La batalla que dio origen a la silla eléctrica




Hace poco más de cien años la palabra electrocución no existía.



Se podría decir que la palabra nació con la electricidad, pero tampoco es así pues electrocución es la combinación de los términos: electro y ejecución. ¿Cómo se llegaron a unir la electricidad y la pena capital? Pues por una fuerte disputa comercial de dos grandes inventores que se ganaron un lugar en la historia del progreso humano y millones de dólares en juego.

La diferencia de la corriente alterna (CA) con la corriente continua (CC), es que la continua circula sólo en un sentido y la otra -como su nombre lo indica- circula durante un tiempo en un sentido y después en sentido opuesto, volviéndose a repetir el mismo proceso en forma constante.

El 4 de septiembre de 1882, Thomas Alva Edison puso en marcha la primera central de distribución de energía eléctrica. Generaba corriente continua (CC) a 110 voltios -básicamente para encender bombillas-, y vendía su electricidad a algunos vecinos de Manhattan, los cuales estaban cerca a su generador eléctrico en Pearl Street.

Posteriormente, en 1888, George Westinghouse compró la patente de un transformador para elevar o reducir voltajes de la corriente alterna (CA) -inventada por Nikola Tesla- que era muy poderosa. Tras realizar algunas mejoras en el dispositivo, empezó a promocionar la CA como la idónea para establecer redes y suministro de largo alcance.

Comenzó así lo que se llamó La guerra de las corrientes eléctricas, la cual libraron Edison y Westinghouse.






Ejecución a inicios del siglo pasado



La última jugada estratégica de Edison fue tratar de que a este nuevo método de ajusticiamiento se lo conociera como "El Westinghousing" y así seguir hundiendo a su competencia. Un golpe bajo, verdad?

Igual, no le sirvió de mucho porque en 1893 le concedieron a Westinghouse el contrato para poner una red de corriente alterna que abasteciera de electricidad a la Exposición Universal de Chicago.

También firmó un contrato para construir la primera red de suministro eléctrico de largo alcance con generadores de CA para las cataratas del Niágara. Estos generaron electricidad y fue distribuida finalmente a 40 kilómetros de distancia, hasta Búfalo, Nueva York.






A la larga, Westinghouse ganó la batalla aún a pesar del achicharramiento del pobre Kemmler. La corriente alterna acabó imponiéndose en todo el mundo.

Edison por su parte seguía jugando a matar animales, y el 4 de Enero de 1903 filmó la electrocución de la elefanta Topsy (ver video). El animal había matado a tres personas. Como sobrevivió a la ingestión de 460 gramos de cianuro de potasio -mezclado con zanahorias-, la sometieron finalmente a 6.600 voltios de CA. La cinta fue exhibida por todo el país.

Edison tardó en aceptar que había perdido.


La electrocución quedó definitivamente prohibida recién en febrero del 2008 en Estados Unidos, después de que el Tribunal Supremo de Nebraska, último estado en utilizarla, declaró que el método es anticonstitucional.

Más que sorprenderme de que la silla eléctrica haya nacido casualmente por una batalla comercial, debo confesar que se me hizo más curioso conocer la verdadera personalidad de Thomas Alva Edison.

Nunca imaginé que este gran inventor tuviese ese lado oscuro, a veces rayando en lo maquiavélico, que fue capaz de todo con tal de desprestigiar a su competencia.





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