Justino Mártir


San Justino

San Justino Mártir (c. 100/114 - 162/168) fue uno de los primeros apologistas cristianos.

Biografía
Nació en la ciudad de Flavia Neapolis (actual Nablús, en Palestina; llamada Siquem en el Antiguo Testamento). Aunque afirma ser samaritano, su familia era pagana de habla griega, por lo que fue educado en ese contexto cultural. En su Diálogo con Trifón cuenta que estudió filosofía con diferentes maestros que por una u otra razón le decepcionaron y, tras convertirse al cristianismo en Éfeso, en tiempos de Adriano, dedicó el resto de su vida a difundir lo que él consideraba la verdadera filosofía. Parece ser que viajó bastante, y que al final de su vida se instaló en Roma, donde fundó el Didascáleo romano, una escuela de filosofía cristiana. Sufrió martirio en la capital del Imperio, al parecer debido a sus disputas con el cínico Crescencio, durante el reinado de Marco Aurelio, siendo Rústico prefecto de la ciudad (entre 162 y 168).

Obras
La primera mención de Justino se encuentra en la Oratio ad Graecos de Taciano, quien lo llama "el muy admirable Justino", cita una frase suya e informa de que el cínico Crescencio lo denunció a las autoridades. Ireneo (Haer. I., xxviii. 1) habla de su martirio y explica que Taciano fue su discípulo, le cita en dos ocasiones (IV., vi. 2, V., xxvi. 2) y muestra su influencia en otros lugares. Tertuliano, en su Adversus Valentinianos, lo llama filósofo y mártir, y el primer antagonista de los herejes. Hipólito de Roma y Metodio de Olympus también lo mencionan y lo citan. Eusebio de Cesarea lo trata con cierta extensión en su Historia eclesiástica (iv. 18), y le atribuye las siguientes obras, de las cuales sólo se tienen por auténticas la primera y la última:
   1. La Primera Apología de Justino Mártir, dirigida a Antonino Pío, a sus hijos, y el Senado Romano;
   2. una Segunda Apología dirigida al Senado Romano;
   3. el Discurso a los griegos, una discusión con filósofos griegos acerca de la naturaleza de sus dioses;
   4. una Exhortación dirigida a los griegos;
   5. un tratado Sobre la soberanía de Dios;
   6. una obra titulada El salmista;
   7. un tratado Sobre el alma; y
   8. el Diálogo con Trifón.

Su visión del Logos [editar]
La idea del Logos siempre le llamaba la atención a Justino. Es demasiado asumir una unión directa con Filón de Alejandria, en este detalle. La idea del Logos era extensamente familiar a hombres cultos, y la designación del Hijo de Dios como Logos no era nueva a la teología cristiana. El significado está claro, sin embargo, en la manera en la cual Justino identifica al Cristo histórico con la fuerza racional vigente en el universo, que conduce hasta la reclamación de toda la verdad y virtud para los Cristianos y a la demostración de la veneración de Cristo, que despertó tanta oposición, como la única actitud razonable. Es principalmente para esta justificación de la veneración de Cristo que Justino emplea la Idea del Logos.

Justino ve al Logos de Dios como un Dios engendrado:

El Logos de la Sabiduría, quien es este mismo Dios engendrado
del Padre de todo, Logos, Sabiduría, Poder, y gloria del Engendrador.

(Diálogo con Trifón LXI)


Considera al Logos un Dios subordinado a Dios, manifestando un claro subordinacionismo:

Yo te persuadiré, desde que tú has entendido las Escrituras,
(de la verdad), de que hay, y se dice que existe, otro
Dios y Señor subordinado al Hacedor de todo; quien es llamado 
Angel, porque Él anuncia a los hombres cualquier cosa que el
Hacedor de todo, sobre quien no hay otro Dios, desea decirles
a ellos.

(Diálogo con Trifón LVI)


El siguiente pasaje es motivo de controversia y de interpretación, para entender cuál es el sentido, en el cual, Justino considera a los ángeles semejantes a Cristo y dignos de ser también homenajeados([1]) :

Nosotros confesamos que somos ateos en lo que se refiere a los dioses,
pero no con respecto al más grande verdadero Dios, el Padre de la
Justicia y la temperanza y de otras virtudes, quien es libre de toda
impureza. Pero Él y el Hijo quien proviene de Él y nos enseñó estas
cosas y a la hueste de los otros ángeles buenos que le siguen y que son
similares a él, y al Espíritu  profético, nosotros veneramos y rendimos
homenaje.

(Primera Apología VI)


fuente:http://wikipedia.org/