en su casa,utilizó una escala para entrar por una ventana del segundo piso.Encontró a Polk acostada en su cama. “Se movió un poco hacia mí, vi esasangre, y me dije: ‘Oh, no, la señorita Polk se debe haber disparado.’”Mientras estaba en el hospital recuperándose de dos heridas de balaautoinfligidas, Brian Faith, portavoz de Fannie Mae, anunció que laasociación hipotecaria había decidido condonar su deuda pendiente ydarle “directamente” la casa.

El 6 de octubre, en Sevier County, Tennessee, agentes del alguacil,seguidos por policías, llegaron para desalojar a Jimmy y Pamela Ross desu casa. Escucharon un tiro y entraron a la casa para hallar a Pamela,de 57 años, muerta de una herida de bala autoinfligida en el pecho. Suvecina, Ruth Blakey, dijo a WVLT-TV: “Sé que realmente odiaba la ideade abandonar esa casa. No quería abandonar esa casa.”

Wanda Dunn dijo a vecinos que preferiría morir que dejar su casa.El 13 de octubre, el día en el que iba a ser desalojada, la mujer de 53años, oriunda de Pasadena, California, aparentemente prendió fuego a sucasa “donde su familia había vivido durante generaciones” antes dedispararse en la cabeza. “Sabíamos que iba a suceder,” dijo su vecinoSteve Brooks a Los Ángeles Times. “No fue la culpa de nadie enparticular; fue la culpa de todos.”

Subcontrata de suicidios
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En septiembre, lectores de la columna "Explainer" de Slate hicieronla siguiente pregunta: Si la crisis financiera es tan calamitosa,“¿como es posible que no se hable de ejecutivos que saltan por lasventanas?” La escritora Nina Shen Rastogi respondió como corresponde:

“Porque la situación actual no ha tenido ni de cerca un efecto tandevastador sobre las finanzas personales de la gente. El Gran Crac de1929 – y en menor medida, el crac de 1987 – llevaron a algunos acometer suicidio. Pero en casi todos esos casos, los muertos habíansufrido una importante pérdida al colapsar el mercado. Ahora, debido engran parte a esas experiencias anteriores, los inversionistas tienden atener carteras mucho más diversificadas, para evitar que todas susfortunas desaparezcan al caer las acciones.”

Puede que sea cierto. Hasta ahora, por lo menos, los suicidios enWall Street parecen haber sido subcontratados a sitios de los que susejecutivos probablemente nunca han oído hablar. Allí, en lasproverbiales calles mayores de EE.UU., la catástrofe financiera de WallStreet comienza a ser medida no sólo en dólares y centavos, sino ensangre.

Ahora mismo, no hay recuentos reales de los numerosos actosextremos nacidos de la crisis financiera, pero seguramente otrosasesinatos, suicidios, heridas autinfligidas, actos de incendiopremeditado y de autodefensa armada simplemente han pasadodesapercibidos, afuera en vecindarios duramente afectadoseconómicamente en ciudades y pequeñas localidades en todo EE.UU. Sinfinal a la vista ni en el caso de las ejecuciones hipotecarias ni en elcaos económico, puede que los estadounidenses tengan que prepararsepara muchas víctimas más dentro de su país. A menos que se implementenextremos pasos económicos, como ser la condonación de hipotecas y dedeudas, la cantidad de actos extremos y el recuento final de lasvíctimas pueden ser mucho más extremos de lo que nadie quiera imaginar.

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Nick Turse es editor asociado y director de investigación deTomdispatch.com. Ha escrito para Los Angeles Times, San FranciscoChronicle, Adbusters, the Nation, y regularmente para Tomdispatch.com.Su primer libro: “The Complex: How the Military Invades Our EverydayLives,” una exploración del nuevo complejo militar-corporativo enEE.UU., fue recientemente publicado por Metropolitan Books. Su sitio enla red es: Nick Turse.com

Copyright 2008 Nick Turse

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