Baja visión y la discapacidad visual
La baja visión baja es una reducción significativa de la función visual que no puede ser corregida completamente con gafas, lentes de contacto, tratamiento médico y/o cirugía ordinarios.
La baja visión afecta a personas de todas las edades. En casa, en el trabajo, en la escuela, afecta a las actividades cotidianas como la lectura, la escritura, la autonomía del hogar y más.
Se enmarca en el contexto de la deficiencia visual como una forma intermedia entre las deficiencias insignificantes que no generan deficiencia visual y las deficiencias graves que reducen la agudeza visual a un nivel de ceguera relativa o absoluta.
La baja visión baja incluye un componente central que resulta de la reducción de la agudeza visual y un componente periférico que es una expresión del daño al campo visual. El primero compromete principalmente las actividades "de cerca", el segundo compromete la movilidad autónoma.
Sobre la base de estas premisas es posible formular esta definición: la baja visión es una deficiencia irreversible, más o menos significativa, de la función visual central y/o periférica, que genera diferentes grados de discapacidad visual.
La baja visión es una realidad que involucra casi cada día a más personas, ya que aumenta constantemente el número de casos con discapacidades visuales. Entre las posibles causas de este aumento, dos parecen ser las principales:
1) El aumento de la esperanza de vida media de la población, lo que conlleva un incremento de las enfermedades discapacitantes relacionadas con la edad (por ejemplo, maculopatía senil, glaucoma, cataratas, etc.);
2) El perfeccionamiento de las técnicas diagnósticas y terapéuticas (sobre todo quirúrgicas) que permiten un tratamiento más temprano pero sobre todo más eficaz de las lesiones oculares graves, que ya no provocan ceguera sino un deterioro visual irreversible (por ejemplo, la retinopatía del prematuro, la retinopatía diabética y el desprendimiento de retina con proliferación vítreo-retiniana).
La calidad de la visión de la persona con discapacidad visual puede afectar a su vida social, su trabajo, su movilidad y su orientación espacial de diferentes maneras, según el tipo de discapacidad visual. Por lo tanto, el grado de discapacidad (condicionamiento) varía de un caso a otro, ya que depende de la edad del sujeto, el contexto personal, el nivel familiar, social, profesional y cultural del propio sujeto.
Los principales trastornos de la visión relacionados con la vejez son:
- Presbicia: La presbicia es el trastorno de la visión más común que aparece después de los 45 años. Es la progresiva incapacidad de ver los objetos cercanos. La palabra "presbicia" viene del griego y significa "vista de anciano". Se debe al engrosamiento del cristalino, un componente normal del ojo, que se vuelve menos elástico y por lo tanto menos listo para acomodar la visión en sí;
- Catarata: cuando el cristalino se vuelve opaco, se producen cataratas; un trastorno común en los ancianos, con una evolución lenta. La catarata lleva a una progresiva disminución de la agudeza visual;
- Glaucoma: otra patología típica de los ancianos es el glaucoma, una de las principales causas de ceguera en la sociedad occidental. Puede tener un comienzo lento y sutil, hasta que se produce una pérdida severa de la agudeza visual. Se relaciona con un aumento progresivo de la presión de los fluidos dentro del ojo y afecta a cerca del 10% de las personas con discapacidad visual;
- Degeneración macular relacionada con la edad (DMAE): la degeneración macular relacionada con la edad es el resultado de la acumulación progresiva de lípidos (grasas) en el ojo.
Es cierto que el problema de la baja visión se tiene poco en cuenta, ya que se tiende a hacer una clara distinción entre las personas ciegas y las que tienen una visión normal. Por lo tanto, parece necesario que la labor de información y sensibilización sea llevada a cabo, en primer lugar, por instituciones públicas y entidades privadas para que esta cuestión forme parte de la vida social, es decir, que concierna a toda la comunidad, evitando así el aislamiento de esas personas que a menudo se ven obligadas a permanecer desinformadas debido a una escasa retroalimentación sociocultural, lo que impide automáticamente el acceso a los canales de información, sin embargo, objetivamente disponibles hoy en día.
La baja visión afecta a personas de todas las edades. En casa, en el trabajo, en la escuela, afecta a las actividades cotidianas como la lectura, la escritura, la autonomía del hogar y más.
Se enmarca en el contexto de la deficiencia visual como una forma intermedia entre las deficiencias insignificantes que no generan deficiencia visual y las deficiencias graves que reducen la agudeza visual a un nivel de ceguera relativa o absoluta.
La baja visión baja incluye un componente central que resulta de la reducción de la agudeza visual y un componente periférico que es una expresión del daño al campo visual. El primero compromete principalmente las actividades "de cerca", el segundo compromete la movilidad autónoma.
Sobre la base de estas premisas es posible formular esta definición: la baja visión es una deficiencia irreversible, más o menos significativa, de la función visual central y/o periférica, que genera diferentes grados de discapacidad visual.
La baja visión es una realidad que involucra casi cada día a más personas, ya que aumenta constantemente el número de casos con discapacidades visuales. Entre las posibles causas de este aumento, dos parecen ser las principales:
1) El aumento de la esperanza de vida media de la población, lo que conlleva un incremento de las enfermedades discapacitantes relacionadas con la edad (por ejemplo, maculopatía senil, glaucoma, cataratas, etc.);
2) El perfeccionamiento de las técnicas diagnósticas y terapéuticas (sobre todo quirúrgicas) que permiten un tratamiento más temprano pero sobre todo más eficaz de las lesiones oculares graves, que ya no provocan ceguera sino un deterioro visual irreversible (por ejemplo, la retinopatía del prematuro, la retinopatía diabética y el desprendimiento de retina con proliferación vítreo-retiniana).
La calidad de la visión de la persona con discapacidad visual puede afectar a su vida social, su trabajo, su movilidad y su orientación espacial de diferentes maneras, según el tipo de discapacidad visual. Por lo tanto, el grado de discapacidad (condicionamiento) varía de un caso a otro, ya que depende de la edad del sujeto, el contexto personal, el nivel familiar, social, profesional y cultural del propio sujeto.
Los principales trastornos de la visión relacionados con la vejez son:
- Presbicia: La presbicia es el trastorno de la visión más común que aparece después de los 45 años. Es la progresiva incapacidad de ver los objetos cercanos. La palabra "presbicia" viene del griego y significa "vista de anciano". Se debe al engrosamiento del cristalino, un componente normal del ojo, que se vuelve menos elástico y por lo tanto menos listo para acomodar la visión en sí;
- Catarata: cuando el cristalino se vuelve opaco, se producen cataratas; un trastorno común en los ancianos, con una evolución lenta. La catarata lleva a una progresiva disminución de la agudeza visual;
- Glaucoma: otra patología típica de los ancianos es el glaucoma, una de las principales causas de ceguera en la sociedad occidental. Puede tener un comienzo lento y sutil, hasta que se produce una pérdida severa de la agudeza visual. Se relaciona con un aumento progresivo de la presión de los fluidos dentro del ojo y afecta a cerca del 10% de las personas con discapacidad visual;
- Degeneración macular relacionada con la edad (DMAE): la degeneración macular relacionada con la edad es el resultado de la acumulación progresiva de lípidos (grasas) en el ojo.
Es cierto que el problema de la baja visión se tiene poco en cuenta, ya que se tiende a hacer una clara distinción entre las personas ciegas y las que tienen una visión normal. Por lo tanto, parece necesario que la labor de información y sensibilización sea llevada a cabo, en primer lugar, por instituciones públicas y entidades privadas para que esta cuestión forme parte de la vida social, es decir, que concierna a toda la comunidad, evitando así el aislamiento de esas personas que a menudo se ven obligadas a permanecer desinformadas debido a una escasa retroalimentación sociocultural, lo que impide automáticamente el acceso a los canales de información, sin embargo, objetivamente disponibles hoy en día.
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