La importancia de estar conectados

Empresas y escuelas fomentan el acceso a Internet en los lugares más recónditos para evitar el aislamiento y asegurar que el conocimiento llegue a todos


CURSO.Un taller en el Barrio Ejército de los Andes, más conocido como Fuerte Apache


EN EL DELTA. En la escuela número 20, ubicada sobre el Paraná Miní, los alumnos están conectados


A LA LANCHA. Los chicos dejan la escuela, en el Delta, para volver a su casa


CURSO. Un taller de inclusión digital en una escuela del Bajo Flores



La lancha sale del embarcadero Río Tigre, toma el río Luján y, luego, el canal Gobernador Arias. Cruza el Paraná de las Palmas hasta el canal Gobernador La Serna y desemboca, finalmente, en el río Paraná Miní. Son más de dos horas de viaje parando en cada muelle para recoger, uno por uno, a los alumnos que viven en las islas y que van y vienen cada día de las escuelas diseminadas por el Delta. Pese al atractivo paisaje en el que transcurre la vida de estos niños y adolescentes, el aislamiento y la precariedad son dos constantes, tanto en su vida familiar como en la escolar.

Más allá del trabajo heroico de maestras y directoras por cumplir lo más dignamente posible con la tarea educativa, el avance arrollador del conocimiento, por un lado, y la carencia de medios y el aislamiento geográfico, por el otro, profundizaron una brecha cada vez más difícil de remontar.

Pero la historia de estos isleños no es muy diferente de la de millones de argentinos excluidos social y culturalmente.

"En épocas de cambios económicos y de mayor demanda social -como las que corren- las iniciativas que promueven la inclusión digital pueden abrir nuevas oportunidades de comunicación, integración e inserción, sobre todo en las comunidades aisladas, quebradas, fragmentadas", dice Sandra Yachelini, directora general de Microsoft Argentina & Uruguay.

Conectividad es la palabra mágica. Un término que no figura todavía en la agenda pública argentina, al menos con estatus de política de Estado. Pero hay buenas noticias que provienen del sector privado, en alianza con la sociedad civil y, eventualmente, con sectores muy puntuales de la educación pública. Todavía son historias aisladas, pero comienzan a formar una masa crítica que tal vez ayude a llevar a buen puerto el sueño de una sociedad con acceso masivo a las nuevas tecnologías.

Acortar distancias

María Cristina Carrazzoni, directora de la Escuela Primaria Nº12 Florentino Ameghino, situada sobre el río Paraná Miní, habla de "un antes y un después" de la conectividad en ese establecimiento educativo. Ella viaja en lancha cinco horas por día para atender una escuela que acaba de cumplir 105 años, y es una de las ocho personas que integran el proyecto Comunicándonos desde las Islas del Delta, enlazadas digitalmente a través de un programa que puso en marcha Microsoft Argentina en conjunto con la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires y la Asociación Misión Futuro, de La Plata. El programa ya capacitó a 100 docentes dentro de un aula móvil provista de computadoras, ubicada en una plaza del partido de San Fernando, que tiene tantas escuelas en islas como en su planta urbana.

Con esta iniciativa se intenta reducir la distancia que impone la naturaleza a partir de cursos de educación a distancia y de acceso a la información a través de medios digitales.

"El aislamiento geográfico y tecnológico de un espacio respecto del resto de las comunidades es un factor desequilibrante de las oportunidades para el desarrollo", dice Luis Zanone, vicedirector de la Escuela de Enseñanza Técnica Nº 1 Alférez José María Sobral (secundario con orientación electromecánica), también ubicada sobre el Paraná Miní, tercera sección del Delta, y que cuenta con 272 alumnos.

Adriana Graciela Cejas, directora de la Escuela Nº 20 Remedios de Escalada de San Martín -que cumplirá 100 años el próximo 23 de octubre y es vecina de muelle de la Alférez Sobral-, destaca el impacto positivo de esta experiencia en los alumnos, pero también en sus familias. "Las nuevas tecnologías no sólo aumentan las oportunidades de formación permanente a través de la educación a distancia, sino que acrecientan las posibilidades de desarrollo local y ayudan a organizarse civilmente", se entusiasma.

Desafios

Que las nuevas tecnologías son un factor fundamental para el desarrollo de las oportunidades económicas y de empleo es ya algo que nadie discute a estas alturas. Sin embargo, su obviedad no es tal cuando las cifras de la inclusión digital dejan al desnudo la realidad de millones de argentinos que están fuera de ese mundo de posibilidades.

Según Cisco, empresa líder a nivel mundial en redes para Internet, el 70 por ciento de la conectividad de banda ancha en el país está en el Area Metropolitana de Buenos Aires y de ese 70 por ciento, la mitad en la ciudad de Buenos Aires. Ante semejante concentración, el desafío es integrar las comunidades aisladas y remotas, federalizar las tecnologías de la información, democratizarlas.

Además de Comunicándonos desde las Islas del Delta, Microsoft dona licencias de software y dinero en efectivo para abrir centros de capacitación con el fin de facilitar la inclusión laboral y dar solución a problemas concretos en distintas comunidades. Un ejemplo de esto es Intendente Alvear, en La Pampa, uno de los pueblos con mayor porcentaje de personas con acceso a Internet de la Argentina.

Junto con la Fundación Equidad, y en articulación con el Ministerio de Educación de La Pampa, apoyaron a la Fundación Pro Alvear para abrir un cíber comunitario que tiene como objetivo mejorar la productividad y la educación de esa comunidad.

En los centros de Intendente Alvear, y en uno recientemente inaugurado en Bernardo Larroudé, ya se han capacitado más de 1500 personas, desde receptores de los planes Jefes y Jefas de Hogar hasta madres de familia, jubilados y pensionados, trabajadores rurales, comerciantes, niños y estudiantes.

"No hacemos asistencialismo, sino que trabajamos para llevar los beneficios de la sociedad del conocimiento a la mayor cantidad posible de argentinos y de organizaciones, y en especial a las comunidades menos privilegiadas", dice Jorge Vega Iracelay, director de Asuntos Legales, Corporativos y de Responsabilidad Social de Microsoft para Argentina y Uruguay.

El dato no es menor, si se piensa que solamente en el conurbano bonaerense 400 mil jóvenes no estudian ni trabajan. Una triste realidad estalla cada día en los medios de comunicación: marginalidad, delincuencia, paco, falta de futuro, fragmentación.

Desarrollo comunitario

Por eso son muy alentadores los ejemplos como el de la Escuela Nº 3 Arturo Marasso, del Barrio Villa de Emergencia Matienzo, emplazado dentro del Barrio Ejército de los Andes (también conocido como Fuerte Apache), en José Ingenieros. En esta escuela hay un Centro de Inclusión Digital (CDI) que funciona como un centro de informática y ciudadanía dentro de una escuela primaria y que también capacita a adultos.

"La propuesta pedagógica es que las personas se formen en la integración y el aprendizaje social para el desarrollo de su comunidad", dice su director, Javier Cánepa.

Según explica, la utilización de la herramienta informática no es un fin en sí mismo, sino un medio para la resolución de problemas; por ejemplo, escribir notas pidiendo apoyo para determinados proyectos o necesidades, como puede ser arreglar una plaza o pintar la escuela.

Miguel Ojeda, miembro de la Comisión por la Recuperación del Barrio, coincide en que el fin último no es aprender o hacer un uso intensivo de la tecnología: "Diría que es al revés: mientras la gente busca caminos para resolver sus problemas de ciudadanía, va aprendiendo informática".

"Las escuelas CDI -hay más de 80 en todo el país- buscan acercar la informática a las comunidades digitalmente excluidas, impulsar el protagonismo de la gente a través del planeamiento participativo, la autogestión colectiva y la promoción de microemprendimientos, y generar espacios de ejercicio de la ciudadanía a través de la realización de proyectos de servicio comunitario", sintetiza Hugo Castañeda, presidente de la Fundación CDI Educación Digital.

En Cobo y Curapaligüe, en el Bajo Flores, funciona otro Centro de Inclusión Digital. Depende de un programa del gobierno porteño a partir de convenios con la Fundación CDI y con las empresas Microsoft, Dell y Telefónica, que están proveyendo los recursos necesarios para el armado de aulas digitales.

Mirta Colle, licenciada en trabajo social, explica que cotidianamente se atiende a niñas, niños, adolescentes y adultos de la tercera edad de los sectores más desprotegidos para los que se elaboró un plan de capacitación que consta de cinco encuentros de siete horas cada uno, con frecuencia semanal.

Otros proyectos, como Escuela Plus, apuestan a la inclusión de comunidades de bajos recursos, desde Salta hasta la Antártida. Al comienzo del presente ciclo lectivo, la Escuela N° 38 Presidente Julio Argentino Roca, de la Base Antártica Esperanza, puso en marcha un proyecto piloto del Ministerio de Educación de la Provincia de Tierra del Fuego, el Comando Antártico de Ejército y el Colegio Marín, junto con DirecTV, Microsoft, Discovery y el Banco Mundial, con la finalidad de mejorar las prácticas pedagógicas y complementar los procesos de aprendizaje con contenidos interactivos.

La Argentina sin agenda digital

"En la Argentina falta una política de Estado. La inclusión digital sólo funciona cuando hay apoyo desde los más altos niveles de gobierno, pero por ahora lo que se destaca es la ausencia de una agenda digital a nivel del país", dice Jorge Vega Iracelay.

Ciertamente, no se percibe un claro apoyo en ese sentido, sino una atomización de propuestas y proyectos. El único Estado provincial que ha avanzado en el buen sentido por el momento es San Luis, que ha implementado wi-fi en toda la provincia.

En el caso de Uruguay, por el contrario, la importancia que se le dio al tema hizo que la agenda digital nacional se concentrara en las manos del propio presidente de la república. Es cierto que Uruguay es un país unitario y

de dimensiones muy inferiores, pero no es menos cierto que la apuesta de Tabaré Vázquez al Plan Ceibal de informatización escolar fue total. Todas las escuelas del país, en dos años, fueron conectadas a la Web con banda ancha y cada aula fue provista con wi-fi. El siglo XXI ha llegado a todas las clases sociales del Uruguay.