Terminó la primaria a los 77 años

Elisa Castillo tiene 77 años y acaba de recibir su título de nivel primario en un centro de adultos, donde no faltó jamás a clases en dos años y medio de cursado, fue elegida mejor compañera y distinguida por el Concejo Deliberante de Alvear. Dice que “mientras la salud lo permita” seguirá estudiando y que “nunca es tarde para aprender”.

“Nunca es tarde”. La frase, además de ser un nombre ideal para resumir su historia, es también el título de un libro, del cual no recuerda el autor, pero sí haberlo disfrutado mucho.

“El libro me lo regalaron para el Día del Estudiante, es hermoso, y a mí me encanta la lectura, me gusta mucho leer libros, y el nombre dice una gran verdad, porque nunca es tarde, no para mí al menos, siempre hay tiempo para aprender”.

Ramona Elisa Castillo tiene 77 años y acaba de terminar la EGB en el CEBA 3-018 José Ingenieros, es decir, la escuela primaria. Y eso para ella es, antes que nada, un gran orgullo.

Elisa, tal cual es conocida en la escuela, nació en San Rafael, “en el hospital Schestakow”, puntualiza, pero a los 3 años se trasladó junto con sus padres a Monte Comán. Allí transcurrió una vida sencilla, pueblerina. En la escuela Martín Palero llegó hasta el tercer grado, hasta que la decisión de su papá dejó trunco el sueño de terminar el nivel primario. “Papá me dijo: ‘No vas a ir más porque ya sos grande, pasás la altura de las maestras’, y me quedé con las ganas de seguir estudiando”, contó.

La mujer intentó luego continuar la escuela primaria por otro método, pero nuevamente chocó contra la decisión paternal. “Yo quería estudiar por correo aunque sea, porque mi papá era recibido de mecánico general por correo, pero tampoco, me dijo que no y que no”, relató.

Al no poder estudiar, Elisa se especializó en el tejido, con lo cual elaboraba pulóveres “de la mañana a la noche, y con eso compraba lo que hacía falta en la casa en lo que antes se llamaba tienda”.

Así transcurrieron su infancia y adolescencia, hasta llegar a los 18 años, cuando se enamoró y contrajo matrimonio, sin alejarse del distrito sanrafaelino. “Me casé y fui a vivir a la finca de mis suegros, después nos fuimos a Mendoza unos años y, ya con mis dos hijos, nos vinimos a vivir a Alvear, en la bodega Nobleza, sobre la ruta 188”, rememoró.

Ramona tiene dos hijos: Walter, de 51 años, que vive en Villa Regina, Río Negro, y Estela Myriam, que vive en Alvear y es docente en la escuela Constancio C Vigil. Tiene además nueve nietos y dos bisnietos.

Después de haber criado a sus hijos, cuidar a su madre y disfrutar a sus nietos y bisnietos, la protagonista de la historia mantenía la ilusión de poder concretar el anhelo que había quedado trunco en la infancia, y una de sus nietas la ayudó en la decisión de intentarlo nuevamente, de creer que nunca es tarde.


La convenció su nieta
“Mi nieta Eliana, que estudia Gastronomía en San Rafael, me dijo que fuera a la escuela; yo le decía que era muy vieja para ir, pero me decidí y vine a esta escuela, donde encontré señoritas muy buenas”, comentó.

La “escuela” es el CEBA José Ingenieros, un centro de adultos al cual concurren mayormente adolescentes desplazados de la primaria tradicional, buscando sobre todo un ámbito de socialización, y en el cual Ramona se sintió a gusto desde el principio.

http://edimpresa.diariouno.com.ar/2008/12/22/nota201213.html