'Los Vagabundos del Dharma' de Jack Kerouac
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"La biblia metafísica de los hippies"
"Después de leerlo tan solo dan ganas de coger una mochila y echarse a andar hacia las montañas, de descubrir caminos nuevos y de llegar a las cimas más altas"
Una novel clásica sobre algunos de los primeros budistas en occidente. Mucho antes que los Beatles visitaran al Maharishi, mucho antes que Osho llegara a California, Kerouac, impulsado por su amigo el poeta budista Gary Snyder, descubre el budismo y los pasos que da ascendiendo una montaña son constantes metáforas hacia el encuentro del Dharma, la esencia de la enseñanza budista. Era un camino espiritual desconocido en Occidente, una puerta que abrió a un conocimiento que hoy vemos mercantilizado en los gimnasios de Yoga y las visitas del Dalai Lama.
El libro es esencialmente autobiográfico. El protagonista Ray Smith (Jack Kerouac) conoce Japhy Ryder (Gary Snyder) quien va a irse a un monasterio budista de Japón durante una temporada. El libro transcurre durante poco tiempo antes de su viaje.
Hacen excursiones a montañas, dicen refranes y dichos budistas, practican la meditación... y todo ello con una prosa magistral como si hubiese tratado de hacer un libro tan hermoso como un dicho zen, con unas descripciones vívidas y ricas, hablando de los campos que van cruzando, de los paisajes donde pasan una multitud de personajes con una gran espiritualidad poco convencional. Culmina en el gran clímax cuando el personaje de Jack Kerouac se va a trabajar de guardia forestal durante tres meses él solo en lo alto de una montaña, como él mismo dice, viendo desde la ventana solo las montañas y la Luna.
Es el punto de partida de una nueva forma de vivir, más cercana a la naturaleza, que concibe la vida como un viaje impredecible que enajena de la cómoda seguridad burguesa que tan pocas respuestas otorgaba a los jóvenes de la patria del consumo. Kerouac y sus amigos son pre hippies y en este libro se lee como vivían los beatnicks, entre fiestas interminables en las que hacían lecturas de poesía, improvisadas como el jazz, en las que se embriagaban con vino y algo de marihuana, y se desnudaban para bailar en rondas alrededor de fogatas. Pero no todo era fiesta, los pre hippies eran más arriesgados que los hippies. Kerouac, como un monje errante del extremo oriente, casi un mendigo, busca la vida como si fuese un puente, sin construir una casa sobre ella.
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