El Extraño Caso de Julia Pastrana o La Mujer Barbuda
En 1834 nació en México una niña que llamó la atención de la comunidad científica de ese entonces, quienes al auscultarla coincidieron que su origen sólo podía ser el resultado de la pecaminosa unión de un mono y un humano. Estaba llena de pelaje por todo su cuerpo, especialmente en la espalda, el cual iba aumentando conforme llegaba al coxis. Tenía también un defecto en la mandíbula, encías protuberantes y doble fila de dientes, casi como un escualo.
En este contexto, que tuviera un poquito de bigote, patillas y pelo hasta en sus manos, sólo eran otras graciosas marcas de nacimiento.
Esta niña se llamó Julia Pastrana y fue criada como empleada en la casa de una adinerada familia mexicana donde aprendió a la perfección las labores domésticas. Según las crónicas de la época era una joven “modesta, servicial y sin pretensiones”.
La sociedad de ese entonces, al igual que la ciencia, no estaban preparadas para “entender” su condición –hipertricosis-, lo que la abocó al triste destino que siempre acompañaba a quienes nacían diferentes; a ser degradados a la categoría de fenómenos en las ferias ambulantes y circos. Y así fue como desde los 20 años empezó a trabajar exhibiéndose de feria en feria como “La Mujer Oso” con tan rotundo éxito que llegó hasta los Estados Unidos en 1854.
En una de sus tantas presentaciones, el famoso médico neoyorquino Alexander B. Mott opinó:
“Es el más extraordinario ser vivo de los últimos tiempos, es un curioso híbrido entre un humano y un orangután”
Theodore Lent era un empresario artístico que vio en Julia mucho potencial económico y descaradamente empezó a cortejarla hasta lograr que la pobre mujer se enamore de él y decida aceptarlo como esposo. Ese sería apenas el inicio de su calvario.
Ya casado con Julia Pastrana, mister Lent la lleva de gira por la culta Europa, donde obviamente la apariencia de su esposa despertó curiosidad y fue más llevadero y lucrativo el matrimonio negocio.
Aparte de las funciones públicas, Lent organizaba fiestas privadas en casa –pagadas por supuesto- para público selecto, donde su original cónyuge en persona, era el tema de conversación.
Para estas funciones privadas su esposo le enseñó a cantar y bailar, y ella, por su propia cuenta, aprendió a leer y escribir en tres idiomas. Decía que le gustaba dedicar su tiempo libre a la lectura, aunque curiosamente en los shows artísticos era “anunciada” como una completa salvaje.
En 1859, estando de gira en Moscú, Julia Pastrana descubrió que estaba embarazada.
El 20 de marzo de 1860, mientras su esposo cobraba la entrada para presenciar el parto “en vivo”, Julia daba a luz a un hijo varón idéntico físicamente a ella, quien solo sobrevivió dos días. Julia murió tres días después que su hijo.
Lent, un tipo totalmente sin escrúpulos vendió pases –y muy caros- para presenciar la agonía de su esposa.
Después de la muerte de su mujer y su hijo, Theodore los hizo momificar y los vendió a la Universidad de Moscú.
Al poco tiempo se enteró de que la universidad estaba haciendo negocio por el concepto de visitas públicas “científicas” a las momias, y presentando el certificado de matrimonio reclamó a su familia embalsamada, e ingeniosamente los acomodó en una plataforma: Julia de corsé y vestida como bailarina rusa, y el pequeño niño clavado por los pies sobre un pedestal luciendo un traje de marinerito.
Julia y su hijo embalsamados
En 1864, estando de gira con su embalsamada familia por Suecia, Lent escuchó hablar de un circo local donde presentaban a una mujer barbuda, y a que no adivinan que pasó!
Pues si, nuestro gran amigo y galán Theodore decidió cortejarla también.
Primero fueron ramos de flores, luego bombones, y por último cartitas de amor jurando que le recordaba a su ex esposa -qué mal piropo! verdad?-, que estaba enamorado de ella, que le bajaría las estrellas y ese típico bla bla que todos conocemos…
En fin, la nueva mujer peluda sucumbió ante tanta galantería de Lent que quedó prácticamente hechizada y poco tiempo después aceptaba a su dulce pretendiente como esposo.
En seguida, luego de la boda, Lent empezó a exhibir a su nueva esposa como la hermana escondida de Julia Pastrana, y como un buen monógamo que se respete, alquiló a un museo las momias de su ex mujer y su hijo.
Ya para 1880 Lent prácticamente "perdió la teja" y se volvió loco, siendo encerrado en un asilo donde moriría pocos años después.
En una especie de justicia poética, la segunda señora de Lent reclamó las momias como herencia conyugal, pero para venderlas inmediatamente. Luego se afeitó, se casó con un muchacho 20 años menor que ella, y desapareció del mapa.
Las momias de Julia Pastrana y su hijo siguieron cambiando de manos hasta bien entrado el siglo XX. En 1973 el obispo de Oslo canceló su exhibición en Noruega y quiso darles cristiana sepultura. ¿Quieren enterrar momias? ¡Empiecen por las de Egipto!, declaró el empresario que por entonces las tenía. Las momias fueron robadas en 1976. A ella le quitaron el vestido y le rompieron un brazo. Al niño le quebraron la quijada. En un segundo robo el pequeño fue abandonado en un basural, donde se lo comieron las ratas. y después de venderlas, desapareció para siempre. Qué tal!
Julia Pastrana fue vista por última vez en 1990 en el sótano del Instituto Forense de Medicina del Rikshospitalet de Oslo. Su esposo Lent mientras tanto, de seguro está ardiendo en el infierno hace más de un siglo, y de su segunda esposa, espero y ojalá haya conseguido un efectivo e indoloro método de depilación hace rato.
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En 1963, y basado en crónicas acerca de la vida de Julia, el cineasta italiano Marco Ferreri dirigió el filme "La donna scimmia".
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