Lo más hot que ellos nos enseñan
Lo más hot que ellos nos enseñan
Es hora de aceptarlo: los hombres tienen muchos menos conflictos que nosotras a la hora del placer. Saben muy bien cuáles son sus necesidades y deseos... ¡Y cómo concretarlos!
Las mujeres con una vida sexual satisfactoria gozan de mejor salud: tienen más vitalidad y se enferman menos.
Seguramente ya te diste cuenta de que la mayoría de los varones no se hace demasiados rollos en la cama: ellos gozan de una manera bestial, sin ningún cuestionamiento. Por el vínculo que establecen con su cuerpo, tienen otro registro de las sensaciones y más apertura mental hacia el disfrute.
El sexólogo Adrián Sapetti, presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH) y titular de www.sexovida.com, explica: “Desde siempre se asocia la genitalidad masculina con el poder. Muchos dioses de la antigüedad, como Príapo o Hermes, eran representados con sus falos al descubierto. Es inevitable, entonces, que los varones se sientan los reyes del universo y de la cama”. Ellos están convencidos de merecer todo el placer, y nada los inhibe a la hora de conseguirlo. Moraleja: las mujeres tenemos mucho que aprender de los hombres.
Lección N˚1
Todo tu cuerpo es una gran superficie de placer
Hay una razón física de por qué un varón alcanza el clímax más fácil y rápidamente que cualquiera de nosotras: el tamaño de su miembro. Aunque un pene sea XS, siempre va a ser mayor que la parte externa de tu clítoris, lo que significa que ellos tienen una superficie ultrasensible superior a la nuestra, lo que les permite cruzar la meta del orgasmo en cuestión de minutos.
“Una mujer necesita cuatro veces más sangre que el hombre (600 mililitros contra los 150 mililitros de él) para irrigar su zona genital cuando está excitada. Eso explica por qué demora más que él en alcanzar el orgasmo”, aclara el sexólogo Adrián Helien, del sitio www.tusexologo.com.ar.
Durante años, los especialistas destacaron la importancia de crear un “foco de atención sexual”, en el sentido de concentrarse en un único punto y estimularlo de una manera específica (bastante monótono, ¿no?). Hoy en día, en cambio, se habla de un “foco de atención vital”: es necesario expandir las fronteras del placer.
Si lográs que tus sentidos (que usualmente están aletargados por las obligaciones cotidianas) recuperen su agudeza, todo tu cuerpo se convertirá en una máquina de disfrute, abierta a cada sensación. Y, en el terreno sexual, eso se traduce como orgasmos más poderosos.
Tarea para el hogar: Empezá a conectarte más con todos los estímulos que te rodean. Repará en el color del cielo, en la textura de la tela de tu vestido o en el agua que se derrama sobre tu espalda cuando te duchás, por ejemplo. La idea es que adoptes una suerte de “estado de alerta” para detectar (¡y disfrutar!) cada sensación agradable. Trasladá esta actitud a la cama... E imaginate el resto.
Lección N˚2
No siempre hay que ser correcta
Nadie lo duda: el varón es un animal sexual. Cuando su cuerpo estalla de deseo, es incapaz de hacer otra cosa que no sea satisfacerlo. ¿O acaso tu chico nunca te arrinconó contra una pared, y quiso tener sexo ahí mismo, sin tanto preámbulo? Lo salvaje y lo urgente forman parte de su instinto. Este tipo de conducta es interpretado por el cerebro como algo novedoso y excitante; en consecuencia, tu organismo libera una serie de químicos (como la dopamina y la oxitocina) que provocan bienestar.
Tarea para el hogar: Anticipale a tu hombre que esa noche va a vivir algo diferente (atacarlo por sorpresa no siempre produce el efecto deseado). A la tarde, enviale un SMS del estilo: “Me muero por ponerte las manos encima”. Una vez que llegue a tu casa, no le des tiempo a que te cuente qué tal fue su día: besalo hasta dejarlo sin aliento. Agarralo por los pelos mientras lo hacés y sacale la remera de un tirón. Dale pequeños mordiscos en los hombros y en el cuello. Animate a ser una diosa salvaje.
Lección N˚3
Tenés que conectarte con tu zona V
Desde la infancia, el varón tiene una relación muy particular con su miembro. Lo mira, lo toca, lo estira, le habla... ¡Lo adora! Por eso también tiene una conexión mucho más intensa con su energía sexual. Las mujeres, en cambio, no estamos habituadas a celebrar nuestra genitalidad (al contrario: históricamente fue considerada desagradable, sucia y digna de ser escondida). Además, con frecuencia nuestra atención está dividida entre las obligaciones laborales, familiares, hogareñas y sociales. Resultado: toda la energía que debería estar volcada en el placer sexual, se dispersa.
Tarea para el hogar: Redirigí tu energía sexual hacia el lugar correcto. ¿Cómo? Simple: creá rituales que estimulen tu vagina y tus caderas. Humectá y perfumá la piel de ese área con aceites esenciales, contoneá la pelvis al bailar, secate bien despacio después de cada baño, comprate ropa interior nueva: todo vale. “Comenzá a mirarte y a tocarte tus zonas íntimas. Es increíble la cantidad de mujeres que no saben cómo lucen sus genitales o que dicen sentir ‘asquito’ cuando los exploran”, dice Sapetti. Creenos: cuanto más consciente seas de tu genitalidad, más y mejor sexo vas a tener.
Lección N˚4
Asumí que merecés sexo, sexo y más sexo
¿Viste el comercial ese que dice: “Porque yo lo valgo”? Bueno, eso también se aplica en la cama. Convencete de que sos una mujer que merece (y mucho) el mejor sexo. Imitá a más de un bagarto que va por la vida sintiéndose deseado por todas las mujeres. ¿O nunca conociste a uno de esos ejemplares? “Al hombre se lo educa desde chico para que viva el sexo como un logro, una conquista, algo de lo que puede y debe estar orgulloso, porque es lo que lo ratifica como varón”, explica Helien. Lamentablemente, este no es el caso de las mujeres. Muchas han sido programadas para sentirse “gordas”, “feas” o “poco sensuales”. Se bombardean con mensajes que demuelen su autoestima, y esto hace que alcanzar el clímax sea una auténtica “misión imposible”. Lo que debemos hacer es copiar esa certeza masculina de ser un material sexualmente deseado. Convencete: merecés todos los orgasmos posibles. Ese es el primer paso para conseguirlos.
Tarea para el hogar: Descartá de tu mente esos pensamientos negativos que tenés sobre vos y reemplazalos por afirmaciones positivas. “El gran aprendizaje de las mujeres es entender que para disfrutar del erotismo, el cuerpo debe estar sano, no superdelgado”, afirma Helien. Si un pensamiento nefasto te domina, neutralizalo con uno positivo. Recurrí a una imagen linda o sexy. Por ejemplo: cuando te sientas más caderona que Carmen Barbieri, acordate de la cara de tu chico cuando alcanza el clímax y de lo bien que te sentís vos cuando dejás tus inhibiciones de lado y le das rienda suelta a la diosa que hay en vos, capaz de gozar de su cuerpo y de darle placer al compañero.
Otro consejo: establecé un código con tu chico. Decile que cada vez que te surja un pensamiento antisexy, vas a tocarle el brazo para que él te susurre algo lindo al oído. Con el tiempo, el viejo pensamiento negativo irá perdiendo fuerza.
Lección N˚5
No debés distraerte de tu objetivo
Cuando un varón está excitado, una enorme cantidad de sangre fluye hacia sus genitales y ejerce tal presión, que él solo puede pensar en alcanzar el orgasmo de una vez por todas. No tiene opción: su mente y su cuerpo lo obligan a mantenerse concentrado en el placer máximo. Si bien el proceso femenino es parecido, no resulta tan notorio ni tan puntual. Y cualquier pavada (un grito, un celular que suena, un recuerdo) nos hace perder el clima (¡y el clímax!).
Tarea para el hogar: Encausá tu energía sexual hacia tu zona V mediante algo tan simple como la respiración. Empezá por inhalar por la nariz: imaginá que el aire va hacia tu cabeza, primero, y después hacia tu vagina. Visualizala como un foco encendido, de color rojo, hacia donde se dirige toda tu energía. También podés realizar ejercicios Kegel (que consisten en contraer rítmicamente los músculos pubococcígeos, que son los mismos que controlan la salida de orina y los que apretás cuando no querés hacer pis) mientras pensás: “Mi orgasmo es poderoso”. No es magia, sino persuasión. Y da resultado.
Lección N˚6
Hay que ir directo al grano
Un tipo llega a su casa desesperado por sexo. Se saca los pantalones, se autoestimula y después se pone a mirar tele. Punto. Una mujer llega a su casa desesperada por sexo. Se saca la ropa, empieza a llenar la bañera, echa aceites, enciende velas flotantes, va al living, pone música, baja las luces y, cuando finalmente está lista para darse una manito, ya no siente lo mismo que antes. O sea: en cuestiones de autoerotismo, debemos aprender de la practicidad masculina. ¿Para qué? Para dejar de esforzarnos tanto en la escenografía y comenzar a ser capaces de llegar al clímax bajo cualquier condición ambiente, tal como lo hacen ellos.
Tarea para el hogar: Si estás con ganas y no hay un compañero a la vista, recurrí a tu vibrador, y asunto resuelto. De esta manera te asegurás el placer de forma inmediata. Esa actitud desaprensiva y hasta medio mecánica que tienen los varones con respecto del sexo es, justamente, lo que les permite vivirlo con mucha menos culpa y con mayor naturalidad. “La masturbación femenina siempre fue censurada, pero si una mujer no descubre sola qué le gusta y qué no, qué la enciende y qué la apaga, tampoco se lo podrá explicar ni pedir a su compañero”, dice Adrián Sapetti.
Lección N˚7
No hay un modo único de alcanzar el clímax
Un hombre hojea una revista porno, y a los diez minutos empieza a jadear: esa facilidad para excitarse se debe a sus altos niveles de testosterona. Nosotras también contamos con esa hormona, pero en menor cantidad. “Lo fisiológico y lo hormonal se combinan con lo cultural. Entonces, más que por la falta de testosterona, las mujeres llegan con menos frecuencia al clímax porque les han enseñado a disociarse se sus sentidos y hasta a ‘desconectar’ algunos (es el caso de la que tiene sexo con los ojos cerrados o con la luz apagada)”, asegura Helien.
No debemos anclarnos en una única manera de alcanzar el clímax: al igual que lo hacen los varones, debemos descubrir nuevas variantes. Entonces, si ya sabés que cuando tu chico te da sexo oral alcanzás un Gran O, decile que en vez de la lengua use su miembro o el nudillo de un dedo. Empezá a improvisar: los resultados serán asombrosos.
Tarea para el hogar: Pedile a él que te cuente qué cosas lo excitan, o que te proponga situaciones que hasta ahora nunca experimentaron. Por supuesto, esto no significa que vas a despedirte para siempre de las viejas movidas: se trata de abrir el juego a la novedad para no atarse a lo preestablecido.
Lección N˚8
El autoerotismo es un buen hábito
En el cerebro existen una suerte de “atajos” al orgasmo: son conexiones que, a modo de regueros de pólvora, se encienden, arden y explotan en cuestión de segundos.Debido a su hábito de autoestimularse, los hombres dominan perfectamente estas vías exprés al placer. Las mujeres, en cambio, no las conocemos ni tampoco sabemos cómo aprovecharlas.
Tarea para el hogar: Un truco simple y eficaz: una vez que estés excitada, introducí un dedo en tu vagina y apretalo con tus músculos pubococcígeos. Después, meté otro más y hacé lo mismo. Con el tiempo y las horas de práctica, podrás abrazar cual pitón el miembro de tu hombre y asegurarte así un orgasmo fuera de este mundo.
Nunca es tarde para mejorar tu técnica de tener sexo con vos misma. Tené en cuenta que la práctica hace a la perfección: cuanto más se entrena un músculo, más fuerte se vuelve. Por eso, la masturbación, además de relajarte, va a ayudarte a mantener en buen estado tus genitales.
Fuente
[/b] Es hora de aceptarlo: los hombres tienen muchos menos conflictos que nosotras a la hora del placer. Saben muy bien cuáles son sus necesidades y deseos... ¡Y cómo concretarlos!
Las mujeres con una vida sexual satisfactoria gozan de mejor salud: tienen más vitalidad y se enferman menos.
Seguramente ya te diste cuenta de que la mayoría de los varones no se hace demasiados rollos en la cama: ellos gozan de una manera bestial, sin ningún cuestionamiento. Por el vínculo que establecen con su cuerpo, tienen otro registro de las sensaciones y más apertura mental hacia el disfrute.
El sexólogo Adrián Sapetti, presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH) y titular de www.sexovida.com, explica: “Desde siempre se asocia la genitalidad masculina con el poder. Muchos dioses de la antigüedad, como Príapo o Hermes, eran representados con sus falos al descubierto. Es inevitable, entonces, que los varones se sientan los reyes del universo y de la cama”. Ellos están convencidos de merecer todo el placer, y nada los inhibe a la hora de conseguirlo. Moraleja: las mujeres tenemos mucho que aprender de los hombres.
Lección N˚1
Todo tu cuerpo es una gran superficie de placer
Hay una razón física de por qué un varón alcanza el clímax más fácil y rápidamente que cualquiera de nosotras: el tamaño de su miembro. Aunque un pene sea XS, siempre va a ser mayor que la parte externa de tu clítoris, lo que significa que ellos tienen una superficie ultrasensible superior a la nuestra, lo que les permite cruzar la meta del orgasmo en cuestión de minutos.
“Una mujer necesita cuatro veces más sangre que el hombre (600 mililitros contra los 150 mililitros de él) para irrigar su zona genital cuando está excitada. Eso explica por qué demora más que él en alcanzar el orgasmo”, aclara el sexólogo Adrián Helien, del sitio www.tusexologo.com.ar.
Durante años, los especialistas destacaron la importancia de crear un “foco de atención sexual”, en el sentido de concentrarse en un único punto y estimularlo de una manera específica (bastante monótono, ¿no?). Hoy en día, en cambio, se habla de un “foco de atención vital”: es necesario expandir las fronteras del placer.
Si lográs que tus sentidos (que usualmente están aletargados por las obligaciones cotidianas) recuperen su agudeza, todo tu cuerpo se convertirá en una máquina de disfrute, abierta a cada sensación. Y, en el terreno sexual, eso se traduce como orgasmos más poderosos.
Tarea para el hogar: Empezá a conectarte más con todos los estímulos que te rodean. Repará en el color del cielo, en la textura de la tela de tu vestido o en el agua que se derrama sobre tu espalda cuando te duchás, por ejemplo. La idea es que adoptes una suerte de “estado de alerta” para detectar (¡y disfrutar!) cada sensación agradable. Trasladá esta actitud a la cama... E imaginate el resto.
Lección N˚2
No siempre hay que ser correcta
Nadie lo duda: el varón es un animal sexual. Cuando su cuerpo estalla de deseo, es incapaz de hacer otra cosa que no sea satisfacerlo. ¿O acaso tu chico nunca te arrinconó contra una pared, y quiso tener sexo ahí mismo, sin tanto preámbulo? Lo salvaje y lo urgente forman parte de su instinto. Este tipo de conducta es interpretado por el cerebro como algo novedoso y excitante; en consecuencia, tu organismo libera una serie de químicos (como la dopamina y la oxitocina) que provocan bienestar.
Tarea para el hogar: Anticipale a tu hombre que esa noche va a vivir algo diferente (atacarlo por sorpresa no siempre produce el efecto deseado). A la tarde, enviale un SMS del estilo: “Me muero por ponerte las manos encima”. Una vez que llegue a tu casa, no le des tiempo a que te cuente qué tal fue su día: besalo hasta dejarlo sin aliento. Agarralo por los pelos mientras lo hacés y sacale la remera de un tirón. Dale pequeños mordiscos en los hombros y en el cuello. Animate a ser una diosa salvaje.
Lección N˚3
Tenés que conectarte con tu zona V
Desde la infancia, el varón tiene una relación muy particular con su miembro. Lo mira, lo toca, lo estira, le habla... ¡Lo adora! Por eso también tiene una conexión mucho más intensa con su energía sexual. Las mujeres, en cambio, no estamos habituadas a celebrar nuestra genitalidad (al contrario: históricamente fue considerada desagradable, sucia y digna de ser escondida). Además, con frecuencia nuestra atención está dividida entre las obligaciones laborales, familiares, hogareñas y sociales. Resultado: toda la energía que debería estar volcada en el placer sexual, se dispersa.
Tarea para el hogar: Redirigí tu energía sexual hacia el lugar correcto. ¿Cómo? Simple: creá rituales que estimulen tu vagina y tus caderas. Humectá y perfumá la piel de ese área con aceites esenciales, contoneá la pelvis al bailar, secate bien despacio después de cada baño, comprate ropa interior nueva: todo vale. “Comenzá a mirarte y a tocarte tus zonas íntimas. Es increíble la cantidad de mujeres que no saben cómo lucen sus genitales o que dicen sentir ‘asquito’ cuando los exploran”, dice Sapetti. Creenos: cuanto más consciente seas de tu genitalidad, más y mejor sexo vas a tener.
Lección N˚4
Asumí que merecés sexo, sexo y más sexo
¿Viste el comercial ese que dice: “Porque yo lo valgo”? Bueno, eso también se aplica en la cama. Convencete de que sos una mujer que merece (y mucho) el mejor sexo. Imitá a más de un bagarto que va por la vida sintiéndose deseado por todas las mujeres. ¿O nunca conociste a uno de esos ejemplares? “Al hombre se lo educa desde chico para que viva el sexo como un logro, una conquista, algo de lo que puede y debe estar orgulloso, porque es lo que lo ratifica como varón”, explica Helien. Lamentablemente, este no es el caso de las mujeres. Muchas han sido programadas para sentirse “gordas”, “feas” o “poco sensuales”. Se bombardean con mensajes que demuelen su autoestima, y esto hace que alcanzar el clímax sea una auténtica “misión imposible”. Lo que debemos hacer es copiar esa certeza masculina de ser un material sexualmente deseado. Convencete: merecés todos los orgasmos posibles. Ese es el primer paso para conseguirlos.
Tarea para el hogar: Descartá de tu mente esos pensamientos negativos que tenés sobre vos y reemplazalos por afirmaciones positivas. “El gran aprendizaje de las mujeres es entender que para disfrutar del erotismo, el cuerpo debe estar sano, no superdelgado”, afirma Helien. Si un pensamiento nefasto te domina, neutralizalo con uno positivo. Recurrí a una imagen linda o sexy. Por ejemplo: cuando te sientas más caderona que Carmen Barbieri, acordate de la cara de tu chico cuando alcanza el clímax y de lo bien que te sentís vos cuando dejás tus inhibiciones de lado y le das rienda suelta a la diosa que hay en vos, capaz de gozar de su cuerpo y de darle placer al compañero.
Otro consejo: establecé un código con tu chico. Decile que cada vez que te surja un pensamiento antisexy, vas a tocarle el brazo para que él te susurre algo lindo al oído. Con el tiempo, el viejo pensamiento negativo irá perdiendo fuerza.
Lección N˚5
No debés distraerte de tu objetivo
Cuando un varón está excitado, una enorme cantidad de sangre fluye hacia sus genitales y ejerce tal presión, que él solo puede pensar en alcanzar el orgasmo de una vez por todas. No tiene opción: su mente y su cuerpo lo obligan a mantenerse concentrado en el placer máximo. Si bien el proceso femenino es parecido, no resulta tan notorio ni tan puntual. Y cualquier pavada (un grito, un celular que suena, un recuerdo) nos hace perder el clima (¡y el clímax!).
Tarea para el hogar: Encausá tu energía sexual hacia tu zona V mediante algo tan simple como la respiración. Empezá por inhalar por la nariz: imaginá que el aire va hacia tu cabeza, primero, y después hacia tu vagina. Visualizala como un foco encendido, de color rojo, hacia donde se dirige toda tu energía. También podés realizar ejercicios Kegel (que consisten en contraer rítmicamente los músculos pubococcígeos, que son los mismos que controlan la salida de orina y los que apretás cuando no querés hacer pis) mientras pensás: “Mi orgasmo es poderoso”. No es magia, sino persuasión. Y da resultado.
Lección N˚6
Hay que ir directo al grano
Un tipo llega a su casa desesperado por sexo. Se saca los pantalones, se autoestimula y después se pone a mirar tele. Punto. Una mujer llega a su casa desesperada por sexo. Se saca la ropa, empieza a llenar la bañera, echa aceites, enciende velas flotantes, va al living, pone música, baja las luces y, cuando finalmente está lista para darse una manito, ya no siente lo mismo que antes. O sea: en cuestiones de autoerotismo, debemos aprender de la practicidad masculina. ¿Para qué? Para dejar de esforzarnos tanto en la escenografía y comenzar a ser capaces de llegar al clímax bajo cualquier condición ambiente, tal como lo hacen ellos.
Tarea para el hogar: Si estás con ganas y no hay un compañero a la vista, recurrí a tu vibrador, y asunto resuelto. De esta manera te asegurás el placer de forma inmediata. Esa actitud desaprensiva y hasta medio mecánica que tienen los varones con respecto del sexo es, justamente, lo que les permite vivirlo con mucha menos culpa y con mayor naturalidad. “La masturbación femenina siempre fue censurada, pero si una mujer no descubre sola qué le gusta y qué no, qué la enciende y qué la apaga, tampoco se lo podrá explicar ni pedir a su compañero”, dice Adrián Sapetti.
Lección N˚7
No hay un modo único de alcanzar el clímax
Un hombre hojea una revista porno, y a los diez minutos empieza a jadear: esa facilidad para excitarse se debe a sus altos niveles de testosterona. Nosotras también contamos con esa hormona, pero en menor cantidad. “Lo fisiológico y lo hormonal se combinan con lo cultural. Entonces, más que por la falta de testosterona, las mujeres llegan con menos frecuencia al clímax porque les han enseñado a disociarse se sus sentidos y hasta a ‘desconectar’ algunos (es el caso de la que tiene sexo con los ojos cerrados o con la luz apagada)”, asegura Helien.
No debemos anclarnos en una única manera de alcanzar el clímax: al igual que lo hacen los varones, debemos descubrir nuevas variantes. Entonces, si ya sabés que cuando tu chico te da sexo oral alcanzás un Gran O, decile que en vez de la lengua use su miembro o el nudillo de un dedo. Empezá a improvisar: los resultados serán asombrosos.
Tarea para el hogar: Pedile a él que te cuente qué cosas lo excitan, o que te proponga situaciones que hasta ahora nunca experimentaron. Por supuesto, esto no significa que vas a despedirte para siempre de las viejas movidas: se trata de abrir el juego a la novedad para no atarse a lo preestablecido.
Lección N˚8
El autoerotismo es un buen hábito
En el cerebro existen una suerte de “atajos” al orgasmo: son conexiones que, a modo de regueros de pólvora, se encienden, arden y explotan en cuestión de segundos.Debido a su hábito de autoestimularse, los hombres dominan perfectamente estas vías exprés al placer. Las mujeres, en cambio, no las conocemos ni tampoco sabemos cómo aprovecharlas.
Tarea para el hogar: Un truco simple y eficaz: una vez que estés excitada, introducí un dedo en tu vagina y apretalo con tus músculos pubococcígeos. Después, meté otro más y hacé lo mismo. Con el tiempo y las horas de práctica, podrás abrazar cual pitón el miembro de tu hombre y asegurarte así un orgasmo fuera de este mundo.
Nunca es tarde para mejorar tu técnica de tener sexo con vos misma. Tené en cuenta que la práctica hace a la perfección: cuanto más se entrena un músculo, más fuerte se vuelve. Por eso, la masturbación, además de relajarte, va a ayudarte a mantener en buen estado tus genitales.
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