El gigante de Cardiff Un gran engaño.
Un verdadero fraude.
Como sabemos, un engaño tarde o temprano es revelado como tal, y muchas veces es maquinado maliciosamente, en muchos de los casos para ganar grandes sumas de dinero, que finalmente sí obtienen.
Hoy hablaré de uno de los más grandes engaños de la antropología, se trata del Gigante de Cardiff.
Corría el año 1869, era octubre 16, cuando se se descubrió en Cardiff, Nueva York, el cuerpo de un gigante de más de tres metros de altura, totalmente petrificado, mientras excavaban un pozo de agua en la granja de William C. “Stub” Newell. La noticia se hizo pública, y en poco tiempo miles de personas acudieron a ver al gigante pagando 50 centavos por persona.
Hubo polémica de si el gigante era un hombre petrificado o si se trataba de una antigua estatua. Hubo quienes llegaron a pensar que era uno de los gigantes mencionados en la Biblia (Génesis 6:4). Pero otros creían que se trataba de una estatua creada por los misioneros jesuitas con el fin de impresionar a los indígenas locales.
¿Cuál era la realidad? Se trataba de un engaño que lo único que perseguía era hacer dinero, y no probar alguna teoría o ideología.
El Gigante de Cardiff fue una creación de un empresario llamado George Hull, de Nueva York. Había conversado con un metodista, que le había hablado de los gigantes que menciona la Biblia, como Hull era ateo, quiso burlarse del metodista y ganar una buena cantidad de dinero, por que planeó el engaño. Su engaño tuvo un costó de 2600 dólares, incluidos el granjero que descubriría al gigante.
Las ganancias fueron grandes, miles de personas acudían a ver al gigante, por lo que terminó vendiendo el gigante por 37,500 dólares a un grupo de empresarios de Syracuse. Fue allí cuando un paleontólogo de Yale estudió al Gigante de Cardiff con detenimiento, y lo declaró un fraude bastante burdo, pues según él, hasta se veían las marcas de los cinceles.
Finalmente Hull confesó el engaño, aún así, las personas seguían visitando al gigante. Incluso el famoso dueño de circos estadounidenses P.T. Barnum, les ofreció a los nuevos dueños 60 mil dólares para pasearlo durante tres meses. Pero fue rechazado, así que hizo su propia copia del Gigante de Cardiff y la paseó de todos modos. Curiosamente éste, tuvo más vistas que el “real”, por lo que los dueños del Gigante de Cardiff demandaron a Barnum. Pero como el gigante no era un genuino gigante, el juez no les prestó atención.
¿Que ha pasado con ese gigante? Todavía hay gente que acude a visitarlo en su hogar permanente en el Farmer’s Museum, en Cooperstown, Nueva York. ¿Y la réplica? Ah, todavía puede verse en el Marvin’s Marvelous Mechanical Museum, en Detroit.
Como sabemos, un engaño tarde o temprano es revelado como tal, y muchas veces es maquinado maliciosamente, en muchos de los casos para ganar grandes sumas de dinero, que finalmente sí obtienen.
Hoy hablaré de uno de los más grandes engaños de la antropología, se trata del Gigante de Cardiff.
Corría el año 1869, era octubre 16, cuando se se descubrió en Cardiff, Nueva York, el cuerpo de un gigante de más de tres metros de altura, totalmente petrificado, mientras excavaban un pozo de agua en la granja de William C. “Stub” Newell. La noticia se hizo pública, y en poco tiempo miles de personas acudieron a ver al gigante pagando 50 centavos por persona.
Hubo polémica de si el gigante era un hombre petrificado o si se trataba de una antigua estatua. Hubo quienes llegaron a pensar que era uno de los gigantes mencionados en la Biblia (Génesis 6:4). Pero otros creían que se trataba de una estatua creada por los misioneros jesuitas con el fin de impresionar a los indígenas locales.
¿Cuál era la realidad? Se trataba de un engaño que lo único que perseguía era hacer dinero, y no probar alguna teoría o ideología.
El Gigante de Cardiff fue una creación de un empresario llamado George Hull, de Nueva York. Había conversado con un metodista, que le había hablado de los gigantes que menciona la Biblia, como Hull era ateo, quiso burlarse del metodista y ganar una buena cantidad de dinero, por que planeó el engaño. Su engaño tuvo un costó de 2600 dólares, incluidos el granjero que descubriría al gigante.
Las ganancias fueron grandes, miles de personas acudían a ver al gigante, por lo que terminó vendiendo el gigante por 37,500 dólares a un grupo de empresarios de Syracuse. Fue allí cuando un paleontólogo de Yale estudió al Gigante de Cardiff con detenimiento, y lo declaró un fraude bastante burdo, pues según él, hasta se veían las marcas de los cinceles.
Finalmente Hull confesó el engaño, aún así, las personas seguían visitando al gigante. Incluso el famoso dueño de circos estadounidenses P.T. Barnum, les ofreció a los nuevos dueños 60 mil dólares para pasearlo durante tres meses. Pero fue rechazado, así que hizo su propia copia del Gigante de Cardiff y la paseó de todos modos. Curiosamente éste, tuvo más vistas que el “real”, por lo que los dueños del Gigante de Cardiff demandaron a Barnum. Pero como el gigante no era un genuino gigante, el juez no les prestó atención.
¿Que ha pasado con ese gigante? Todavía hay gente que acude a visitarlo en su hogar permanente en el Farmer’s Museum, en Cooperstown, Nueva York. ¿Y la réplica? Ah, todavía puede verse en el Marvin’s Marvelous Mechanical Museum, en Detroit.
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