Los gendarmes del Escuadron alacran en Malvinas






Los Gendarmes del Escuadrón Alacrán









El comandante Spadaro tuvo el honor de comandar este grupo de hombres de nuestras Fuerzas Armadas que tuvo proporcionalmente más bajas en todo el Conflicto de Malvinas. La Gendarmería Nacional perdió en combate el 20% de sus hombres y cayeron heridos el 11,4%.

El Comandante es un hombre que trasunta una gran personalidad: en su mirada, en sus gestos, en la sensibilidad de sus palabras. Ha logrado su Doctorado en Leyes y es Profesor en la Universidad. Todo ello lo capacita para tener una objetiva y aguda apreciación del Conflicto.

Comienza su relato con vigor:



-“Estaba yo destinado en Atucha, Pcia. de Buenos Aires, cuando recibo la información que iba a ir a Malvinas. Esto fue el día 9 de Abril. Mi misión era comandar dos Escuadrones de los Servicios Especiales.”

“Todos los días me preguntaba: ¿Por qué nosotros, tan bien capacitados, seguimos en el continente? ¿Acaso no íbamos a sumar 1.000 hombres de Gendarmería al combate?”

“El 27 de Mayo volamos a Comodoro Rivadavia. Compramos una bandera argentina con los únicos $ 60 que nos habían dado. Le dibujamos el símbolo bélico de nuestro Escuadrón en un negro intenso y esa tardecita, sumamente emocionados, juramos defenderla hasta perder la vida. Hoy, esa bandera nuestra tan querida, que no entregamos al enemigo, la conservamos como sagrado baluarte.”

“Subimos al Hércules que nos transportaría a Malvinas. El viaje se produjo en total silencio. Cada uno inmerso en sus pensamientos. Sólo oíamos el imponente rugido de los motores y veíamos olas que empañaban las ventanillas. Prácticamente volábamos sobre ellas.”

Su voz comienza a enronquecerse y las pausas son, minuto a minuto, más extensas. Spadaro está espiritualmente allá, volando sobre nuestro mar austral...

“En las situaciones límites se pierde la noción del peligro. Íbamos dispuestos y decididos a todo, pero mi preocupación era muy grande continúa diciendo porque al llegar a las islas el avión no aterrizaría, sino que bajaría hasta el ras de la pista y sin detenerse debíamos largamos con nuestro equipo completo. Todos saltaron bien y ninguno se lesionó. ¡La misión había empezado bien!”

“Esa noche nos quedamos en un galpón que nos designaron. El bombardeo era intenso. Había comenzado a las 10 de la mañana y terminó a las 3 de la madrugada. Estábamos a oscuras sobre fardos de lana. Por la mañana hablé con el Tte. Cnel. Doglioli, ayudante del Gral. Menéndez. Le comunico la intención de que se iban a enviar mil efectivos más. Después constatamos que ni siquiera pudo llegar la segunda sección de mi escuadrón. Esos cuarenta hombres quedaron en el continente. Los extremos de la avanzada Tordo y Cuervo serían nuestras.”

“Las horas pasaron rápidamente después que partieron hacia el Monte Kent. Estaba yo en el COL (Centro de Operaciones Logísticas) con el resto de mis hombres. De pronto, lo veo aparecer al Sargento Primero Pepe, sin casco, sucio, con toda la cara manchada. Al mirar sus ojos comprendí que algo andaba mal.

“- Fuimos derribados cerca del Monte Kent, por fuego enemigo.”

“- Y Sánchez?”

“El Sargento Primero me miraba apenado, conocedor como era de la amistad que nos unía. Cansadamente me contestó:”

“-No volvió, mi Comandante. También murieron Nasif, Veron, Guerrero, Pereyra y Trappo. Hicimos todo lo posible para salvarlos, ¡créame! Acosta está con las piernas quebradas. ”

“Solamente puede comprender mi estado de ánimo quien ha perdido en la guerra a un subalterno. Es un dolor lacerante, frío, inmovilizante. ”

“El Segundo Comandante San Emeterio, el Sargento Ayudante Acosta y el Sargento Primero Pepe, salvaron al resto de los hombres que iban en la misión. El helicóptero Puma que transportaba a los Comandos, cayó boca abajo y mis hombres quedaron atrapados entre las municiones. Ellos pudieron salvarlos antes que el aparato explotase, arriesgando peligrosamente sus vidas. Los tres fueron posteriormente condecorados por el heroísmo demostrado. ”


Defendiendo Puerto Argentino


Luego, el Escuadrón Alacrán fue designado a defender una posición cercana a Puerto Argentino. Luego de resistir victoriosamente ataques de los ingleses, el Comandante Spadaro entendió que había que abandonar la casa, ya que había riesgo de que sea alcanzada por fuego de artillería.

“A la mañana siguiente, después del bombardeo nocturno había quedado en pie solo la chimenea