“Todos somos hackers”

Con su navegador Firefox, la Fundación Mozilla revolucionó internety agitó el conflicto bélico que sacude los cimientos de la web desde sunacimiento en 1989: la llamada “guerra de los browsers”. Cómo escompetir con Microsoft, por qué es importante la participación y haciadónde va la red, según uno de sus capos.


Iconografía digital. Robots, dinosaurios y pandas rojos son la expresión gráfica del navegador Firefox.

El canadiense Mark Surman habla y habla sin parar. Pero no comoesas personas que lo único que uno desea es que se callen y que, alhacerlo, se traguen sus palabras. A Mark Surman da gusto oírlo unirfrases, conceptos, ideas: como director ejecutivo de la FundaciónMozilla, es uno de los pocos que ve en vivo y en directo cómo la web–un ecosistema informacional antes que una autopista– va cambiando deforma, se adapta a los caprichos y deseos de 1.600.000.000 deinternautas ansiosos que, sin saberlo, componen una sinfonía de “clics”al unísono.

Si, como calculó el cibergurú Kevin Kelly, la web tiene tan sólo6.500 días de existencia –desde que Tim Berners Lee creara la primerapágina web en 1991–, la Fundación Mozilla tiene alrededor de 300, lossuficientes como para haber crecido como sinónimo de código abierto ycomunidad. Sin embargo, el famoso de la familia es su hijo: elnavegador Firefox, que puso en jaque el dominio del Internet Explorer yhoy es utilizado por el 20% de los internautas para estar, ser, pareceren la web.

Más que un territorio de sedentarios, la WWW es un continente denómades, individuos que emprenden rutinariamente migraciones, saltosimpredecibles. En el caso de Firefox, cada vez son más los conversos,los que le dicen adiós al tío Bill y prueban nuevos aires, nuevasformas de ver la ciberrealidad. Más allá de las características defábrica –velocidad, seguridad, apariencia– propias de este softwarecuyo logo no es un zorro sino un oso panda rojo, lo curioso es que nose trata sólo de un software. A esta altura, es algo más. Como hacepoco confesó y aconsejó John Lilly, CEO de Mozilla Corporation: “Pasomás tiempo con mi navegador que en el auto. Deberías invertir el mismotiempo en elegir tu navegador que el que invertís eligiendo el auto quevas a manejar. Es tu lente dentro de internet. Exactamente como loslentes de tus anteojos, afecta la forma en la que ves a la red. Cadavez miramos más el mundo a través de internet, las características dela lente importan más que nunca”.

La historia de la web, se sabe, está segmentada en eras geológicas–demarcadas por años y no por eones– que adoptan el nombre delnavegador gráfico predominante: el primer acto fue ejecutado abordo delViolaWWW (1992), le siguió el Mosaic (1993, el padre de todos losnavegadores) y Netscape (1994), que sacó a la web de las universidadesy la llevó a las masas alcanzando a tener casi el 90% del mercado deinternautas. Hasta que Microsoft se avivó e introdujo en agosto de 1995al Internet Explorer. Y, entonces, se declaró la guerra, la “PrimeraGuerra de Navegadores” (The First Browser War).

“Siempre hubo una gran competencia entre los browsers. Nunca fuefácil –recuerda Surman, activista y autodenominado evangelizador de laparticipación–. En realidad, consistió en una batalla de ideas, unchoque de posiciones sobre cómo debía ser la web: cerrada, o sea, conla predominancia del software propietario que no se puede alterar, oabierta, garantizando la innovación y participación”.

TECNOGRAFÍAS. Lo primero que se pierde al entrar a internetes la memoria. Aquellos capaces de reconstruir sus recuerdos saben quemientras seguían apareciendo alternativas (Opera en 1996 y Safari sieteaños después), la “e” –azul y minúscula– tomó ventaja: al venir pordefecto en Windows, el software más viral de la historia de lainformática, el Internet Explorer se coronó rey. Netscape se desinfló yde sus cenizas nació Phoenix (2002), que se transformó en 2004 en loque hoy es: Mozilla Firefox.

–¿Cree que todos los usuarios de este navegador conocen la filosofía que hay detrás?

–Para nada. Quizás la conozca un 5 por ciento. El éxito de Firefoxes tal que la gente no tiene que pensar en estos aspectos. Pero ya eshora de que lo hagan: muchas de las cosas que la gente ama de internetlas da por sentadas. La web es básicamente un medio de participación enuna escala tan grande que nunca vimos algo así en nuestra historia comoespecie. En la edad moderna nunca tuvimos la oportunidad paraexpresarnos tanto y relacionarnos como lo hacemos. La gente ama lanaturaleza participativa de la web. Cualquiera puede desarrollar ciertotipo de software, escribir o subir una foto sin pedir permiso.

–La participación sería algo así como el ADN de la Web.

–Cierto. La misión de la Fundación Mozilla no es desarrollar elnavegador Firefox sino garantizar la naturaleza abierta de internet. En2003 estaba claro que los accesos de participación estaban amenazados.Microsoft por entonces tenía un 98% del mercado de navegadores. Lagente pensaba la internet en términos del Internet Explorer. Hasta queapareció Mozilla, un grupo de hackers, activistas y programadores quepensaron que se podían hacer cosas de otra manera, que se podíaacentuar la naturaleza colaborativa de la red y que cualquiera podíavenir a innovar.

–Se podría decir que esto constituye un fenómeno cultural dentro de otro más grande, la web.

–Sí. Son tecnologías de liberación. Firefox fue el primer browseren tener addons o complementos, que les permitió a muchos programadoresconstruir su propio software. Y la mayoría de las personas queactualizan sus perfiles en Facebook o cuentan qué están haciendo enestos momentos en Twitter tal vez no lo saben, pero se benefician deesta filosofía.

Pero donde hay beneficios también hay riesgos.

–No tenés el control de la información que subís o manejás. Losmails ya no son objetos que acumulás en tu casa; están en servidores amiles de kilómetros de distancia. Si Google decidiera hoy borrar todoslos correos o Facebook usase tus datos para su beneficio, mucho nopodrías hacer. Ése es uno de los grandes desafíos para el futuro.Mantener esa cultura de la participación de la Web 2.0 pero, también,lograr que el usuario tenga más control de sus datos y de suexperiencia.

YO TUNEO, ÉL TUNEA. Los futurólogos de internet abundan perolas predicciones que terminan volviéndose ciertas escasean. Nadie viovenir a la red a principios del siglo XX, ni siquiera los escritores deciencia ficción. “No se puede predecir con exactitud lo que ocurrirá,pero puedo decir lo que quiero que ocurra –clarifica este hombre dehablar contagioso–: que crezcan los valores de participación, que lagente piense en ese espíritu del compartir y colaborar. Me gustaría quecada vez el usuario tuviera, de acá a dos años, más control sobre suexperiencia de navegación, su privacidad y poder configurar cómo ve elmundo a través de la pantalla. Todos los internautas ahora somoshackers, en el sentido original de la palabra hacking, o sea, tenemosla posibilidad de agarrar algo y cambiarlo para que sea como yo quieroque sea, como yo lo necesito. Me gustaría ver cada vez más softwares ysitios a los que yo les pueda cambiar su aspecto y sus funciones yadaptarlas a mis necesidades”.

–Un tuneado.

–Se trata de crear nuevas maneras de interacción, nuevos puentes decomunicación. La web cambia cómo vemos el mundo y hasta cómo pensamos.Con el acento en la participación en la web, la gente ve ahora quepuede hacer cosas: hacer una película con poco presupuesto, escribir loque se le ocurra en un blog, comenzar un negocio con una idea, y todoesto amplificado con el low-cost de la web. La web cambia, sobre todo,la noción de oportunidad. Te cambia también la visión que tenés de lagente que conocés: ya no se limita a tu ambiente local. Se extiende esahabilidad que uno tiene de tomarle la temperatura al barrio. Ahora quetenés amigos en varias ciudades del mundo, cambia también tu noción delespacio y del tiempo.

–¿No cree que hay tanta información en la red que resulta abrumadora?

–Absolutamente. Pero los seres humanos somos buenos procesandoinformación compleja. A algunos les gustan mucho los estímulos y aotros no tantos. Entrar a la web es como ingresar a una ciudad: esruidosa y caótica. A algunos les encanta y a otros no. Justamente, comoen una ciudad, en la red uno puede hacer zoom sobre aquello que leinteresa y le da más placer. Es una experiencia gestáltica que seresume a cómo sentís y vivís en una ciudad. Porque no andás por lacalle escuchando y viendo todo. Seleccionás, incluso cuando no te dascuenta.

GALAXIA FIREFOX

“Desde 1995, con el fin de la Primera Guerra, en la que la dinastíaMicrosoft venció a Netscape como el gobernante de la Webbrowserland,los ciudadanos de un país creado a fines de los ochenta buscan unamejor alternativa. La guerra fue una clara lucha por poder entre ungobernante lento y decadente, Explorer III, y los rebeldes de Mozilla,más rápidos y eficientes. Hasta que en 1995, Phoenix, luego rebautizadoFirefox, escapó de la prisión de Explorer y se coronó entre losrebeldes. Los líderes de ambos lados fueron reemplazados siete vecespero Explorer y Firefox siguen peleando para controlar el reino deWebbrowserland, cuyo futuro luce promisorio pese a su persistenteguerra civil”.

La historia –que se puede leer completa en Uncyclopedia.wikia.com,aquella versión alternativa y lisérgica de la Wikipedia— podríacontinuar y demuestra cómo los unos y ceros que componen estosnavegadores saltaron de categoría y se convirtieron en otra cosa aun nodel todo definida: motores de fenómenos culturales, tendenciasciberculturales, puentes de filosofía y expresiones artísticas y focosde alternatividad.

Frente a Microsoft, frente a Google o frente a cualquiera queimponga una visión unidimensional de la web: “Hay que reconocerle aGoogle que tuvo mucho que ver en cómo la web hoy es como es –señalaSurman–. Mucha innovación vino y viene de ellos. Igualmente, esriesgoso para cualquiera crecer tanto como para poner en peligro a lacompetencia. Es una amenaza a la diversidad y hay que estar conscientesde eso”.

Firefox y la Fundación Mozilla que lo engloba, además, representanotro modelo: su software, por ejemplo, depende del trabajo de miles devoluntarios anónimos desparramados en todo el mundo. O sea, impulsa yse basa, como la Wikipedia, en la colaboración de muchos, justamente,para beneficio de muchos más: la llamada “innovación distribuida”, quese aprecia en un elemento que en sus principios distinguió a Firefoxdel resto de sus competidores (los navegadores Internet Explorer,Opera, Safari, Avant Browser, Konqueror, ELinks, Google Chrome,Maxthon, Flock, Arachne, Epiphany, K-Meleon): los addons ocomplementos, que, como las aplicaciones del iPhone, permiten lapersonalización (casi) total.

Firefox, además, impulsa movimientos artísticos como el promovidodesde el sitio Artzilla.org. “Internet no siempre tiene que ser seria”,se lee en esta web desarrollada por Tobias Leingruber y JamieWilkinson, en la que se recopilan las extensiones más bizarras como“China Channel” (que permite ver la web como la ven los chinos),“Tourette Machina” (que inserta aleatoriamente palabras y frasesmientras uno escribe) o “Add-Art” (que sustituye los banners depublicidad con imágenes de artistas).

Como ocurrió y seguirá ocurriendo, a Firefox también le llegará lahora de cerrar, de desaparecer o, simplemente, de adaptarse a lostiempos y voluntades de millones de usuarios cuyos gustos cambian casiimpredeciblemente. Ahora, mañana, siempre.


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