Como escribir y dar un buen discurso (Pasos,Avisos,Consejos)

Como escribir y dar un buen discurso

Después de que hayas colgado el teléfono, los dedos helados por el pánico agarrarán tu estómago, y tu corazón latirá aceleradamente. Tu más reciente proyecto fue entregado a tiempo, dentro del presupuesto, y la recuperación del dinero invertido se ha hecho un año antes de lo previsto. Como resultado de ello, la Asociación de la Industria a la que perteneces, quiere que tú dirijas la convención anual.
¡Relájate! ¡Ellos creen que tú tienes algo que ofrecer! Aquí hay algunos pasos para calmar tus latidos.




Pasos

    Recuerda que todos los grandes discursos, e incluso algunos no tan grandes, requieren tener una formato o índice de lo que vas a hablar.
   

 Saluda a la audiencia al llegar y da la mano a alguien. ¡Acércate a ellos en ese primer momento (física o formalmente)! Recuerda que tú tienes algo digno de ser contado.
      El ex Embajador Robert Strauss utilizaba para comenzar frases como ésta: "Antes de comenzar este discurso, tengo algo que decir." Esta frase introductoria le permitía obtener un poderoso tono para la parte instructiva de sus observaciones.
      Sonríe, calma tus nervios, y luego, ponte a trabajar. Si lo deseas, puedes empezar con una frase bonita de una sola línea, o con una anécdota.
 

   Estate a la altura de las circunstancias. En otras palabras, piensa con entusiasmo sobre tu tema. ¿Por qué hacer como aquel que basa sus observaciones continuamente en refranes o dichos de la infancia?.
      Incluso la gente ordinaria puede tener grandes momentos de oratoria, si está a la altura de las circunstancias. Asegúrate de que el público nota que el tema es importante para ti, así empezarán a pensar por qué deberían prestarte atención.
   

  Construye transiciones y desarrollos claros y razonables de un pensamiento a otro. El error más grande de los oradores y escritores, es asumir que la gente seguirá sin problemas sus pasos lógicos. Explica a la audiencia con frases como esta, que estás dando un giro a las ideas: "Como un ejemplo de esto..." o "Esto nos lleva al problema más amplio de...", y así sucesivamente.
 

   Céntrate. Un "gran" discurso no necesita comenzar con frases excelentes y continuar con frases extraordinarias hasta el final. ¡Capta a los oyentes!. Haz un pequeño descenso en el interés cuando vayas por la mitad. Luego, ve preparándolo todo para el momento clave.
      John Stuart Mill, economista político, define el arte de la oratoria así: "Todo lo importante para tu propósito, fue el haberlo dicho en el momento exacto, el haberlo dicho en el momento en que, atrajiste las mentes del público al estado álgido e ideal, en que mejor pudo recibirlo".
   

 Añade objetivos. Un discurso debe hacerse por una buena razón. Son nobles propósitos inspirar, instruir, congregar, y mantenerse como líder... Arengar o amedrentar, alimentar tu ego, halagar, no lo son.
   

  Conoce bien tu tema. Si no puedes responder a la pregunta "¿qué quieres decir?" en una sola frase declarativa, hazle un favor a la audiencia y a ti mismo: rechaza la invitación de dar un discurso.
   

 Escribe el discurso para una persona especial en tu mente, alguien que realmente conoces. Esto te ayuda a mantener el mensaje real y personalizado. Te ayuda a anticiparte a algunas reacciones, y a mantener tu vocabulario y oratoria con los pies en la tierra.
   

 Cumple tus deberes. Estar a la altura es la esencia de la elocuencia. Ello exige práctica, disciplina, ejercicio y coordinación. Tú puedes ser tu propio entrenador. Así como desarrolles la confianza en ti mismo, tendrás a la audiencia a gusto, de tu parte, o, por lo menos hará que se sienta así. Tus ojos deben estar en contacto con la gente, no con las páginas. Si mirar a las personas te pone nervioso, mira entre ellos, por ejemplo al reloj de la pared del fondo, o por encima del hombro de alguien. De esa manera parecerá que estás haciendo contacto visual con las personas.
      Tu pasión profesional es contagiosa. Usa gestos para enfatizar algunos puntos, y asegúrate de que tu tono de voz y expresiones faciales son apropiados para el tema.
 

  Ilustra tu discurso. Las Ilustraciones pueden venir en forma de diapositivas, imágenes, historias, chistes, o gestos dramáticos. Tu objetivo es hacer que una parte del discurso se adhiera a la mente de la audiencia. Si alguien le pregunta después a un oyente sobre ello, debería poder contestar algo como, "me gustó la historia que contaste sobre la hermana de Tom" o "el esquema visualizado sobre las ganancias de este año, fue muy útil ".
 

  Dale a la audiencia un sentido de unidad y totalidad. Retrotráelos al principio del discurso con una frase especial. Esto puede hacerse comenzando el último párrafo con una frase tranquila, declarativa.
      O, por ejemplo, con un conjunto de frases que pudieran escribirse con una serie de puntos y coma, empleando la potencia del paralelismo; unas frases que llegaran hasta la viga más lejana de la estancia, reverberara con nuestro énfasis, y, olvidándonos de todo lo demás, fuera como si nuestra voz, agarrara a cada oyente por las solapas, y gritara a su interior: "¡Estás escuchando el fin de la mejor charla, que tú nunca hubieras tenido la ocasión de escuchar, sino hubieras venido aquí hoy!".


Consejos

   

      Puedes llegar a escuchar aplausos instantáneos o prolongados, salpicados por ocasionales "Bravo", así como el siempre presente en todos los discursos, con arrugas en su frente, que se pregunta en voz alta, "pero qué es lo que está diciendo esta persona realmente?"
   

      Cada persona en el público experimenta tu intervención individualmente. Háblales como individuos mediante el uso de palabras como "usted" (o "tú", y "su", en lugar de "todos ustedes" o "todo el mundo aquí". Es más directo y atractivo, y harás participar a cada uno de los miembros de tu público, ya sean cinco o cinco mil.
   

      Centra tu atención en una persona a la vez, como lo harías en condiciones normales, en la conversación diaria. Esto te ayudará a relajarte y mitigar el miedo de hablar a grandes multitudes. Cambia tu enfoque visual por toda la sala, mirando a los diferentes sectores del público. Al incluir todas las áreas, incluso aunque sea posible que no puedas verlos de forma individual, cada persona se sentirá, como si le estuvieras hablando directamente a ella.
   

      La mayoría de los oradores intentan contactar visualmente con el resto de la sala, girando su cuerpo de lado a lado. Se les puede ver de un lado a otro como si estuvieran viendo o dirigiendo un partido de tenis. No caigas en este error. Haz contacto visual utilizando movimientos naturales del cuerpo, cómodos, y con movimientos de la cabeza suaves, mirando a las diferentes áreas de la audiencia.
   

      Sonríe de vez en cuando, pero abstente de sonreír como un idiota.
   

      Piensa en el marco de referencia de tu audiencia. Una forma sencilla de hacerlo es pensar en: ¿Quién está en la audiencia? ¿Por qué están aquí? Y después de escuchar tu discurso, ¿cuál sería la primera cosa que les podría decir a otra persona acerca de la charla?
   

      Si puede ser, no leas tu discurso. Dilo de memoria. Es posible que olvides un par de puntos menores (e incluso uno importante), pero si no puedes recordar lo que quieres decir el tiempo suficiente como para explicarlo, ¿por qué nadie tendría que recordar lo que has dicho, el tiempo suficiente, para que se sintiera a gusto de haberte escuchado?
   

      Ahora bien, si no eres un orador avezado, puedes leer tu discurso, siempre que la expresión oral no sea muy artificial o de aficionado, como un niño leyendo un libro de texto. Puede que no tengas tiempo para la memorización. Si no es así, no te avergüences de leer tu discurso. Dar tu mensaje y que llegue, cuenta más. Para ello, mira hacia arriba, y sonríe de vez en cuando, para dejar claro al público, que no te has olvidado de ellos.
   

      Casi todo el mundo puede recordar una experiencia inicial, cuando estaba obsesionado con la memorización de la charla, y de repente se quedó en blanco. Esta circunstancia puede echar a perder un discurso. Tienes que estar cómodo con tu tema, y tener apuntados los puntos principales en tarjetas de 3x5. Relájate y no te preocupes si no sale un discurso perfecto: la gente probablemente no se ponga en contra tuya.
   

      Ronald Reagan tenía como norma, llevar una copia escrita de su discurso, para el caso de que algo ocurriera durante el mismo.
   

      Usa pausas dramáticas para hacer hincapié sobre los puntos importantes, pueden ser muy efectivas. Deja de hablar durante un segundo, y mira al frente como si pensaras tus próximas palabras.
   

      Varia la velocidad del discurso, y la sonoridad de tu voz. Habla más rápido y más fuerte cuando pases a un nuevo pensamiento. Habla despacio y más bajo para dar más énfasis a tu voz.
   

      Actua como si toda la vida, hubieras estado haciendo discursos.
   

      Puedes luchar contra el miedo escénico y temor al fracaso, conociendo bien tu tema. Tener un conocimiento profundo del tema hará que te vean más experto de lo que eres tal vez, ocurriendo sin embargo todo lo contrario, si tu conocimiento del tema no es muy bueno.
   

      Practica tu discurso con otra persona, si es posible, y pídele que te corrija.
   

      Algunos oradores dicen "Gracias" en el momento en que el discurso ha terminado. Se trata de una forma muy débil de acabar un discurso. La verdad es que no deberías dar las gracias al público, si acaso, tendría que ser todo lo contrario: ellos deberían darte las gracias. Ten en cuenta que has dado a la audiencia una experiencia significativa, y ellos, a cambio, te han dado su atención cortés (o entusiasta). Aprovéchala.
   

      Deja que al final, la fuerza de una frase estudiada, sea el final natural de tu discurso. Señala el final simplemente sonriendo, baja del atril o de la tribuna, y vete. Si no usaste un atril (que siempre es una buena idea), sonríe y saluda, o con una pequeña reverencia imperceptible de la cabeza, ve a darle la mano a alguien que tu conozcas, para señalar el final de tu brillante actuación. El discurso podría (o puede) haber sido un fracaso sonoro, y así, por lo menos, puedes tener una buena salida..
   

      Si el discurso es seguido por preguntas y respuestas, está bien volver a la tribuna, o al frente de la sala, cuando los aplausos se están acabando. No tienes por qué subir donde estabas.
   

      Si el discurso ha sido un elogio, o con motivo de alguna otra solemne ocasión, olvídate de la sonrisa. Mantén tu voz y tu expresión solemne y seria, en todo momento. Intenta emular la voz de un locutor cuando tengas que dar noticias tristes.
   

      El legendario actor Anthony Quinn utilizaba la técnica que se detalla, para darle confianza ante la audiencia:
      Imagina un rayo de energía que emana de profundidad de la Tierra, y que a continuación irradia a través de tus talones, tu columna vertebral y, después, por todo tu cuerpo. Mantén esta imagen en el fondo de tu mente, a medida que vas desgranando tu charla.
   

      Si eres una persona que tiene mucha práctica, puedes aprender a desarrollar algunos gestos corporales. Algunos de esos gestos, son mejores que mantener las manos en los bolsillos, o estar con los dedos entrelazados. Sin embargo, si tus gestos son torpes y distraen al público, entonces es mejor mantener las manos en los bolsillos.
   

      Imita el discurso inaugural de Kennedy, en su discurso inaugural como presidente, gesticuló mucho, y sus gestos fueron muy imitados durante largo tiempo por su contundencia, énfasis y convencimiento. Uno de sus gestos era como si apuñalara la mano cerrada hacia adelante, mientras tocaba con el dedo pulgar el dedo índice.
   

      Reflexiona antes de incorporar un rotafolios o una pizarra en tu presentación. Por un lado, no querrás llenar de polvo de tiza el aire al escribir y al borrar a continuación. Con toda seguridad, en un momento dado, te encontrarás hablando a la pizarra y no a la audiencia. El público se distraerá seguramente con tus movimientos o tu habilidad para escribir o dibujar.
   

      ¿Quién mejor para escribir tu introducción que tú? Antes de la intervención, ponte en contacto con la persona que ha de hacer la introducción, y dale tú el escrito. A menos que sea un gran adulador, se sentirá agradecido de que le evites la tarea de la elaboración de tu introducción.
      Se consciente de los ‘ummms’ y ‘ahhhs’. Los oradores utilizan estas pausas vocalizadas como relleno, para hacer saber al público que aún no han acabado un determinado razonamiento. Esto hace que el sonido sea vacilante e inseguro. Demasiados ‘ummms’ y ‘ahhhs’ pueden llegar a ser molestos.
   

Está bien, de vez en cuando, dejar que el silencio se inmiscuya después de una frase. Cuando usted mismo detesta los ummms, ahhhs, los silencios, en vez de estos, hacen que el mensaje sea más eficaz cuando se habla en público.
   
  Evita una expresión monótona, en especial la monomanía conocida como "uptalk". "Uptalk" significa acabar las frases y oraciones con un signo de interrogación, como "¿no es eso molesto? ¿Eso hace que suenes como inmaduro? ¿O muy inseguro de ti mismo? ¿No habrá nadie que sea capaz de permanecer hasta el final para escucharte?"
 

    Empieza a escribir como si estuvieras creando un ensayo o un artículo informativo. Cuando estés cómodo con tu proyecto, léelo en voz alta. Escucha una grabación tuya. El estilo debería ser diferente de un típico ensayo o artículo. No tienes que hacer párrafos que suenen monótonos. En lugar de soltarles en tu charla datos y cifras aburridos, dales un folleto después de la charla. Eso va muy bien para repetir o revisar puntos importantes.
   

      El tipo de evento al que asistirás, determinará la duración de tu discurso. Considera que un orador habla de 100 a 135 palabras por minuto. A continuación se muestra una relación de longitud de ejemplos de discursos:
          o Orador estándar importante: 18 - 22 minutos (de 1800 a 2970 palabras)
          o Motivador: 12 - 15 minutos (de 1200 a 2025 palabras)
          o Orador en las ceremonias: 5 - 7 minutos (de 500 a 945 palabras)
          o Charla de noticias: 2 - 3 minutos (est. 200 a 405 palabras)
          o Brindis en una boda: 2 - 3 minutos (est. 200 a 405 palabras)


Avisos

No seas un charlatán. Controla tu charla haciendo unos cuantos ensayos. Si va a durar más de cinco minutos, es mejor que seas un orador fascinante. El típico orador aficionado tendrá a la audiencia controlando sus relojes, después de unos tres minutos. Recuerda, Abraham Lincoln sólo necesitó un minuto o dos para el Gettysburg Adress.