Desintoxicate
Desintoxicate
Aprendé a purificar tu cuerpo y despejá tu mente para sentirte liviano
"Somos lo que comemos". Es una frase muy discutida, pero, en algún punto, cierta. Todos los años, en esta época, tal vez por el calor, tal vez por el cansancio, aunque tengas treinta y pico, te sentís de 70 años.
¿Por qué? Las razones son múltiples, pero una de las principales es la alimentación. Pasa que cuando consumís una cantidad muy grande de comida y/o bebida, tu organismo no tiene la capacidad de metabolizar todo ni de deshacerse de la parte que no le sirve. Entonces, las toxinas se acumulan en diferentes áreas del organismo, y el resultado es, entre otras manifestaciones, un gran cansancio, sueño y pesadez.
Para empezar a sacarte de encima todo eso que te agobia y te intoxica, te tenés que fijar cómo y con qué te estás "llenando".
La comida tiene que dar placer y saciedad, sí, pero también tiene que nutrirte. El objetivo, entonces, es que, paso a paso, reordenes tu alimentación y les des espacio en tu cuerpo a cosas sanas, ricas y, sobre todo, livianas.
Paso 1: sí al tiempo, no a los "milagros"
El proceso de desintoxicación no puede cumplirse de un día para el otro, elcuerpo necesita tiempo. Descartá las dietas de ayuno total (que se utilizan sólo en internaciones, con supervisión médica) o las delirantes que proponen comer tres choclos en 72 horas para bajar 5 kilos. Mejor, optá por un plan paulatino que incluya muchas frutas y verduras -sobre todo, aquellas que, por su alto contenido de líquido, sean diuréticas y tengan pocas calorías- o, si la cosa viene drástica, una dieta líquida basada en agua, mate, té o gelatinas. Ojo, que no se puede hacer por más de tres días.
Paso 2: elegir un poco de todo
Si bien la clave de los planes desintoxicantes son las frutas y las verduras, también podés (y debés) incluir otros alimentos. La idea es que busques un equilibrio y no que "endioses", por ejemplo, el arroz y te conviertas en una fundamentalista. Algo muy simple de recordar es la regla de los colores: en los platos siempre debería haber cinco: naranja, colorado, verde, morado y blanco o amarillo. Probala.
Paso 3: convertir una conducta en un hábito
Esto es bastante obvio. La idea no es que te desintoxiques tres días para al cuarto comer como si fuera la última cena. Siempre hay que tratar de interiorizar aquello que te hizo bien para poder convertirlo en un hábito, en una de esas cosas "que salen solas".
Paso 4: ¡a la acción!
Empezá la mañana con un jugo, que puede ir acompañado por una ensalada de frutas o por una gelatina light. En el almuerzo y la cena, lo ideal es elegir alguna preparación con verduras. Por ejemplo, una ensalada; pero también, para no ser tan obvias y simplistas, un panaché o bien verduras grilladas. ¿De postre? Sí, una fruta.
Durante los dos o tres días que dure tu proceso de desintoxicación, es imprescindible que les digas "chau" a la sal (tanto la de mesa como la agregada al momento de cocinar), al alcohol y a la cafeína. Para acompañar la comida, podés licuar fruta con hielo, agua y gelatina light: te refresca, tiene muy pocas calorías y, casi sin darte cuenta, vas a incorporar fibra y líquido.
El cuerpo (por fuera): piel sin impurezas
Así como hay claves para desintoxicar tu cuerpo y tu alma, también las hay cuando se trata de hacerlo con la piel, el órgano más extenso del cuerpo, mediante el cual nos conectamos con el exterior y con los otros, con todo lo que eso implica.
Justamente por esta característica, la piel necesita desintoxicarse periódicamente. Para eso, nada mejor que la exfoliación, una palabra cuyo significado hace referencia a la remoción de las células muertas, las toxinas y las impurezas que se acumulan diariamente.
Además, la exfoliación -que puede ser realizada con diversos productos: cremas, geles o jabones, todos compuestos por gránulos que contienen sustancias emolientes y suavizantes, como el aceite de semillas- permite darle luminosidad y suavidad a la piel, lo que ayuda a disminuir la cantidad de granitos y puntos negros.
Según los dermatólogos, podés exfoliar tu cara y tu cuerpo en cualquier momento del año: en primavera, justo antes de la llegada del verano, para preparar la piel que va a exponerse al sol, la arena, el agua de mar o el viento; y en invierno, para fortalecerla, sobre todo si vas a realizar algún tratamiento de belleza.
Si bien siempre es recomendable consultar al médico especialista, es posible exfoliar en casa, aplicando un producto especialmente formulado sobre la piel húmeda (lavada previamente con agua tibia y un tónico de limpieza) y ejerciendo un leve masaje circular. Un secretito: para el cuerpo, ayudate con una esponja vegetal. Hay algunas con forma de guante que están buenísimas y son súper prácticas.
Eso sí, tené en cuenta que:
- La piel tiene diferente grosor a lo largo del cuerpo. Por eso, cuando te enfocás en "zonas duras", como las rodillas, es recomendable que insistas un ratito más con el masaje.
- Los masajes que te hacés cuando exfoliás deben ser suaves, como caricias. Si lo hacés fuerte, podés dañar la piel.
- Si te estás exfoliando desde hace ya un tiempo y la piel comenzó a irritarse, es momento de que le des un respiro.
Aprendé a purificar tu cuerpo y despejá tu mente para sentirte liviano
"Somos lo que comemos". Es una frase muy discutida, pero, en algún punto, cierta. Todos los años, en esta época, tal vez por el calor, tal vez por el cansancio, aunque tengas treinta y pico, te sentís de 70 años.
¿Por qué? Las razones son múltiples, pero una de las principales es la alimentación. Pasa que cuando consumís una cantidad muy grande de comida y/o bebida, tu organismo no tiene la capacidad de metabolizar todo ni de deshacerse de la parte que no le sirve. Entonces, las toxinas se acumulan en diferentes áreas del organismo, y el resultado es, entre otras manifestaciones, un gran cansancio, sueño y pesadez.
Para empezar a sacarte de encima todo eso que te agobia y te intoxica, te tenés que fijar cómo y con qué te estás "llenando".
La comida tiene que dar placer y saciedad, sí, pero también tiene que nutrirte. El objetivo, entonces, es que, paso a paso, reordenes tu alimentación y les des espacio en tu cuerpo a cosas sanas, ricas y, sobre todo, livianas.
Paso 1: sí al tiempo, no a los "milagros"
El proceso de desintoxicación no puede cumplirse de un día para el otro, elcuerpo necesita tiempo. Descartá las dietas de ayuno total (que se utilizan sólo en internaciones, con supervisión médica) o las delirantes que proponen comer tres choclos en 72 horas para bajar 5 kilos. Mejor, optá por un plan paulatino que incluya muchas frutas y verduras -sobre todo, aquellas que, por su alto contenido de líquido, sean diuréticas y tengan pocas calorías- o, si la cosa viene drástica, una dieta líquida basada en agua, mate, té o gelatinas. Ojo, que no se puede hacer por más de tres días.
Paso 2: elegir un poco de todo
Si bien la clave de los planes desintoxicantes son las frutas y las verduras, también podés (y debés) incluir otros alimentos. La idea es que busques un equilibrio y no que "endioses", por ejemplo, el arroz y te conviertas en una fundamentalista. Algo muy simple de recordar es la regla de los colores: en los platos siempre debería haber cinco: naranja, colorado, verde, morado y blanco o amarillo. Probala.
Paso 3: convertir una conducta en un hábito
Esto es bastante obvio. La idea no es que te desintoxiques tres días para al cuarto comer como si fuera la última cena. Siempre hay que tratar de interiorizar aquello que te hizo bien para poder convertirlo en un hábito, en una de esas cosas "que salen solas".
Paso 4: ¡a la acción!
Empezá la mañana con un jugo, que puede ir acompañado por una ensalada de frutas o por una gelatina light. En el almuerzo y la cena, lo ideal es elegir alguna preparación con verduras. Por ejemplo, una ensalada; pero también, para no ser tan obvias y simplistas, un panaché o bien verduras grilladas. ¿De postre? Sí, una fruta.
Durante los dos o tres días que dure tu proceso de desintoxicación, es imprescindible que les digas "chau" a la sal (tanto la de mesa como la agregada al momento de cocinar), al alcohol y a la cafeína. Para acompañar la comida, podés licuar fruta con hielo, agua y gelatina light: te refresca, tiene muy pocas calorías y, casi sin darte cuenta, vas a incorporar fibra y líquido.
El cuerpo (por fuera): piel sin impurezas
Así como hay claves para desintoxicar tu cuerpo y tu alma, también las hay cuando se trata de hacerlo con la piel, el órgano más extenso del cuerpo, mediante el cual nos conectamos con el exterior y con los otros, con todo lo que eso implica.
Justamente por esta característica, la piel necesita desintoxicarse periódicamente. Para eso, nada mejor que la exfoliación, una palabra cuyo significado hace referencia a la remoción de las células muertas, las toxinas y las impurezas que se acumulan diariamente.
Además, la exfoliación -que puede ser realizada con diversos productos: cremas, geles o jabones, todos compuestos por gránulos que contienen sustancias emolientes y suavizantes, como el aceite de semillas- permite darle luminosidad y suavidad a la piel, lo que ayuda a disminuir la cantidad de granitos y puntos negros.
Según los dermatólogos, podés exfoliar tu cara y tu cuerpo en cualquier momento del año: en primavera, justo antes de la llegada del verano, para preparar la piel que va a exponerse al sol, la arena, el agua de mar o el viento; y en invierno, para fortalecerla, sobre todo si vas a realizar algún tratamiento de belleza.
Si bien siempre es recomendable consultar al médico especialista, es posible exfoliar en casa, aplicando un producto especialmente formulado sobre la piel húmeda (lavada previamente con agua tibia y un tónico de limpieza) y ejerciendo un leve masaje circular. Un secretito: para el cuerpo, ayudate con una esponja vegetal. Hay algunas con forma de guante que están buenísimas y son súper prácticas.
Eso sí, tené en cuenta que:
- La piel tiene diferente grosor a lo largo del cuerpo. Por eso, cuando te enfocás en "zonas duras", como las rodillas, es recomendable que insistas un ratito más con el masaje.
- Los masajes que te hacés cuando exfoliás deben ser suaves, como caricias. Si lo hacés fuerte, podés dañar la piel.
- Si te estás exfoliando desde hace ya un tiempo y la piel comenzó a irritarse, es momento de que le des un respiro.
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