“Estuve 78 horas en un ciber”

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[center][size=12pt][font=Comic Sans]“Ahora haría desaparecer los ciber.” Sol, que no es su nombre verdadero, fue adicta al juego electrónico. Comenzó a jugar a los 15 años y no paró hasta los 19, cuando saltó el conflicto en el seno familiar. De todos los videojuegos que existen en el mercado ella se especializó en uno en el que se libra una batalla entre cinco militares y cinco terroristas, según explicó. Se hizo experta y las horas transcurrían en medio de una guerra de juguete a la que dedicaba su vida adolescente. “Llegué a estar adentro de un ciber 78 horas corridas sin que nadie supiera nada de mí o dónde estaba”, cuenta ahora casi espantada. Este juego está sponsoreado por los propios cibers por lo que Sol viajó a Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe a campeonatos de esa guerra “fría”.

Por cada fin de semana ganaba entre 400 o 500 pesos. “Ahora le tiraría una bomba a ese cíber y a los otros y los haría desaparecer”, dice risueña, pero con enojo.

???Sol es hija única y las peleas familiares eran moneda común en su casa. Relata que su madre era la que más sospechaba de la adicción, sin embargo su padre responsabilizaba de todos sus problemas a la adolescencia.

???Su familia llegó a hacer una denuncia para encontrar a la chica, sin embargo Sol prefiere no hablar demasiado de ello. “Sé que hubo una denuncia pero yo nunca estuve en una comisaría ni nada”, afirma. A renglón seguido enumera con arrepentimiento los malos momentos que hizo pasar a los suyos y da gracias a quienes la ayudaron a salir y hacer una vida normal. La universidad, los amigos y compañeros y el novio están en ese reconocimiento. Hoy vive los problemas como cualquier persona pero no se esconde detrás de una computadora para anularlos.

???Sol estuvo más de cuatro años llena de mentiras y a los gritos con la familia. Eso sí, era una de las mejores jugadoras cibernéticas. Sin embargo, y a diferencia de otros empedernidos jugadores asegura que no la “llaman” otras formas lúdicas. “Era eso: estar horas y horas en el cíber y viajar para los campeonatos, esa era toda mi vida, y nada más, era todo. ¿Te das cuenta?”, comenta, a modo de una fuerte autocrítica.

???Esta joven de 21 años, estudiante de ingeniería y con novio desde hace dos advierte que durante esos años estuvo gravemente enferma, con una enfermedad que no requiere de antibióticos u otros fármacos. Y, lo más importante de todo, es que pudo darse cuenta de que fueron años perdidos porque eso, certifica, “no es vida”:
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?“Me costó, pasé por varios psicólogos y psiquiatras, hasta que la psicóloga que me atiende ahora dió en la tecla y me estoy recuperando. Fundamentalmente me hizo ver que pasar las horas en el ciber, viajar los fines de semana y ganar 400 o 500 pesos por torneo no era vida y menos la que yo de verdad quería”, afirma.

???Ahora sus preocupaciones no pasan por el ciberespacio sino que son concretas: el estudio], el amor y su familia. Ya hace dos años que no pisa un ciber ni se anota en torneos porque sus preocupaciones son otras. “Estoy bien”, dice de modo contundente. [/font][/center]