Messi no es Maradona

Es de sobra sabido que luchar contra un lugar común es como darse de cabezazos contra un muro. Uno puede razonar, argumentar, dar ejemplos, recibir movimientos afirmativos con la cabeza o sonrisas condescendientes, pero es seguro que no tendrá que pasar demasiado rato para que las palabras se las lleve el viento y el tópico siga ahí, inamovible, riéndose del tiempo como las Pirámides. Aún así, voy a intentarlo una vez más, y precisamente en uno de los momentos que parecen menos propicios para hacerlo, con la mano divino-demoniaca aun apareciendo en las pesadillas del pobre Kameni. Creo que Messi es un jugador absolutamente diferente de lo que fue Maradona.



Desde luego, sé los múltiples argumentos que pueden utilizarse para enfrentar esta afirmación a priori tan descabellada. ¿Acaso el propio Diego no lo ha elegido como sucesor? Pues sí, aunque es cierto igualmente que lo hizo con muchos otros antes. ¿No es verdad que Messi ha marcado recientemente dos goles calcados a los del famoso partido contra Inglaterra? También, y de hecho aquí mismo nos hicimos eco de la absoluta unicidad del primero. ¿Y que Leo está llamado a ser el líder de Argentina como lo fue su antecesor? Si le respetan las lesiones, sin duda, y si sigue su progresión, es bastante probable que la Pulga pronto ocupe el trono como el jugador más determinante del momento, el mejor. ¿Y no es cierto que hay muchas, digamos, pruebas circunstanciales? ¿Que ambos son achaparrados, que los dos han llevado la camiseta azulgrana, que son prodigios desde jóvenes, que le han marcado golazos al Madrid? Pues sí, todo eso es verdad.



Sin embargo, a pesar de todos estos paralelismos, y desde el punto de vista estrictamente futbolístico, Maradona y Messi me parecen dos futbolistas que están muy lejos uno de otro, y de hecho, en algún aspecto, son opuestos. Para comenzar, Diego es el paradigma del centrocampista, el 10 por excelencia, el hombre que parte de la zona central o el balcón del área para organizar a todo el equipo; en el pecho de Lionel, en cambio, bulle el fuego del delantero más ambicioso que pueda imaginarse. Da igual donde reciba o donde lo coloque el entrenador, en la banda, junto a la media luna, en el vértice, en el círculo central o en su propio campo, que Messi pondrá en marcha el cohete y se lanzará hacia la portería, apoyándose en los compañeros si procede, tumbando defensas si es necesario. Y si no puede progresar, hará toque de descarga y un desmarque. Siempre adelante, siempre hacia el gol.



Si Maradona es, sin discusión, el mejor jugador de los últimos treinta años, es porque poseía prácticamente todo el catálogo de recursos técnicos de que puede disfrutar un jugador, y además tenía el conocimiento del juego necesario para aplicarlos. Prácticamente sólo utilizaba su legendaria pierna izquierda, pero con ella dominaba el catálogo completo de suertes del fútbol: el control, el toque corto, el pase largo o interior, el disparo homicida o el tiro sutil salían de su borceguí con la naturalidad que sólo poseen los elegidos. Además, dominaba otros muchos recursos que no dependían directamente del golpeo, como la adecuada protección del esférico, el regate y la conducción. Y sobre todo, su grandeza proviene de que en cada momento sabía qué conejo tenía que sacar de la chistera, no solamente para jugar él, sino para que lo hiciera todo el conjunto. Sólo así se explican sus grandes éxitos, el Mundial de México y los dos increíbles scudettos con el Nápoles, y seguramente el factor diferencial que lo hace diferente y mejor que muchos de sus contemporáneos. Maradona era el mejor del mundo por sí mismo, y junto a él el valor de los demás se multiplicaba por dos.



Si el Pelusa era grande en casi todos los aspectos del juego, Leo puede decirse que sólo es grande en uno. En efecto, el pequeño diablo no tiene un gran disparo, ni es un excepcional pasador, ni se desmarca de maravilla, ni remata, ni es un gran definidor en el uno contra uno. Ojo, en ninguna de estas facetas es malo; se defiende en todas ellas, pero ninguna haría de él un crack. Sin embargo, su gran virtud, quizá la única que posee en cantidades industriales, es quizá la más valiosa del fútbol: el poder para eliminar contrarios en carrera con el balón controlado. Cuando lo ve lanzado como un misil entre un mar de piernas, insistiendo con la fe de un visionario y triunfando casi siempre, uno se da cuenta de que está ante algo especial. Porque esa cualidad es la que no tiene antídoto, la que destroza cualquier táctica, la que hace pedazos cualquier sistema defensivo. Cuando ha superado al lateral, tiene que venir el central; cuando este cae, otro, y luego otro, y otro… Al final casi siempre hay un tiro a puerta, un compañero desmarcado, una penalty o una tarjeta. Cuando sale, no hay acción en este deporte que aúne tanto eficacia con espectacularidad. Es tan extraña, que muchos jugadores jamás lo harán, a otros les sale alguna vez, a los más afortunados de vez en cuando. Messi lo hace cada día. Y gana partidos, uno tras otro, dando la impresión de que los ganó él solo. Ante su audacia y su don, los compañeros se tornan en palmeros y los contrarios en postes. Sólo le hace falta el balón y un arco hacia el que correr.



Quizá es esto lo que más lo diferencia de Maradona; el Diego se hacía grande solo, pero sobre todo en su equipo, mientras que Messi no necesita a nadie. Y es la individualidad lo que ha creado el tópico. Porque nos guste o no, a pesar de las mil maravillas que hizo en su carrera, la imagen icónica que ha quedado del Pelusa es el famoso gol a Inglaterra, el del barrilete cósmico, un gol que describe a la perfección a… Messi. Porque quizá todos nos equivocamos. Cuando la Pulga le marcó al Getafe, no estaba haciendo de Maradona, sino de sí mismo. Fue Maradona quien se disfrazó de Leo, pero no lo sabíamos porque éste aún no había nacido. Como otras veces se disfrazó de Romario, de Laudrup, de Guardiola, de Beckham o de Zidane. Y lo hizo porque podía hacerlo.



Bueno, es un texto que encontre, me parecio bueno, ya que soy de la idea de que Maradona es el mejor de todos los tiempos, y me lo demuestra cada vez que veo a Messi en el Barça. Por qué? Por que el Diego nunca jugo en el mejor equipo del mundo de esa epoca, porque le dio todo al Napoli con un equipo mediocre (Diego +10) y nos dio lo mas importante del mundo: Un mundial, donde se jugo la vida. Messi podra ser un gran jugador, pero lo demostro en la seleccion. Si no tiene 2 tipos como Xavi o Iniesta que lo hacen "jugar", no puede demostrar que es el mejor del mundo, el Diego se ponia el equipo al hombro, y jugaba por 11.

Saludos, Sachios