Anders Breivik Terrorista , admirador de Israel




Antes los neonazis y extremistas de derecha eran antisemitas y demonizaban a Israel como “Estado de los judíos”. Relativizaban o negaban el holocausto y limpiaban la cara de Hitler y sus matarifes. En ello podían conectar, incluso, con ciertos fanáticos árabes.

 Hoy la nueva derecha y los llamados “neocon” son partidarios decididos de Israel y de sus desmanes, así como furibundos adversarios de los musulmanes. La extrema derecha y los neocons occidentales han adoptado la loca ideología del Estado de Israel como inspiración de su propia quimera xenófoba: el “conflicto de civilizaciones”.

La nueva derecha ha aprendido a utilizar en su provecho el antisemitismo y el holocausto, frecuentemente sin haber variado un ápice sus posiciones nacionalistas y ultraderechistas. El fenómeno está presente en la ideología de gran parte de los intelectuales, comentaristas y mentores de la actual xenofobia europea, cuya peor y más extrema manifestación encarna, desde el 22 de julio, el terrorista cristiano noruego, Anders Breivik.


“Terrorista cristiano noruego”




“Terrorista cristiano noruego” suena muy mal en Europa.  Aunque el criminal usó la religión para justificar su matanza, podemos considerar excesiva esa mención a la religión. Sin embargo ese es el lenguaje habitual que los europeos aplicamos a los terroristas del mundo árabe, sin pensar cómo suena en los oídos de los musulmanes. ¿Un paralelismo exagerado?

El hecho es que, como ha evidenciado Breivik, muchas de las barbaridades que se divulgan sobre el supuesto “enemigo de Occidente”, el Osama Bin Laden colectivo, las tenemos en casa. En septiembre de 2001 Anne Coulter afirmaba desde la National Review, una revista conservadora de Estados Unidos, que, “debemos invadir los países musulmanes, matar a sus líderes y convertirlos al cristianismo”.


El pro-judío Rich Lowry, editor de la revista apelaba en la red a “bombardear con armas nucleares La Meca”, incluyendo en el paquete a Irak, Irán, así como los territorios palestinos ocupados por Israel de Gaza y Cisjordania ¿En qué se diferencia de Al Qaeda?

Autores marginales, sin duda, pero, ¿qué decir de la llamada de Pat Robertson, ex candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, a atacar y conquistar Venezuela y matar a Hugo Chavez, un cristiano católico no protestante?


Robertson es una especie de Ajmadineyad cristiano, con la diferencia de que la aviación de Irán no ha bombardeado a nadie nunca, a diferencia de la de Robertson y de los países europeos, que bombardean por doquier: ahora mismo en Libia, Irak, Pakistán, Yemen y Afganistán, por lo menos.



Giro sin perder la esencia



El asesino noruego es un ferviente partidario de Israel, como lo es el llamado Partido del Progreso noruego, al que Breivik perteneció varios años. Su caso muestra que la identificación entre extrema derecha xenófoba europea y defensa de Israel, ha adquirido ya rango de moneda corriente.

Esta nueva línea nació a principios de los años noventa en los “think tanks” neocons de Estados Unidos, donde se acuñó el discurso del “buenismo” y de la critica de la “corrección política”, conceptos destinados a pervertir pilares esenciales de la decencia ética y moral en el nombre de un nuevo realismo reaccionario vestido de disidencia. El 11-S neoyorkino elevó gran parte de todo eso a rango de imperativo categórico, explica Susann Witt-Stahl, especialista en la critica de la civilización llevada a cabo por la escuela de Francfort. “La cuarta guerra mundial entre la civilización occidental bajo liderazgo americano y el Islam militante, había comenzado”, dice esta investigadora.

En esta ideología es importante el aspecto “cultural”, utilizado para negar un fundamento teórico esencial de la revolución francesa, el de la igualdad de todos los seres humanos, relativizada por la desigualdad cultural entre personas de diferentes orígenes, unos correctos y otros defectuosos, una concepción con directas conexiones con el supremacismo colonial europeo y sus holocaustos.


Bastión Israel



La conexión entre la nueva derecha y ultraderecha europea e Israel es clara y lógica, pues ese país está gobernado sobre una lógica ultranacionalista-sionista que niega a los sometidos palestinos su condición de ciudadanos y seres humanos por razones “culturales”, religiosas y raciales, con el directo patrocinio y consentimiento de los países más poderosos del mundo, Estados Unidos en primer lugar. Esa lógica explica también que Israel fuera el mejor aliado de Sudáfrica durante el Apartheid.



El muro de Israel es, por lo tanto, modelo e inspiración para el muro que muchos europeos quieren levantar contra la emigración, especialmente musulmana, a fin de preservar la “pureza de Europa”, como dice Breivik. Por eso, “todos somos Israel”, dice el sociólogo Tobías Bader.

“El Islam amenaza todo el mundo, el futuro del mundo se decide en Jerusalén, si Jerusalén cae, caerán también Atenas y Roma. París, Londres y Washington serán los siguientes en la lista”, dice el líder del xenófobo Partido por la Libertad holandés, Geert Wilders.



José Maria Aznar, y sus discípulos que pronto dirigirán la política exterior española, suscribe afirmaciones muy parecidas.


En su manifiesto de 1500 páginas, Breivik presenta a los judíos sionistas como aliados en la lucha entre cristianismo e Islam y a Israel como bastión de esa lucha, la misma idea que hay tras la propuesta de Aznar de que Israel ingrese en la OTAN.



Breivik se pregunta en su manifiesto si, “todos los judíos alemanes y europeos eran desleales”. Responde que sólo lo eran los “judíos liberales, que hoy como entonces se oponían al nacionalismo/sionismo y apoyaban al multiculturalismo”. “Los judíos  que hoy apoyan el multiculturalismo, son tanto amenaza para Israel como lo son para nosotros”, dice. “Así que luchemos juntos con Israel, con nuestros hermanos sionistas, contra todos los antisionistas, contra todos los marxistas culturales y multiculturalistas”. “Los judíos conservadores que eran leales a Europa deberían haber sido recompensados por Hitler, que los puso a todos en el punto de mira”, explica. En lugar de eso, continúa Breivik, “Hitler debería haber llegado a un acuerdo con Inglaterra y Francia para liberar las antiguas tierras cristianas y judías para devolverles a los judíos su tierra ancestral. Francia e Inglaterra quiza habrían apoyado eso contribuyendo a una reconciliación europea. La deportación de los judios de Alemania no habría sido popular, pero posiblemente, el pueblo judío habría mirado a Hitler como héroe por haberles devuelto Tierra Santa”.


La Noruega “antisemita”



Hasta principios de los ochenta, Noruega fue uno de los países europeos más proisraelíes. En 1949, había sido uno de los primeros en reconocer diplomáticamente al nuevo estado judío. El Partido Laborista era el más proisraelí de los partidos socialdemócratas europeos.


Hoy día, la embajada de Israel en Oslo afirma que Noruega es el país más antisemita de Europa, una opinión, que la propaganda israelí ha colocado profusamente en la red y con la que, naturalmente no están de acuerdo la inmensa mayoría de los judíos que viven en Noruega.


La razón de esta situación no es otra que la propia política israelí hacia Palestina, que ha ido desprestigiando a Israel y movilizando a una nación particularmente sensible a los derechos humanos e injusticias.


En 1993, Oslo fue sede de los acuerdos de paz entre Israel y Palestina, que sucedieron a la primera intifada en la que las fuerzas israelíes mataron a 1500 palestinos en menos de tres años. Desde los acuerdos de Oslo, los asentamientos ilegales en zonas que Israel se había comprometido a abandonar, aumentaron más de un 40%.

La masacre de 1400 personas en Gaza, en 2008 y 2009, así como los nueve muertos con los que se saldó la primera flotilla de Gaza y el destino de la segunda, en la que viajaban dos diputados noruegos, no mejoraron las cosas. Como es costumbre, Israel llama “antisemitismo” a la denuncia de estas barbaridades.



La federación noruega de sindicatos (LO), que encuadra a la quinta parte de la población del país, llamó a retirar fondos de varios fondos de inversiones israelíes, entre ellos algunos de los más importantes del mundo.


Las juventudes socialistas (AUF), con 10.000 miembros en un país de 4,7 millones, principal organización juvenil noruega, defiende la campaña BDS (boicot, desinversión y sanciones) que más del 40% de la población noruega apoya.



El año pasado el gobierno noruego negó el permiso al alemán para probar en aguas noruegas los submarinos capaces de portar armas nucleares que Berlín regala a Israel, por considerar que podían participar en el ilegal bloqueo marítimo de Gaza.


En Noruega está vigente una prohibición de venta de armas a Israel. Las habituales presiones de Israel para cambiar esto, no sólo no han funcionado en Noruega, sino que incrementaron la indignación de la opinión pública
.



En su “L´antisémitisme partout”, el filósofo francés Alain Badiou, habla de una “nueva inquisición” proisraelí que apunta contra musulmanes, anticapitalistas, críticos izquierdistas de Israel, sobre todo judíos críticos, y pacifistas en general.


La nueva acusación de “antisemitismo” contra quienes censuran la injusticia y desmanes que Israel comete contra los palestinos, ignora la relación más significativa de todo el asunto: “la de que Auschwitz no habría sido posible sin guerra de conquista y ocupación militar”, dice Witt-Stahl.


Fuente
http://www.lavanguardia.com/