Terapia contra el estrés por teléfono
Estaba sentado en mi escritorio cuando me acordé de una llamada telefónica que tenía que hacer. Encontré el número telefónico y lo marqué.
Me contestó un tipo malhumorado diciendo: "Hola?"
Le dije amablemente- "Soy Alfonso Vélez, ¿podría hablar con Andrea Jaramillo, por favor?"
De repente sentí que me colgaba el teléfono. No podía creer que existiera alguien tan grosero.
Después de esto, volví a buscar en mi directorio telefónico el número de Andrea por si me había equivocado al marcar. Efectivamente, el error era que ella había traspuesto los dos últimos dígitos de su número. Después de hablar con Andrea, observé ese número erróneo todavía sobre mi escritorio.
Decidí llamar de nuevo al tipo malhumorado. Cuando la misma persona descolgó no esperé a que contestase y le dije: "Eres un Hijo de puta", y colgué rápidamente. Inmediatamente escribí junto a su número telefónico la palabra "Hijo de puta" y lo dejé en mi agenda anotado.
De vez en cuando, cuando pasaba un mal rato, lo llamaba, él contestaba y yo le decía "Eres un Hijo de puta". Esto me servía de terapia contra el estrés y me hacía sentir realmente mucho mejor.
La razon por la cual les cuento esta historia, es para mostrarles que si hay algo que realmente molesta, siempre se puede hacer algo al respecto
Un tiempo después, la compañía de teléfonos introdujo el servicio de identificación de llamadas, lo cual me entristeció porque tuve que dejar de llamar al "Hijo de puta". Entonces, tuve una idea: marqué su número telefónico, escuché su voz diciendo: "¿Hola?" y me cambié de identidad: - "Hola, le llamo del departamento de ventas de la compañía de teléfonos para ver si conoce el servicio de identificador de llamadas".
- "·Noooooo!" Y me colgó el teléfono, como de costumbre. Rápidamente lo llamé de nuevo y le dije:
- "Eso es porque eres un Hijo de puta"
Al día siguiente ví una anciana que se estaba tomando mucho tiempo para sacar su auto del estacionamiento.
Incluso llegue a pensar que nunca se iría. Finalmente su auto empezó a moverse y a salir muy lentamente. Dadas las circunstancias, decidí retroceder mi auto un poco para darle a la anciana todo el espacio que necesitara:
"·Grandioso!", pensé, "finalmente se va..."
Inmediatamente, apareció un Ford negro en sentido contrario y se abalanzó sobre el hueco que había dejado la anciana y por el que yo estaba esperando. Comencé a tocar la bocina y a gritar: "· No puede hacer eso! ·Yo estaba aquí primero!". El tipo del Ford simplemente se bajó, cerró el auto y se fue ignorándome como si ni siquiera me hubiera escuchado. Ante su actitud pensé: "·Este tipo es un Hijo de puta, con toda seguridad hay una gran cantidad de hijos de putas en el mundo . . .!". Fue entonces cuando vi un letrero de "SE VENDE" en la ventana trasera de su Ford. Entonces anoté su número telefónico y me fui a buscar otro lugar para estacionar.
Al llegar a casa, estaba sentado en mi escritorio en casa y acababa de soltar el teléfono después de mi terapia marcando (diciendo "Eres un Hijo de puta" ), cuando vi el número del tipo del Ford negro y pensé: "Debería llamar también a este otro "hijo de puta". Después de un par de timbradas, alguien contestó y
- "¿Hola?".
- "¿Hablo con el señor del Ford negro para la venta?", le pregunté yo.
- "Sí, habla Ud. con él", dijo.
- "¿Podría decirme dónde puedo ver el coche?
- “En la Calle San Juan, es una casa amarilla y mi auto esta estacionado en frente de ella”, respondió.
- “¿Cuál es su nombre?", Pregunté.
- "Mi nombre es Eduardo Pérez", me contestó.
- ¿"A qué hora sería apropiada para encontrarme con usted, Eduardo?", pregunté.
- "Me puede encontrar en casa por las noches".
- "Escuche Eduardo, ¿puedo decirle algo?"
- "Sí, claro", me respondió.
- "·Eduardo, eres un Hijo de puta !", y colgué el teléfono.
Después de colgarle, incluí el teléfono de Eduardo Pérez en la memoria de mi teléfono. Por un momento las cosas parecían estar saliendo muy bien para mí. Pero ahora tenía un problemilla: tenía dos hijo de putas para llamar. Después de varios días de llamar al par de hijos de putas y colgarles, la cosa ya no era tan divertida como antes. Este problema me pareció muy serio y pensé en una solución. En primer lugar, llamé al "Hijo de puta 1". Un tipo grosero me contestó: "Hola", y entonces yo le dije "Hola Hijo de puta", pero no colgué. Entonces, el Hijo de puta me
- "¿Estás ahí?".
- "Síííííííííí", le dije yo.
- "Deja ya de llamarme"!!!!!!, me dijo
- "Nooooooooo"!!!!!!!.
- "A ver, ¿cuál es tu nombre, desgraciado?", preguntó.
- "Eduardo Pérez".
- "¿Y en dónde vives?", volvió a preguntarme.
- "En la Calle San Juan, es una casa amarilla y tengo mi auto, un Ford negro, estacionado enfrente de ella", le dije.
- "Voy para allí ahora mismo, Eduardo. ·Tú sí que eres un hijo deputa! ·Ya puedes ir rezando lo que sepas, cornudo!
- "··Uuuuuf, sí??··Que miedo me das, Hijo de puta!!", y colgué el teléfono.
Inmediatamente después, llamé al "Hijo de puta 2". El tipo contestó:
- "Hola?"
- "·Hola Hijo de puta!", saludé.
- "Si te llego a encontrar, eres un...", me dijo.
- "¿Y tú qué?, hijo de puta?"
- "·Te voy a patear las bolas, pelotudo!".
- "¿Síííí? Bueno, esta es tu gran oportunidad. Voy para tu casa, ·Hijo de puta!", y colgué.
Finalmente, tomé el teléfono y llamé a la policía. Les dije que estaba en la Calle San Juan, y que iban a matar a mi novio homosexual tan pronto como llegara a la casa. Luego hice otra llamada rápida a los canales de televisión para reportar al noticiero que iba a comenzar una guerra de pandillas en la Calle San Juan, . Después de hacer esto, me subí a mi auto y me fui a la Calle San Juan, para ver el espectáculo. ···Fué glorioso ! ···Observar a un par de hijos de putas pateándose enfrente de 6 autos de policía y un helicóptero !. ···Fue una de las mejores experiencias de mi vida !
Al contestar el teléfono sé amable o tu serás el siguiente de mi lista...
Me contestó un tipo malhumorado diciendo: "Hola?"
Le dije amablemente- "Soy Alfonso Vélez, ¿podría hablar con Andrea Jaramillo, por favor?"
De repente sentí que me colgaba el teléfono. No podía creer que existiera alguien tan grosero.
Después de esto, volví a buscar en mi directorio telefónico el número de Andrea por si me había equivocado al marcar. Efectivamente, el error era que ella había traspuesto los dos últimos dígitos de su número. Después de hablar con Andrea, observé ese número erróneo todavía sobre mi escritorio.
Decidí llamar de nuevo al tipo malhumorado. Cuando la misma persona descolgó no esperé a que contestase y le dije: "Eres un Hijo de puta", y colgué rápidamente. Inmediatamente escribí junto a su número telefónico la palabra "Hijo de puta" y lo dejé en mi agenda anotado.
De vez en cuando, cuando pasaba un mal rato, lo llamaba, él contestaba y yo le decía "Eres un Hijo de puta". Esto me servía de terapia contra el estrés y me hacía sentir realmente mucho mejor.
La razon por la cual les cuento esta historia, es para mostrarles que si hay algo que realmente molesta, siempre se puede hacer algo al respecto
Un tiempo después, la compañía de teléfonos introdujo el servicio de identificación de llamadas, lo cual me entristeció porque tuve que dejar de llamar al "Hijo de puta". Entonces, tuve una idea: marqué su número telefónico, escuché su voz diciendo: "¿Hola?" y me cambié de identidad: - "Hola, le llamo del departamento de ventas de la compañía de teléfonos para ver si conoce el servicio de identificador de llamadas".
- "·Noooooo!" Y me colgó el teléfono, como de costumbre. Rápidamente lo llamé de nuevo y le dije:
- "Eso es porque eres un Hijo de puta"
Al día siguiente ví una anciana que se estaba tomando mucho tiempo para sacar su auto del estacionamiento.
Incluso llegue a pensar que nunca se iría. Finalmente su auto empezó a moverse y a salir muy lentamente. Dadas las circunstancias, decidí retroceder mi auto un poco para darle a la anciana todo el espacio que necesitara:
"·Grandioso!", pensé, "finalmente se va..."
Inmediatamente, apareció un Ford negro en sentido contrario y se abalanzó sobre el hueco que había dejado la anciana y por el que yo estaba esperando. Comencé a tocar la bocina y a gritar: "· No puede hacer eso! ·Yo estaba aquí primero!". El tipo del Ford simplemente se bajó, cerró el auto y se fue ignorándome como si ni siquiera me hubiera escuchado. Ante su actitud pensé: "·Este tipo es un Hijo de puta, con toda seguridad hay una gran cantidad de hijos de putas en el mundo . . .!". Fue entonces cuando vi un letrero de "SE VENDE" en la ventana trasera de su Ford. Entonces anoté su número telefónico y me fui a buscar otro lugar para estacionar.
Al llegar a casa, estaba sentado en mi escritorio en casa y acababa de soltar el teléfono después de mi terapia marcando (diciendo "Eres un Hijo de puta" ), cuando vi el número del tipo del Ford negro y pensé: "Debería llamar también a este otro "hijo de puta". Después de un par de timbradas, alguien contestó y
- "¿Hola?".
- "¿Hablo con el señor del Ford negro para la venta?", le pregunté yo.
- "Sí, habla Ud. con él", dijo.
- "¿Podría decirme dónde puedo ver el coche?
- “En la Calle San Juan, es una casa amarilla y mi auto esta estacionado en frente de ella”, respondió.
- “¿Cuál es su nombre?", Pregunté.
- "Mi nombre es Eduardo Pérez", me contestó.
- ¿"A qué hora sería apropiada para encontrarme con usted, Eduardo?", pregunté.
- "Me puede encontrar en casa por las noches".
- "Escuche Eduardo, ¿puedo decirle algo?"
- "Sí, claro", me respondió.
- "·Eduardo, eres un Hijo de puta !", y colgué el teléfono.
Después de colgarle, incluí el teléfono de Eduardo Pérez en la memoria de mi teléfono. Por un momento las cosas parecían estar saliendo muy bien para mí. Pero ahora tenía un problemilla: tenía dos hijo de putas para llamar. Después de varios días de llamar al par de hijos de putas y colgarles, la cosa ya no era tan divertida como antes. Este problema me pareció muy serio y pensé en una solución. En primer lugar, llamé al "Hijo de puta 1". Un tipo grosero me contestó: "Hola", y entonces yo le dije "Hola Hijo de puta", pero no colgué. Entonces, el Hijo de puta me
- "¿Estás ahí?".
- "Síííííííííí", le dije yo.
- "Deja ya de llamarme"!!!!!!, me dijo
- "Nooooooooo"!!!!!!!.
- "A ver, ¿cuál es tu nombre, desgraciado?", preguntó.
- "Eduardo Pérez".
- "¿Y en dónde vives?", volvió a preguntarme.
- "En la Calle San Juan, es una casa amarilla y tengo mi auto, un Ford negro, estacionado enfrente de ella", le dije.
- "Voy para allí ahora mismo, Eduardo. ·Tú sí que eres un hijo deputa! ·Ya puedes ir rezando lo que sepas, cornudo!
- "··Uuuuuf, sí??··Que miedo me das, Hijo de puta!!", y colgué el teléfono.
Inmediatamente después, llamé al "Hijo de puta 2". El tipo contestó:
- "Hola?"
- "·Hola Hijo de puta!", saludé.
- "Si te llego a encontrar, eres un...", me dijo.
- "¿Y tú qué?, hijo de puta?"
- "·Te voy a patear las bolas, pelotudo!".
- "¿Síííí? Bueno, esta es tu gran oportunidad. Voy para tu casa, ·Hijo de puta!", y colgué.
Finalmente, tomé el teléfono y llamé a la policía. Les dije que estaba en la Calle San Juan, y que iban a matar a mi novio homosexual tan pronto como llegara a la casa. Luego hice otra llamada rápida a los canales de televisión para reportar al noticiero que iba a comenzar una guerra de pandillas en la Calle San Juan, . Después de hacer esto, me subí a mi auto y me fui a la Calle San Juan, para ver el espectáculo. ···Fué glorioso ! ···Observar a un par de hijos de putas pateándose enfrente de 6 autos de policía y un helicóptero !. ···Fue una de las mejores experiencias de mi vida !
Al contestar el teléfono sé amable o tu serás el siguiente de mi lista...
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