Mata a un perro por "arte"

En el año 2007, Guillermo Vargas Habacuc, un supuesto artista, cogió a un perro abandonado de la calle, lo ató a una cuerda cortísima en la pared de una galería de arte y lo dejó allí para que muriera lentamente de hambre y sed: Durante varios días, tanto el autor de semejante crueldad como los visitantes de la galería de arte presenciaron impasibles la agonía del pobre animal: hasta que finalmente murió de inanición, seguramente tras haber pasado por un doloroso, absurdo e incomprensible calvario.

Guillermo Vargas Habacuc es un costarricense que dice ser artista. En agosto hizo una exposición en una galería de Managua y, tras atar a un perro a una pared, lo dejó morir de hambre. Según él, esa sádica, bárbara y necia obviedad era una manifestación artística. En Internet pueden verse fotos estremecedoras del pobre animal. La noticia ha llegado ahora hasta mis manos empujada por una campaña internacional de recogida de firmas para evitar que ese matarife acuda en 2008 a la Bienal Centroamericana de Honduras.


El repugnante montaje de Habacuc reabre la cuestión de los límites del arte, o cómo bajo la excusa del hecho artístico se pueden cometer todo tipo de tropelías que en realidad sólo buscan llamar la atención y sólo son puro narcisismo patológico. Hace dos años, una exposición del Reina Sofía de Madrid incluyó un vídeo de 53 minutos en donde se veía matar a martillazos a una vaca; y lo peor fue que el Consejo de Críticos de Artes Audiovisuales sacó un comunicado en defensa de “la libertad creativa”. Qué triste que, justamente aquellos que deberían estar reflexionando sobre el arte, sobre su sentido y sus fronteras morales, prefirieran abdicar del pensamiento y cultivar el corporativismo y el lugar común. ¿Pero qué demonios es la libertad creativa? ¿Les parecerá creativo matar de hambre a un perro? Y entonces, ¿por qué no hacer arte de atormentar a un niño, por ejemplo? Aterrorizar a un crío durante horas, ¿no revelaría muy creativamente el sustrato referencial del miedo arquetípico y otras mentecateces semejantes? El caso Habacuc roza una cuestión aún más esencial, una de las fronteras de la civilidad del siglo XXI: la comprensión de nuestra continuidad orgánica con el resto de los animales, y la certidumbre de que no seremos capaces de respetarnos a nosotros mismos si no respetamos a los demás seres vivos (igual que, tras la Revolución Francesa, hubo que aprender que la libertad del hombre sólo se podía conseguir si también englobaba a la mujer).

¿Te parece fuerte?

Pues eso no es todo: la prestigiosa Bienal Centroamericana de Arte decidió, incomprensiblemente, que la salvajada que acababa de cometer este sujeto era arte, y de este modo tan incomprensible Guillermo Vargas Habacuc ha sido invitado a repetir su cruel acción en dicha Bienal en 2008.

Fuente

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Disculpen no tengo imagenes ni nada, de donde lo saque estaban caidas las imagenes, fue hace un par de años, pero sin embargo, q hdp ¬¬