El kirchnerismo ya tiene su propio vino "nacional y pop
Lo creó un artista afín al Gobierno, con apoyo oficial; se llamará El Justicialista y lo lanzó Boudou
Las copas tintineaban llenas del nuevo vino nacional y popular, en el corazón de Palermo Hollywood. Perón Perón, el bar favorito del Gobierno, rebosaba de simpatizantes y compañeros. El ministro de Economía, Amado Boudou, hablaba con un amigo de cómo las botellas kirchneristas, con la cara de Perón y Evita, iban a empezar a recorrer el mundo. El ministro de Agricultura, Julián Domínguez, escuchaba cómo el pintor millonario Helmut Ditsch departía sobre la creación vitivinícola como si fuera su niño prodigio. Llegó entonces Jorge Coscia, el secretario de Cultura. Repartió besos y afiches de su documental sobre Perón y dio el primer discurso de la noche. Con inflexión de campaña, anunció que el Gobierno ahora quiere "recuperar la alegría del pueblo" también con vino. "El vino es bíblico -dijo, con una copa en la mano-. El famoso pedo que se agarró Noé aparece en la Biblia, el primer libro."
En Perón Perón todos se rieron con ganas. Caía la noche y las botellas negras iban y venían, de mesa en mesa. No había sacacorchos: el nuevo vino kirchnerista viene con tapa a rosca. Se llama El Justicialista. Y lleva una leyenda, según dicen, acorde con el momento histórico: "El vino nacional y popular". La marca fue lanzada anteanoche, en un pomposo encuentro, con apoyo oficial y un objetivo apenas disimulado: que el vino sea un ícono de la próxima campaña electoral.
Pelo largo rubio hasta los hombros, camisa abierta hasta la cintura, botas brillantes de cuero negro y un prendedor de Juan Perón. Así caminaba Ditsch por la presentación, casi como una estrella. El artista plástico es uno de los pintores argentinos más cotizados del mundo. Hace años que reparte su tiempo entre su casa de Dublín y su atelier en Viena. Se hizo famoso cuando anunció que había vendido una de sus obras en 860.000 dólares. En su tiempo libre, compone música y pasea por su finca mendocina, donde hace vinos de alta gama. En el camino a la fama se hizo amigo de la Presidenta, sobre todo después de participar en la Feria del Libro de Fráncfort. Ahora, Ditsch se considera un "militante cultural" del kirchnerismo, mientras publicita una gira nacional de sus cuadros con auspicio de la Casa Rosada.
Uno de sus contactos oficiales es Martín García, el presidente de la agencia Télam. Cuando está en el país, suele ir a las cenas de su agrupación: Oesterheld. De hecho, un lunes de trasnoche, García le sugirió a Ditsch la idea de crear "el vino peronista": una marca de alta gama, pero accesible, que "costará 17 pesos", anunció Ditsch. Argumentó, ahorrando delicadezas: "Los vinos baratos son vinos pedorros. La oligarquía obligó a los trabajadores a tomar Tetrabrik. Lo vamos a cambiar".
Un amigo de Boudou va a comercializarlo: el sommelier internacional Aldo Graziani. Ya empezó a venderlo como "una combinación precio-calidad difícil de encontrar". El ministro aportó lo suyo y sugirió anteayer que podría usarlo en su ajetreada campaña porteña, mientras pedía, por favor, en la barra, que le convidaran un choripán. Domínguez y Coscia sumaron su propio proselitismo. El ministro de Agricultura se animó, incluso, a comparar el vino con la sangre de Cristo, que "dio la vida por la humanidad", y con la sangre de Kirchner, que "dio la vida por la política". Al final, la fiesta terminó con la marcha, más choripanes y un brindis tras otro, después de un grito de Ditsch: "No importan las copas. Este vino se toma del pico".
Uno de sus contactos oficiales es Martín García, el presidente de la agencia Télam. Cuando está en el país, suele ir a las cenas de su agrupación: Oesterheld. De hecho, un lunes de trasnoche, García le sugirió a Ditsch la idea de crear "el vino peronista": una marca de alta gama, pero accesible, que "costará 17 pesos", anunció Ditsch. Argumentó, ahorrando delicadezas: "Los vinos baratos son vinos pedorros. La oligarquía obligó a los trabajadores a tomar Tetrabrik. Lo vamos a cambiar".
Un amigo de Boudou va a comercializarlo: el sommelier internacional Aldo Graziani. Ya empezó a venderlo como "una combinación precio-calidad difícil de encontrar". El ministro aportó lo suyo y sugirió anteayer que podría usarlo en su ajetreada campaña porteña, mientras pedía, por favor, en la barra, que le convidaran un choripán. Domínguez y Coscia sumaron su propio proselitismo. El ministro de Agricultura se animó, incluso, a comparar el vino con la sangre de Cristo, que "dio la vida por la humanidad", y con la sangre de Kirchner, que "dio la vida por la política". Al final, la fiesta terminó con la marcha, más choripanes y un brindis tras otro, después de un grito de Ditsch: "No importan las copas. Este vino se toma del pico".
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