Relato de Adrian Della Rosa y Lucía Lorenzini desde Japón.

Ambos son oriundos de Reconquista, Santa Fe, Argentina.


Adrían Della Rosa



Desde una autopista, en plena madrugada del sábado, a 500 km de reencontrarse con su esposa y sus hijas refugiadas en una escuela, el reconquístense Adrian Della Rosa le contó a Gustavo Raffín en vivo-directo cómo vivió la mayor tragedia en la historia de Japón. Y cómo es vivir en ese país desde hace casi 6 años. Allá era la madrugada. Aquí era la tarde de Radio Diez y ReconquistaHoy.com

La foto muestra a la madre de Adrián con remera de hilo verde, rodeada de afectos en su casa de Reconquista, mientras desarrollabamos el duplex Japón-Argentina durante casi una hora ininterrumpida.

Cuando eran las 14:46 hs del viernes 11 de marzo de 2011 y un potente terremoto de 8.9 grados en la escala abierta de Richter sacudió la costa noreste de Japón, Adrian estaba desde hacía 7 días capacitándose en Kobe, donde aspira a quedar efectivo en una empresa. Eso es en el centro de Japón, costa Este, mirando a China. Ahí se enteró del desastre por un superior que lo autorizó a viajar para reencontrarse con su familia. Inmediatamente ingresó un escueto mensaje de texto de su mujer avisando del fuerte sacudón en la casa y recordándole que lo ama. Subió a su flamante Toyota, fue a cargar combustibles y emprendió el largo viaje de mil kilómetros hasta su casa.

El primer tramo fue desesperante, porque no tuvo  más noticias de su familia ni pudo retomar la comunicación, hasta que le entró otro mensaje tranquilizándolo, que sus hijas estaban en la escuela que es donde las sorprendió esa tarde el terremoto y que ahí también se refugió su esposa, ya que la casa está a 300 metros. Las autoridades municipales facilitaron la comunicación y fue su hija Angelina, de 9 años, quien se comunicó con su abuela japonesa y alcanzó a decirle “estamos bien, estamos vivos”. El no podía comunicarse, pero quería creer que era así.

Los primeros kilómetros del viaje de Adrián por autopista eran con la perfección de siempre, impecable, pero aproximándose a Tokio comenzó a ver “mucha destrucción de edificios, casas, la autopista, parece una escena de guerra, te sorprende”.

“Estoy bien, bárbaro, manejando hace un rato largo, solo quiero llegar”, añadió. Le faltaba la mitad del viaje, otros 500 km, aunque cada vez más complicado porque aumentaba el nivel de destrucción y las prohibiciones para avanzar, a tal punto que contó que no sabía si podría continuar rumbo al encuentro familiar o si debía regresar a Kobe. En esa pausa del viaje fue que durante casi una hora habló en directo con Gustavo Raffín y su madre que estaba en su domicilio de calle 25 de mayo al 417 de Reconquista, donde el teléfono no paraba de sonar y las visitas fueron en aumento hasta quedar sin sillas disponibles, contó nuestro móvil presente en el lugar para facilitar el dúplex Reconquista-Japón.

La familia Della Rosa – Sato hace 3 meses se mudó al Norte de Japón, Yamagata, a 18 kilómetros de Sendai, una de las zonas más afectadas por el terremoto. Pero no están conformes con el salario que ambos reciben en una empresa de alimentos que no reconoce las horas extras, que es vital para “hacer la diferencia y poder ahorrar dinero”. Sin horas extras el dinero no alcanza, explicó el reconquístense que durante los primeros 5 años de residencia en Japón trabajó en la automotriz Toyota, de donde lo alejó la crisis.

Ni Adrián ni su familia bajan los brazos, él busca nuevo trabajo aunque tenga que mudarse a mil kilómetros y aprender a manejar una garlopa para hacer vigas de madera, probablemente su nuevo oficio, si pasa el filtro de la capacitación que empezó hace una semana en una carpintería.

Quiere hacer su futuro en Japón porque cree que es posible ahorrar y algún día volver a la Argentina, pero aún no es el momento, ni siquiera el desastre ha de apurar sus planes, nos reveló, muy convincente, además de enamorado de la cultura de ese país, el respeto a las normas, la organización y otras características que puso en relieve en esa extensa charla que su madre de 81 años, tía, sobrino y otros allegados y familiares siguieron con atención desde la casa donde Adrián se crió, cuando era alumno del Colegio San José en la primaria y del Instituto Reconquista en la secundaria, donde vivió hasta que fue a estudiar odontología a Corrientes primero, luego a Rosario, donde se conoció con Alejandra Sato, la hija de un matrimonio japonés que pasó luego a ser su mujer y con quien decidió hace seis años la radicación en oriente, luego de conseguir el aval económico de un familiar de ella que tiene respaldo. Ella se recibió de odontóloga, él no. Desde Enero de 2011 son ciudadanos japoneses.

“Aprendí un montón el idioma y domino un poco más el inglés”, explicó. Así se arregla para estar comunicado, aunque en la casa hablan el español para no perderlo. Sus hijos son los que mejor se arreglan con el japonés. Valentino tiene 6 y Angelina 9.

“Mi proyecto no es Japón sino Argentina. Quiero progresar rápido y volver a la Argentina. Aquí se puede comprar lo que uno quiere, aunque no vine solo por dinero sino también por la cuestión cultural”, remarcó.

Contó que la escuela a la que van sus hijos les entrega una clave a los padres para que cuando lo deseen ingresen a internet y los vean en clase.

LA MADRE


Lia Lascano viuda de Della Rosa se tranquilizó mucho luego de tener noticias de su hijo. Fue el canal de noticias América TV quien le facilitó la primera comunicación con su hijo. Fue un estallido de emoción …y de recomendaciones típicas de una madre, como cuando le suplicaba que viaje despacio hacia sus hijos. Con esa tranquilidad ya se la notó cuando se hizo el dúplex en la tarde de Radio Diez y ReconquistaHoy. Ya con mejor humor Lia recordó lo travieso que era el cuarteto que Adrián completaba con Pochila Demonte, Pinocho Binaghi y Marcelo Driussi. “Eran terribles”. Y recordó las veces que tuvo que pasar por dirección. Eso si, “Adrián es muy buen chico”, recalcó con orgullo de Mamá.

Lia Lascano y el ya fallecido Euclides Della Rosa son los padres de este reconquistense, históricos vecinos del Barrio Norte de Reconquista, para ellos, “Barrio Fraternidad”, fraternidad que destacaron con emoción Adrián y su Mamá, felices de todos los esfuerzos de los medios de comunicación para facilitar el reencuentro y brindar la información más precisa.


Vista aérea de Kobe, donde estaba Adrián cuando se enteró del terremoto.


El punto rojo muestra dónde está la Ciudad de Kobe, donde Adrián estaba capacitándose en su nuevo oficio de carpintero. Mil kilómetros al Norte está su casa, su familia.


La foto de Adrian con su familia






Lucía Lorenzini


Kanagawa, provincia de Yokohama, donde vive la reconquistense.

Lucía Lorenzini fue sorprendida por el terremoto en la vía pública, a 200 metros de su departamento ubicado en un 4° piso, donde estaba su hija. Lejos estaba su marido. Esta reconquistense que hace 21 años se radicó en Japón nos contó como vivió ese momento en diálogo con Gustavo Raffín en la tarde de Radio Diez, en simultáneo con ReconquistaHoy.com

Lucía vive en Kanagawa, donde sintió "muy fuerte" el terremoto. Nos contó que "estaba en la calle cuando empezó el terremoto, es una cosa increíble. 20 años acá con muchos terremotos pero esta vez fue algo muy muy fuerte y nos asustamos mucho. Esta vez la gente salió a la calle, fuimos a la plaza porque es un lugar de muchos edificios altos".

Desde esa plaza Lucía recorrió los 200 metros para ir al encuentro de su hija de 22 años que sabía que estaba sola en el departamento del 4° píso. Se encontraron cuando ella también bajaba y regresaron a la plaza a esperar más certidumbre porque en el departamento "se cayeron todas las cosas que estaban arriba, quedamos dos horas sin poder hablar por teléfono y sin mail", aunque alcanzó a mandar a su marido una señal que permite el celular para situaciones de emergencia. Quien la recibe en casos de catástrofe sabe que eso indica que uno "está bien", nos explicó. 4 horas después se reencontró con su marido que estaba trabajando afuera.

Lucía Lorenzini se radicó a principios de 1990 en Japón. Entonces tenía 30 años, trabajaba en Austral Líneas Aéreas igual que la persona a quien conoció y se casaron, un japonés que luego la invitó a ir a vivir a su país. Desde entonces allá están, donde Lucía trabaja en un salón de masajes, quiropraxia y drenaje linfático. Su esposo en la automotriz Isuzu.

La hija terminó el año pasado la carrera universitaria de Relaciones Internacionales, aunque trabaja como personal administrativo en un institudo donde enseñan danzas árabes.

¿Es un caos dirigido? ¿Cómo juzga el rol de las autoridades?, le preguntamos.

Contestó que "después del terremoto de Kobe aprendieron muchísimo, están organizados".

Los padres de Lucía Lorenzini son oriundos de La Lola, un paraje ubicado en la colonia Reconquista, famoso por tipas y eucaliptus gigantes que techan sus calles con paisajes conmovedores. Allí vivió sus primeros días. La escuela secundaria la hizo en la Escuela Comercio.

Su hermana Mery vive en el Barrio Parque de Reconquista, donde aloja a su madre que está con problemas de salud, quienes atentamente siguieron la extensa charla entre Japón y Reconquista en la tarde de Radio Diez y ReconquistaHoy.com. Muy emocionada Mery se saludó con su hermana al aire. Celebraron estar bien y poder volver a comunicarse luego de tanto tiempo y la mayor tragedia en la historia de ese país que Lucía adoptó por necesidad de trabajo, aunque aclara que no todo lo que brilla es oro, que Japón es muy lindo para ir de paseo más que para vivir. “No es tanto como pintan. Si vas a pasear te asombras, pero quien trabaja no tiene una vida holgada, es todo muy caro acá. Comprarse una casa acá es casi imposible, te lleva 50 años". Ella con 20 aún no tiene casa propia.




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